Los precios del petróleo cayeron cerca de 1% el lunes, extendiendo su reciente debilidad previa a la reunión de la OPEP la próxima semana, mientras que un alza en el dólar golpeó a las materias primas a nivel general.
Los futuros del West Texas Intermediate (WTI) bajaron 46 centavos, o 0.81%, a 56.09 dólares el barril, mientras que el contrato Brent perdió 50 centavos, o 0.80%, a 62.22 dólares el barril. Ambos contratos llegaron a ceder más de 1% más temprano.
El petróleo ha estado presionado las últimas dos semanas tras alcanzar un máximo a inicios de noviembre. El contrato en Estados Unidos ha perdido cerca de 2.6 por ciento.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y exportadores como Rusia han reducido su producción petrolera desde inicios de este año para disminuir el superávit global y apuntalar los precios.
El pacto está vigente hasta marzo del 2018 y el cártel se reúne el 30 de noviembre para discutir el futuro de la medida. Se espera que el acuerdo se extienda.
La semana pasada, la OPEP indicó que espera que la demanda por su crudo suba 460,000 barriles de petróleo por día a 33.42 millones de bpd el año próximo, en contraste con pronósticos de la Agencia Internacional de Energía (IEA) de un declive de 320,000 bpd a 32.38 millones de bpd.
Mientras, el alza del dólar en las operaciones globales golpeó a las materias primas, incluyendo el petróleo. La moneda estadounidense se fortaleció contra el euro tras noticias de que Alemania no pudo formar un gobierno de coalición, sumando incertidumbre política en la Unión Europea.
El petróleo a menudo se mueve a la inversa del dólar, debido a que se negocia en dicha divisa, y la apreciación de la moneda encarece el precio del crudo.
El pacto de productores para reducir la oferta y las tensiones geopolíticas inflan los precios y devuelven el optimismo a un sector hace un año acosado por los problemas.
Decenas de hombres con kandura —la impoluta saya blanca que visten los árabes tradicionales— y algunas mujeres envueltas en sus abayas negras aguardan expectantes la llegada del sultán Ahmed al Jaber, ministro, consejero delegado de la empresa nacional de petróleo y uno de los hombres fuertes de Emiratos Árabes Unidos. Nada más bajar las escaleras que conectan con la parte más noble de ADIPEC —la feria internacional del petróleo celebrada esta semana en Abu Dabi—, Al Jaber emprende el paso con su interminable comitiva y saluda sonriente a algunos de los ejecutivos más importantes de la industria petrolera. Son los mismos que el domingo pasado se reunieron en esta ciudad para analizar el estado del sector del que todos ellos viven.
“Frente a las caras largas del año pasado, ahora ha predominado el optimismo. Sobre todo por el pacto entre los países de la OPEP y el resto de productores, que hace pensar en una cierta estabilidad de precios”, aseguraba el lunes uno de los 24 asistentes a esta cita de consejeros delegados de grandes petroleras mundiales.
Los vientos de optimismo van más allá de los salones abarrotados de la feria de Abu Dabi. Hace un año, Arabia Saudí, la principal potencia petrolera del mundo, se veía obligada a dar un paso inédito: impulsó un acuerdo para reducir, por primera vez en ocho años, la oferta de crudo. Pese a las dudas sobre su capacidad de poner de acuerdo al resto de productores, la idea parece haber funcionado: por primera vez en más de dos años, el precio del crudo supera la barrera de los 60 dólares, un tercio más de lo que en 2016 se pagó de media por barril de brent.
Esta alza tiene muchas explicaciones. Pero por encima de todas destaca la idea de que la OPEP ha logrado imponer una política que despertaba muchas dudas. Y que ha embarcado en esta restricción a la producción a países ajenos a este cartel, especialmente Rusia. “Es evidente que el pacto ha cambiado las expectativas. Ahora vemos que se ha respetado y que probablemente se vaya a extender a todo 2018. En consecuencia, todos los analistas han salido en tromba a subir sus previsiones de precio, aunque de manera moderada”, asegura Gonzalo Escribano, responsable de Energía del Real Instituto Elcano.
