El país vecino ha aumentado su producción de la mano de la inversiones chinas, mientras que Chile -que continúa teniendo la mayor producción y reservas del mundo- es más productivo y posee mayor una estabilidad política y social.
Las 500 mil toneladas más de concentrado de cobre que exportó Perú a China durante el periodo enero-agosto de este año, en que alcanzó 3,22 millones de toneladas y que relegaron a Chile al segundo lugar con 2,72 millones; encendió las alarmas respecto de si la industria del cobre nacional mantendrá su posición de liderazgo en los próximos años.
Aunque existen datos concretos que hablan de la superioridad productiva de las cupríferas nacionales. En 2016, por ejemplo, Chile produjo un total de 5,55 millones de toneladas de cobre versus los 2,36 millones de Perú, lo que se traduce en una participación de 24% y 12% de la producción mundial, respectivamente.
Consultado sobre las ventajas comparativas que tiene Perú, respecto a Chile, que en este minuto lo hacen más atractivo para las inversiones mineras, el profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Central, Osvaldo Segovia, explicó que es posible encontrar ciertos elementos que explican esta situación y que eventualmente podrían convertirse en ventajas comparativas, que terminen siendo atractivas para los inversionistas extranjeros interesados en hacer minería en ese país.
El primer elemento, apuntó el economista, “lo constituye el nivel de impacto y fuerza demostrada por el sindicalismo, específicamente en el principal yacimiento chileno: Escondida, que se tradujo en una paralización de faenas por 44 días y por consiguiente menos producción total, situación que fue diametralmente opuesta en nuestro país vecino, por cuanto su principal yacimiento, Las Bambas, elevó su producción”.
Un segundo factor que reconoce Segovia, y eventual ventaja que está presentando Perú, “es el hecho que han implementado una política que favorece la inversión en nuevos proyectos y grandes expansiones para potenciar la producción de cobre”.
Una tercera variable lo constituye el hecho que, a diferencia de Chile, “el principal consumidor de cobre mundial -China- está presente en la industria minera peruana con elevados niveles de inversiones en importante faenas, con lo que ellos pueden asegurar la provisión del metal rojo en el largo plazo”, dijo.
Esta importante presencia de China en la minería peruana, se explica a su vez por dos causas, siendo la primera de ellas que la inversión en Perú es más barata en comparación a la que habrían realizado en Chile, y en segundo lugar, que existe una mayor comunidad china en Perú que en Chile, precisó el profesor.
Respecto de las ventajas de Chile en relación a Perú, el docente dijo que en términos generales, “nuestro país goza de un sitial de honor en términos de liderazgo minero en la industria del cobre, aunque esta condición se ha visto amenazada en el último tiempo por un importante proceso de fusiones y adquisiciones que vive la industria minera”.
Dentro de las ventajas, especificó, está el hecho de que Chile posee del orden del 30% de las reservas demostradas de cobre a nivel mundial. Otro punto interesante tiene que ver con la eficiencia laboral en la minería del cobre, dado que si bien es cierto Chile tiene un costo laboral superior al de la mayoría de los países de la muestra, este se compensa por una mayor eficiencia en términos de producción. Así lo demuestra el indicador de la eficiencia laboral productiva, que busca medir la eficiencia laboral en forma más objetiva y es formado por la fracción de horas trabajadas en minería por país, dividido por la producción nacional de cobre. “En el caso de Chile se requiere una menor cantidad de horas hombre para producir la misma cantidad de cobre fino que en Perú. Para el 2014, Chile requería solo 31,9 horas hombre para la producción de mil toneladas de cobre, indicador que en el caso de Perú era de 37,6 horas hombre”, detalló.
Otro elemento a tomar en cuenta, a juicio del profesional, “que se puede citar como ventajoso respecto de Perú, es el que dice relación con la estabilidad política, esencial para poder materializar inversión y desarrollar de forma tranquila y sustentable un proyecto de cualquier tipo”.
Líder menos atractivo
Para el jefe del Centro de Desarrollo Empresarial de la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA), Ricardo Muñoz, la posición de liderazgo de Chile en el mercado mundial del cobre, sigue sólida y no está bajo amenaza en el corto plazo, pero reconoce que Perú, que ya se afianzó como segundo productor mundial con el 11,4% de la participación, acortó su distancia.
“Solo para dar un dato, según el último estudio que hizo instituto Fraser, Perú avanzó del puesto 36 al 28, como países mineros atractivos para invertir, y nosotros retrocedimos 28 lugares, es decir, del 11 pasamos al lugar 39 entre 104 zonas analizadas. Eso tiene que ver con que hoy hay condiciones que tienen que ver con la permisología que nos hacen menos atractivos respecto de Perú”, detalló Muñoz.
“Perú ha ido ganando terreno y hoy se posicionó como el segundo productor de cobre del mundo, pero Chile, con todo lo que ha perdido en participación de mercado, el número uno y todavía tenemos un buen margen, pero que Perú ha ido aumentando, ha ido aumentando”, agregó el personero de los industriales.
