El gobierno de Donald Trump esperó a que el presidente Mauricio Macri dejara Nueva York y regresara a la Argentina. Luego, anunció el último mazazo: ratificó un arancel prohibitivo para las importaciones de biodiésel argentino, que el año pasado habían redituado más de 1200 millones de dólares al país.
En otro fuerte respaldo a la industria local, el Departamento de Comercio de EE.UU. ratificó los aranceles contra el biodiésel argentino por supuestos "subsidios injustos", un paso formal que estaba descontado por el Gobierno y que abrió el camino para llevar el reclamo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), más allá de una última gestión en Washington.
Justamente, ayer la cancillería argentina afirmó en un comunicado que los intentos oficiales de los últimos días "se vieron frustrados frente a la falta de voluntad de llegar a un acuerdo por parte de la industria estadounidense, que se colocó en una postura que resultó inaceptable". Además, dijo, queda ahora abierta la fase de la investigación donde la industria estadounidense deberá probar ante la Comisión de Comercio Internacional (Ustic) el daño. "Si la Comisión de Comercio Internacional no revirtiera esta decisión, el gobierno argentino se reserva el derecho de recurrir al mecanismo de solución de diferencias de la OMC", advirtió la Cancillería.
El secretario de Comercio norteamericano, Wilbur Ross, anunció a través de un comunicado la decisión final de aplicar un arancel a las importaciones del combustible argentino con tasas del 71,45 al 72,28 % por "subsidios injustos", más altas que las anunciadas con anterioridad. En agosto último, Ross había impuesto aranceles provisorios del 57 por ciento.
"El subsidio injusto del gobierno a los productos es algo que el Departamento toma muy en serio", dijo Ross, en un comunicado sobre la medida. "Si bien Estados Unidos está comprometido con el comercio libre, justo y recíproco con todos los países, el gobierno de Trump defenderá a los trabajadores y las empresas estadounidenses injustamente perjudicados", agregó.
El presidente Mauricio Macri señaló en su gira por Nueva York que el gobierno nacional llevaría su reclamo a la OMC. LA NACION había anticipado que el gobierno argentino estaba analizando esa medida. El Departamento de Comercio aguardó a que Macri cerrara su gira para anunciar la decisión, "un gesto", afirmó una fuente en Washington.
Pero, gestos de lado, la amistad y sintonía entre Macri y Trump han sido infructuosas para la Argentina a la hora de cerrar la pelea por el biodiésel. En Washington recuerdan el perfil proteccionista del gobierno de Trump y remarcan que, más allá del cortocircuito comercial, el vínculo político es fuerte y ha brindado avances más sólidos. Un ejemplo: la reciente creación en el Congreso del "Caucus Argentina", un grupo parlamentario abocado a la relación bilateral.
"Ellos tienen totalmente separado el ámbito político del comercial", graficó la fuente, conocedora de la relación bilateral.
En Buenos Aires, el encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos, Tom Cooney, indicó que las negociaciones para llegar a un acuerdo "no prosperaron" y que el conflicto no afectaba la visión de ambos países de que se consideran "socios fuertes".
"Como puede suceder entre amigos cercanos, los socios fuertes como Estados Unidos y la Argentina a veces tienen diferentes puntos de vista sobre un tema", afirmó Cooney en un comunicado.
En 2016, las importaciones de biodiésel de la Argentina a los Estados Unidos sumaron alrededor de 1240 millones de dólares.
La administración de Donald Trump considera que las retenciones, de 27% en el aceite de soja, la materia prima del biodiésel, versus el 0% del biocombustible, son un subsidio implícito para los productores de biodiésel en la Argentina, ya que les permiten adquirir la materia prima a un valor inferior al precio internacional.
La Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio) rechazó "categóricamente" la decisión, mientras que la industria norteamericana, agrupada en la Junta Nacional de Biodiésel (NBB, según sus siglas en inglés), la celebró. "La decisión se basa únicamente en los diferenciales de derechos de exportación entre el biodiésel y el aceite, práctica que no se considera subsidio en el marco normativo de la Organización Mundial de Comercio", dijo Carbio. "La competitividad del biodiésel nacional a nivel mundial no se debe ni a subsidios ni a prácticas de dumping ,y lamento que la industria norteamericana lleve a cabo investigaciones que no se ajustan a los compromisos comerciales multilaterales vinculantes entre ambos países".
La NBB había denunciado a la Argentina por hacer frente a "una avalancha de importaciones subsidiadas" que provocaron "pérdidas de participación de mercado y precios deprimidos", algo que niegan en el gobierno argentino.
LA POLÍTICA ONLINE
La sospecha comenzó a circular apenas algunos medios lo mencionaron. Alex Ingham quedó en el centro de la polémica por el bloqueo de las exportaciones argentinas de biodiesel a EE.UU. en el marco de la gira de Mauricio Macri por Nueva York.
Es que, según pudo averiguar La Política Online con varias fuentes, el Gobierno nacional filtró a la prensa que Ingham era el principal responsable del bloqueo, para ocultar el fracaso de las negociaciones bilaterales. El fracaso quedó confirmado este jueves con un comunicado oficial del Departamento de Comercio de Estados Unidos: el gobierno de Donald Trump impuso sanciones definitivas al biodiésel argentino.
La hipótesis giraba en torno a que, al parecer, el CEO de la multinacional Archer Daniels Midland (ADM) en la Argentina habría tenido intenciones de comprar una empresa del negocio de biocombustibles de la cual ni siquiera trascendió el nombre.
Como la operación se cayó, entonces ADM -con Ingham a la cabeza- habría desarrollado una fuerte estrategia de lobby ante autoridades del gobierno estadounidense para que se bloquee definitivamente el ingreso de biodiesel argentino.
La filtración mediática impulsada por la Casa Rosada, si bien tuvo algún rebote, no pasó a mayores en el sector agroexportador donde de verdad lo conocen a Ingham, que cultiva desde hace décadas un muy bajo perfil empresarial.
"Alex es un típico ejecutivo de multinacional, híper eficiente e inteligente; pero de ninguna manera tiene acceso a la Casa Blanca para torcer una decisión del presidente Donald Trump", comentó a LPO un amigo de Ingham que prefirió no revelar su identidad.
En rigor, ADM no fue la única firma que apeló ante el Departamento de Comercio de EE.UU. que conduce Wilbur Ross para frenar las importaciones de biodiesel argentino, sino que lo hicieron todas las empresas del sector por supuesto dumping.
Las fuentes consultadas cuentan que Macri no está furioso con Ingham (a quien ni siquiera conoce) sino con los propios funcionarios de Cancillería, Agroindustria y Producción que están llevando adelante las negociaciones con EE.UU.
Es decir, funcionarios que acompañaron al presidente a EE.UU. repitieron la estrategia de individualizar un culpable afuera para tapar la falta de resultados concretos, tal como hizo el kirchnerismo con Paul Singer ante el fracaso de las negociaciones con los fondos buitres.
Luego de este revés, la estrategia de la Casa Rosada es llevar el conflicto a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que en este ámbito se resuelva un negocio que representa para el país unos $ 1.200 millones por año.
Para ADM la Argentina es un mercado apetecible dado que el negocio de exportación de granos viene creciendo significativamente. En la campaña 2017/18 se proyecta una producción agrícola de 138 millones de toneladas (53 de soja, 51 de maíz y 18 de trigo).
Ingham tiene 58 años y desempeñó parte de su carrera profesional en la firma Continental que luego quedó en poder de Cargill y es ahí cuando el empresario se desvinculó y comenzó a desarrollar su proyecto para crear la pata argentina de ADM.
Según datos de la consultora Zeni, el año pasado ADM ocupó el cuarto lugar en el ránking de exportadores de granos en la Argentina con envíos que alcanzaron las 6.339.784 toneladas. El podio lo integran, en este orden, Cargill, Bunge y Dreyfus.
