El cobalto ha duplicado su precio en dos años por el coche eléctrico, pero el reciclaje de las baterías y la inestabilidad de las minas apuntan a un incremento exagerado
Los mineros centroeuropeos de la Edad Media fantaseaban con que un duende, conocido como kobold en alemán, robaba la plata de las excavaciones y dejaba en su lugar un metal que, entonces, carecía de valor. La leyenda se extendió tanto que este elemento pasó a recibir el nombre de aquel molesto hombrecillo mítico: el cobalto, hoy "una de las materias primas de moda en los mercados", según reconoce Norbert Rücker, director de investigación de Julius Baer, por su uso en las baterías de los vehículos eléctricos, junto con el litio, que no cotiza, el níquel y el cobre.
Según detalla Norbert Rücker, el precio de los futuros que existen sobre la megatonelada de este metal, en paralelo con la Tesla, se ha duplicado en el último año por "las expectativas de una mayor demanda derivada de la expansión de la producción de baterías eléctricas" para los nuevos vehículos libres de emisiones, hacia los que se está volcando la legislación de los países desarrollados y, también, los nuevos y grandes fabricantes de automóviles.
En el mismo periodo, el níquel repunta un 18 por ciento y el cobre un 50 por ciento, los dos, muy lejos del comportamiento del cobalto. "Es esencial para que estas baterías sean más duraderas y más asequibles", continúa el experto de la entidad suiza Julius Baer. El vehículo eléctrico representa actualmente el 40 por ciento de la demanda de este metal. El resto la componen usos especiales de diferentes industrias, como, por ejemplo, superaleaciones que permiten la producción de piezas muy resistentes.
La pregunta ahora es si el cobalto aún tiene recorrido después del rally que acumula desde hace dos ejercicios. Lo cierto es que desde el máximo histórico que marcaron el 15 de septiembre, en 61.850 dólares por megatonelada, los futuros que cotizan sobre el metal corrigen cerca de un 5 por ciento y, más allá del tirón de las baterías eléctricas, Norbert Rücker enumera distintos factores que demuestran que las expectativas sobre la demanda de cobalto están siendo exageradas y que, a los precios actuales, ha agotado su potencial.
El primero al que hace referencia es "el reciclaje de las baterías", que, en su opinión, si se generaliza "estropeará la historia de crecimiento" que está comprando el mercado. En segundo lugar, incide en que "la evolución de la demanda de cobalto a largo plazo no está clara", ya que, "dependiendo de las ventas de coches eléctricos y del uso de este metal en las baterías crecerá entre un 50 por ciento y un 200 por ciento hasta 2030", según calcula.
También ve un problema en la oferta, debido a que sufre cierta inestabilidad al provenir un 60 por ciento del total de minas situadas en la República Democrática del Congo. La inconsistencia de este país hace que "el diseño de las baterías esté cambiando y el uso de cobalto esté disminuyendo significativamente", destaca el analista del banco suizo.
Tomás Pintó, director de inversiones de renta variable europea de Pictet AM, coincide en este último punto, y añade que no "existen mineras que se dediquen en una proporción importante a la extracción de cobalto", a través de las cuáles se pueda invertir en este recurso. En este sentido, Degussa, LME y Metals Focus, tres de los principales promotores del mercado de metales en el mundo, reconocen en su último informe conjunto que "las compañías mineras son los vehículos principales y más populares mediante los que los inversores y los fondos de inversión que no tienen permitido negociar directamente en el mercado de materias primas obtienen exposición a los metales".
El mayor productor mundial de cobalto es Glencore, que repunta un 400 por ciento en los dos últimos años, pero el porcentaje de ingresos que representa de su cifra de negocio total es inferior al 10 por ciento. El peso no es mucho mayor en ninguna de las mineras que también extraen esta materia prima y el mismo problema surge en torno al litio y el níquel.