Pero la alegría de los magnates del oro negro va más allá de una subida coyuntural de precios. Frente a los que predecían un pronto final a la era del petróleo, el sector reafirma ahora su buena salud. Organismos como la OPEP o IHS Markit han publicado esta semana informes que coinciden en que el crudo continuará como principal fuente de energía durante las dos próximas décadas. “La demanda de petróleo seguirá una trayectoria ascendente hasta los 105 millones de barriles diarios. La mayor fuente de crecimiento provendrá de la fabricación de productos petroquímicos, seguido de cerca por el consumo creciente para camiones, aviación y transporte marítimo”, asegura la Agencia Internacional de Energía (AIE), que certifica rotunda que “es muy pronto para escribir la necrológica” del sector.
“El uso de petróleo para el transporte seguirá creciendo, sobre todo gracias a las economías emergentes. El desarrollo de los coches eléctricos no va a desplazar la demanda de gasolina o gasoil”, añade en un email Harry Tchilinguirian, analista jefe de materias primas en BNP Paribas.
“Es muy pronto para escribir la necrológica del crudo”, dice la AIE
Pero al margen del pacto de la OPEP, ¿qué ha cambiado para explicar este renovado optimismo? “Básicamente, la acumulación de buenas noticias inesperadas. Las tensiones geopolíticas recientes —pulso Irán-Arabia Saudí, tensiones en el Kurdistán o el impago de la deuda venezolana— presionan más los precios al alza”, responde Escribano.
En Abu Dabi, más de 100.000 personas visitaron los puestos de 2.000 empresas en ADIPEC. Allí se podía desde indagar en los últimos modelos de tubos o ropa de trabajo hasta asistir a una jornada sobre el papel de las mujeres en la energía. Entre el barullo, Cepsa —petrolera de origen español y hoy en manos del fondo emiratí Mubadala— presentó su visión para los próximos 15 años, ocasión por la que organizó el viaje al que asistió EL PAÍS. “El petróleo va a seguir siendo clave no solo por el transporte. El crecimiento de las clases medias asiáticas disparará el consumo de productos que, en un 95% de los casos, necesitan la química para su fabricación”, aseguraba en un reservado de la feria Héctor Perea, director de estrategia de Cepsa.
Pese al cambio de expectativas, los expertos alertan de los riesgos para el sector
Pese a todo, el futuro no está exento de riesgos. La propia AIE alerta de la presión alcista sobre los costes para hacer frente a la necesidad de “una inversión permanente a gran escala” y sobre el margen de aumento de la oferta tras algunos problemas de producción puntuales en países como Libia, Nigeria e Irak. En los últimos días, también han surgido dudas sobre la voluntad de Rusia de continuar con la política de recortes. En su reunión en Viena del próximo día 30, está previsto que los productores decidan alargar los recortes hasta finales de 2018, más allá del plazo ya fijado del próximo marzo. Pese a que el presidente Vladímir Putin mostró su disposición a mantener el pacto, fuentes citadas por Bloomberg aseguraban esta semana que no hay aún nada decidido.
HACIA UNA ESTABILIDAD EN TORNO A LOS 50 DÓLARES
Uno de los motivos de alegría de los petroleros reunidos esta semana en la capital de Emiratos Árabes Unidos era que vislumbraban un futuro inminente en el que el barril de brent se estabilizara en una horquilla de 50 a 60 dólares, algo que hace solo unos meses parecía fuera de su alcance. Los expertos consultados admiten que el mínimo en torno a los 50 parece asegurado, pero creen precipitado hablar de un equilibrio cercano a los 60.
Harry Tchilinguirian, analista de BNP Paribas, considera que todo dependerá de la habilidad de la OPEP y el resto de productores para mantener una oferta limitada y de la evolución del fracking en EE UU. “Si la OPEP y Rusia no continúan con los recortes, el fuerte crecimiento de la producción y de las exportaciones en EE UU pondrá los precios fácilmente más cerca de los 50 dólares, o algo menos, que de los 60”, afirma Tchilinguirian. El barril de brent se vendía el pasado viernes por 62,72 dólares.