El Cronista
La Casa Rosada apuesta a agotar las instancias de litigio, mientras amenaza con acudir a Ginebra para resolver la disputa. El presidente Macri culminó ayer su visita a Nueva York
Tal como anticipó el presidente Mauricio Macri desde Nueva York, el Gobierno argentino prepara una demanda ante los órganos de litigio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para rechazar los aranceles que los Estados Unidos impuso al biodiésel nacional que llega al mercado del norte, alegando la presunta concesión de subsidios a la exportación a los productores y dumping.
La medida preliminar, adoptada en agosto, podría reconfirmarse en las próximas horas a través de una resolución del Departamento de Comercio, que conduce el secretario Wilbur Ross. En ese escenario, el biodiésel deberá pagar un arancel de hasta el 64% para entrar, en el caso de las denuncias por subsidios, y de hasta un 70% por dumping. En ambos escenarios, la producción nacional quedaría fuera de competencia.
El martes, en el marco de su gira en busca de inversiones, el presidente Macri aseveró en diálogo con la agencia Reuters que, de no haber un resultado satisfactorio, la Argentina apelará en Ginebra los altos aranceles impuestos al biocombustible argentino a partir de una demanda del National Biodiesel Board (NBB), en dos causas que avanzan en paralelo: por un lado, los supuestos subsidios a las exportaciones, y por otro, la presunta comisión de dumping.
Pese a ello, las declaraciones de Macri buscaron dar una señal política antes que blanquear el camino a seguir. Previo a acudir a la OMC, el Gobierno esperará la auditoría de la Comisión de Comercio Internacional del gobierno estadounidense (Usitc), que debe confirmar si el ingreso del biodiésel argentino a ese mercado provocó un daño cierto a la industria norteamericana. Ese proceso proseguirá hoy con una audiencia convocada a las 9.40 de Washington, y, en los cálculos del Gobierno, las discusiones se extenderán hasta diciembre.
"Argentina presentará sus argumentos y, si no son atendidos, queda el camino de la OMC", contó un funcionario involucrado en el proceso. La Argentina cuenta con el respaldo de un fallo favorable por un caso similar, impulsado por productores de la Unión Europea en 2013. Luego de cuatro años, el viejo continente abrió nuevamente sus puertas en septiembre. Un tiempo similar podría pasar hasta hallar una resolución definitiva desde Ginebra.
Sin embargo, la disputa llega a pocas semanas de la undécima conferencia ministerial de la OMC, por celebrarse en Buenos Aires y con el Gobierno como anfitrión. Estados Unidos pedirá allí conformar una mesa de trabajo para reformar los órganos de litigio, lo cual podría llevar a futuro a un sustancial cambio de los tribunales llamados a resolver la controversia.
La semana pasada, funcionarios de la Cancillería, Producción y Agroindustria estuvieron en Washington negociando con el equipo de Ross, en busca de suspender o rebajar las trabas. Las negociaciones resultaron infructuosas, al punto que uno de los negociadores reconoció a El Cronista haber sugerido al Gobierno una señal de fuerza.
Con todo, se trata de una disputa entre privados (aceiteros argentinos versus productores norteamericanos) que ambos gobiernos, sin embajadores nombrados, han tratado de resolver. Pero los productores norteamericanos permanecen inflexibles: en una reciente declaración, aseveraron que "no hay nada para observar o negociar" si la Argentina no muestra "un real progreso para terminar con los dañinos impuestos diferencias de exportación y eliminar la práctica de dumping".
Desde Nueva York, el canciller Jorge Faurie admitió que en la relación comercial con la gestión de Donald Trump hay "temas pendientes por resolver". Uno de ellos tiene que ver con la exportación de carne bovina argentina a ese mercado, por lo que se está en "un proceso negociador" que va a continuar en las próximas semanas.