Por eso, Tomás Pintó admite que ha tenido que buscar oportunidades relacionadas con otros metales para explotar la eclosión del coche eléctrico. Además de cobalto, de litio y de níquel, el experto de Pictet asegura que tanto los fabricantes de automóviles, como las infraestructuras de carga eléctrica demandarán más cobre. El gestor español admite el carácter cíclico de este elemento y que "si la industria de China -el mayor demandante- tose, el cobre sufrirá", pero destaca que la expansión del vehículo eléctrico generará "una demanda estructural" que aportará estabilidad al precio.
Para aprovechar este contexto, el fondo de inversión que gestiona decidió comprar Kaz Minerals, una minera kazaja cotizada en Londres, que describe como una compañía "muy rentable" y todavía en expansión. Esta empresa repunta casi un 900 por ciento en bolsa en los dos últimos años, después, incluso, de haber corregido un 5 por ciento desde el máximos históricos que marcó el 16 de octubre, sobre las 875 libras.
Además de ser una de las pocas mineras que se dedica casi exclusivamente al cobre, Kaz Minerals destaca por alcanzar un elevado margen bruto -del 52 por ciento-, uno de los mayores del sector. Asimismo, las estimaciones del consenso de mercado que reúne Bloomberg señalan que cerrará 2017 con un ebitda -beneficio bruto- de 850 millones de dólares, casi triplicando las ganancias que consiguió en 2016. De cara a 2018, las mismas previsiones apuntan a que superará los 1.000 millones, protagonizando el mayor incremento respecto a los grandes nombres del negocio con presencia en la City. Este crecimiento propicia que la compañía kazaja cotice con un 40 por ciento de descuento por PER -veces que el beneficio está recogido en el precio de la acción- respecto las 5 mineras más grandes.
Otra forma de ganar exposición al coche eléctrico a través de materias primas es el ETF -producto cotizado- del litio, el Global X Lithium & Battery Tech, que repunta un 65 por ciento en el último año con posiciones en compañías relacionadas con las baterías, como Tesla, Samsung, Panasonic o LG.
MARÍA CHAPPUIS
La periodista María Hernández publicaba en El Mundo de España que el uso del cobalto había impulsado su valor en 114% en el último año, mientras que el cobre subió 50%, el zinc 38%, el plomo25%, el hierro 8%, estaño 5% y el oro sólo 2%.
Sin duda, el uso de este importante componente para la fabricación de baterías de los autos eléctricos ha incrementado su cotización. Sin embargo, los fabricantes están preocupados si contarán con el suministro de este metal, cuya demanda crecerá 20% al año por los próximos años, pero que puede aumentar en un 200% para el 2030, para destinarse a la industria de las baterías recargables.
Según la consultora CRU Group, por primera vez este año se registrará un déficit de 900 toneladas, lo que está provocando que varios fondos de inversión han comenzado fuertemente a comprar futuros de este metal. La industria automotriz prevé que se venderán 14.2 millones de autos eléctricos en el 2025, el 20% de los autos que se fabrican anualmente. Si consideramos que cada auto eléctrico requiere de 8 a 12 kilogramos de cobalto, se estima una demanda de 200,000 toneladas de cobalto.
Glencore, quien recientemente adquirió un paquete mayoritario de la minera peruana Volcan, es considerada como una empresa que controla la producción de cobalto en todo el mundo junto con China Molybdenum, Eurasian Resources Group, Jinchuan o Vale (la operadora de la mina de fosfatos de Bayovar).
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, la inestable República Democrática del Congo concentra el 60% de las reservas mundiales de este metal, pero también viene como subproducto de yacimientos cupríferos, ferrosos y de níquel. Genéticamente se le encuentra en rocas muy antiguas que no se encuentran en el Perú.
Se ha estimado que la concentración de cobalto en la corteza terrestre es de 18 ppm (partes por millón); sin embargo, en nuestro país la concentración normal es de 22 ppm. En las zonas de Las Bambas y Marcona se han encontrado valores de 220 ppm. Mientras que en el macizo Tapo, al este de Tarma, se registró valores de 145 ppm. En la década de los 80, el grupo Rodríguez Mariátegui estudió la posibilidad de extraer cobalto de la mina Río Seco en Ica.