“Nos hemos quedado en los laureles y la ventaja con Perú se ha ido estrechando y para revertirlo Chile tiene que volver a ser atractivo, tiene que iniciar una campaña para atraer inversores y simplificar los permisos que son múltiples. Hoy hay proyectos mineros que necesitan hasta 600 permisos”, aseguró.
La producción chilena de cobre en 2017 se situaría por debajo de 5,6 millones de toneladas, con un alza de 0,8% respecto del año previo. Cabe hacer presente que en 2016 la producción anotó una baja de 3,8%. Vale decir, en el crecimiento proyectado para este año también influye la baja base de comparación de 2016. En tanto, para 2018 se proyecta una producción de 5,9 millones de toneladas y un crecimiento de 5,9% respecto de 2017, detalla Cochilco en su informe “Tendencias del Mercado del Cobre 2017”.
de la producción de cobre del mundo alcanzó Chile en el año 2016, con 5,5 millones de toneladas. 26,7%
de la producción de cobre del mundo totalizó Perú durante 2016, con 2,3 millones de toneladas. 11,4%
Podría argumentarse que tal vez la demora de las inversiones no sea tan mala para Chile, si ella provoca escasez en el mercado mundial del cobre, impulsando aún más el alza de su precio y de nuestros ingresos.
Con el cobre cotizándose en torno a los tres dólares por libra -un alza de más de 30% en los últimos doce meses-, comienza a volver el optimismo al sector minero. Consultados por este diario, varios ejecutivos de empresas constructoras vinculadas al rubro dijeron advertir auspiciosos "movimientos" en los grandes proyectos del sector, mencionando los de Quebrada Blanca, Spence y Pelambres, además de los de Codelco.
En el mismo sentido, aunque con cautela, se expresaron las empresas proveedoras: aún "no llueve, pero está empezando a gotear", precisa Pascual Veiga, el presidente de su asociación (Aprimin). Pero la viabilidad de las nuevas inversiones no solo está sujeta al precio, sino también a permisos ambientales, conflictos políticos, litigios judiciales. De allí que cifren sus esperanzas "desde 2018 en adelante" y sostengan que previamente deban despejarse "las incertidumbres eleccionarias".
Lo que está en juego es crucial para el desarrollo de Chile. De acuerdo a Cochilco, hay US$ 65.000 millones en proyectos mineros susceptibles de echarse a andar. Su impacto sobre nuestra futura producción de cobre -afectada por la declinación de la ley media de los yacimientos- puede ser sustancial. Pero además, como se constató entre 2010 y 2012, sus efectos multiplicadores sobre el resto de las actividades productivas, así como sobre el empleo y los salarios en las regiones mineras y en el país entero, pueden ser muy potentes.
Desgraciadamente, los permisos ambientales necesarios para llevarlos a cabo están tardando mucho y suelen ser luego objetados en las instancias de apelación política o judicial. En palabras de Javier Hurtado, gerente de estudios de la Cámara de la Construcción, "en Chile, se ha perdido la predictibilidad".
Podría argumentarse que tal vez la demora de las inversiones no sea tan mala para Chile, si ella provoca escasez en el mercado mundial del cobre, impulsando aún más el alza de su precio y de nuestros ingresos. Pero no estamos solos en ese mercado. Perú se está transformando en competidor poderoso, recibiendo vastas inversiones mineras y aumentando rápidamente su producción.
El profesor Gustavo Lagos, de la Universidad Católica, comentaba en carta a este diario sobre la imponente feria empresarial minera celebrada recientemente allá, la que en su opinión ha eclipsado a nuestra Expomin. Un estudio de la consultora Plusmining ha llamado la atención acerca de que más del 80% de los proyectos nacionales son expansiones de minas existentes.
En Perú sucede al revés: los yacimientos nuevos representan tres cuartas partes de la cartera de proyectos y su monto total es 47% superior al nuestro. La diferencia puede obedecer a que nuestro desarrollo minero es anterior, pero también, como acota Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, a que las dificultades políticas y judiciales que enfrentan tales proyectos se han probado mayores: "La señal que se ha estado dando -dice- es la de no desarrollar nuevos proyectos, sino simplemente expandir faenas ya existentes". Por cierto que el malhadado proyecto Dominga es un ejemplo de ello.
La preocupación por facilitar las inversiones es compartida por las principales candidaturas presidenciales. Tanto el ex Presidente Piñera como el senador Guillier han hablado de instalar una instancia en la administración del gobierno -incluso en La Moneda, plantea este último- para ayudar a los inversionistas en la azarosa tramitación de sus proyectos.
La idea es valiosa. En el gobierno anterior operó algo semejante desde el Ministerio de Economía y el actual la ha aplicado en el de Energía. Pero más allá de sus méritos, la solución de fondo parece tener que ver más con la modificación de leyes y reglamentos -por ejemplo, en lo ambiental y lo indígena- que con una mera mejoría en su tramitación.
Es comprensible que los candidatos prefieran no herir la sensibilidad ambiental o indigenista de potenciales votantes con propuestas que pueden ser mal entendidas, pero si plantean con claridad los cambios que propugnan, el voto puede conferirles el mandato ciudadano necesario para, llegados al gobierno, vencer las dificultades políticas y actuar en consecuencia.