Laura Suárez y Ana Aguirre trabajan en la mina Veladero en San Juan y cuentan su experiencia manejando perforadoras a 4.500 mts de altura.
En los últimos años las mujeres han avanzado sobre terrenos que solían ser impensados, demostrando que eran capaces de igualar el desempeño de los hombres en lugares considerados tradicionalmente masculinos. Uno de esos terrenos es la minería, donde según la Cámara Argentina de la Empresa Minera, las mujeres ya ocupan más del 10% de los puestos trabajo. Dentro de ese porcentaje, se encuentran Ana Aguirre y Laura Suárez quienes llegaron a la mina Veladero, San Juan, hace 7 y 9 años respectivamente.
Para ambas la puerta de entrada fue una convocatoria a manejar camiones. “Soy de Iglesia, el pueblo en donde está la mina y siempre quise ir. Primero no me animaba y después me enteré que ofrecían puestos de trabajo para manejar camiones y decidí postularme, pasé las entrevistas y entré en agosto de 2010”, relata Ana, de 31 años, quien en ese momento se encontraba estudiando magisterio.
El caso de Laura fue distinto. Tiene 45 años, es madre de 5 hijos y había trabajado en emprendimientos de uva y cuidando ancianos. Cuando vio la convocatoria – que representaba una oportunidad monetaria importante- decidió presentarse. “En ese momento no sabía nada de motores, así que me senté a estudiar. Di las pruebas de manejo y quedé”, cuenta orgullosa. Trabajó trasladando materiales durante 5 años, pero había un área que le interesaba y que quería conocer: el manejo de las perforadoras.
Ninguna mujer había trabajado en esa área hasta el momento por lo que a Laura le tocó insistir hasta que lo logró y se convirtió así en la primera mujer perforista en Veladero. “Me encanta ser perforista, es una profesión en la que todos los días se adquiere experiencia. No todas las máquinas son iguales, la diversidad de equipos te permite aprender y cada pozo que hacés es diferente”, explica
Después de Laura, le siguieron otras mujeres como Ana que ya es perforista hace 3 años y medio. “Es un trabajo más técnico y profesional. Actualmente trabajo con una perforadora que hace unos 20, 30 metros y estoy por pasar a manejar una máquina que hace otro tipo de perforación, más metros y una nueva tecnología. Me gustaría seguir especializándome en esto”, cuenta Ana y recalca: “Es algo que podemos hacer a la par de los hombres sin ningún problema y hasta a veces lo hacemos mejor porque tenemos más delicadeza, cuidamos más los equipos. Sólo hay que animarse”.
Actualmente en Veladero están trabajando a 4.500 metros sobre el nivel del mar en el corazón de la cordillera con temperaturas de 25 grados bajo cero en invierno y 3 grados bajo cero en verano. Los turnos de trabajo son de 12 horas, tanto de día como de noche y los 15 días en los que están en Veladero se alojan en un hotel donde tienen todas las comodidades: habitación con baño privado, gimnasio, sala de recreación, televisión por cable e internet. Una vez que finaliza el periodo en la mina bajan al pueblo otros 15 días donde aprovechan a descansar y pasar tiempo con sus seres queridos.
En los 15 días que pasa en Veladero, Laura se mantiene comunicada con sus hijos todos los días. “Aprovecho las horas de descanso para ayudarlos con la tarea, sé qué exámenes tienen y como les está yendo en el colegio o en la facultad, estamos en contacto permanente”, relata Laura, que cuenta con la ayuda su madre, que vive con ellos. Gonzalo, su hijo más grande entró a trabajar en Veladero hace 4 meses.
“Al principio mi papá no quería saber nada, le daba miedo que me lastimara”, cuenta Ana. “Pero después cuando vio que era lo que me gustaba, que disfruto estar en la mina y que trabajamos tomando todos los recaudos y de forma responsable para disminuir los riesgos, lo aceptó. Si bien cuesta estar lejos de los seres queridos yo ya me acostumbré y considero que mis compañeros de Veladero son mi familia también”, concluye.