Las empresas confiesan que la competencia por conseguir contratos ha aumentado fuertemente, al igual que las exigencias de los mandantes en materia de productividad y relación con las comunidades.
El clima mejoró para las constructoras que trabajan en la minería. El aumento del precio del cobre les trajo una temperatura más grata y nuevas opciones de trabajos.
Hace un año, cuando el valor del metal rojo persistía en torno a los US$ 2,1 la libra, las constructoras que se habían volcado con fuerza a la minería en medio del boom de ese rubro luchaban por conseguir contratos en el sector energía, industrial, forestal e infraestructura, para compensar el "bajón" minero.
Pero el pasado 25 de agosto el cobre subió de los US$ 3 la libra por primera vez después de 33 meses y hasta ahora se ha mantenido levemente por debajo de esa barrera, encendiendo los ánimos de esta industria que visualiza inversiones por US$ 64.856 millones a 2026, según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco).
Aunque ese monto está lejos de los US$ 112.556 millones en proyectos que en 2013 se preveían para el decenio siguiente, la mayoría de las grandes constructoras "mineras" afirma que se advierte una reactivación de la actividad extractiva. Pese a que aseguran que seguirán con un pie en otros negocios, apuestan a que resurjan nuevas inversiones privadas en minería, ya que las de Codelco se han mantenido vivas, admiten.
Las constructoras reconocen que el mayor precio del cobre es clave para que aparezcan nuevas iniciativas, sin embargo, advierten que los problemas relacionados con la obtención de permisos ambientales preocupan al sector.
El gerente de Estudios de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), Javier Hurtado, advierte que hoy las autorizaciones aprobadas pueden perderse, lo que desmotiva a los capitales privados. "En Chile se ha perdido la predictibilidad", asegura.
Otra de las inquietudes de las constructoras son las elecciones presidenciales. Varios ejecutivos confiesan -en privado- que en el sector esperan que el próximo presidente sea "pro mercado", lo que abriría las puertas a más inversiones a partir de 2018.
"No llueve, pero está empezando a gotear", afirma Pascual Veiga, presidente de la Asociación de Proveedores Industriales de la Minería (Aprimin), quien sostiene que una vez que el precio del cobre se estabilice por tres a cuatro meses en torno a los US$ 3 la libra y se despejen las incertidumbres eleccionarias, se comenzarían a ejecutar más proyectos de expansión minera.
"Hoy se nota una mayor actividad en cuanto a requerimientos y cotizaciones. Se están tanteando cómo serían las entregas, las renovaciones de equipos e incrementos de flotas, pero todo pensando desde 2018 en adelante", indica Pascual Veiga.
Javier Hurtado añade que los inversionistas están esperando una mejoría en las expectativas, aunque reconoce que el incremento del valor del cobre está aumentando la productividad de las faenas que ya estaban en operación.
El dinamismo minero que admiten las constructoras, de todos modos, se está dando en un escenario de nuevas exigencias en productividad y mayor competencia. Algunas empresas comentan que a ciertas licitaciones llegan más de 10 interesados, pero que la experiencia y seriedad del postulante son una ventaja.