Donald Trump vuelve a sembrar el suspenso, esta vez con el futuro del acuerdo nuclear con Irán. El presidente ha dejado entrever que Estados Unidos no quiere seguir vinculado al acuerdo que tanto costó alcanzar. Ya ha tomado una decisión, asegura, pero aún no la revelará.
Alemania y otros países están preocupados: el ministro de Exteriores germano, Sigmar Gabriel, alertó a la Asamblea General de la ONU en Nueva York del peligro que conllevaría la “destrución del acuerdo.”
Durante muchos años la comunidad internacional negoció para integrar a Irán en un pacto vinculante y su firma en julio de 2015 se consideró histórica.
Con el acuerdo firmado por Irán con Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania se disipaba la preocupación del peligro de que el país persa pudiera fabricar una bomba nuclear. Para ello, Teherán sometía su programa de enriquecimiento de uranio a un sistema de limitaciones y controles durante 25 años, a cambio del levantamiento de las sanciones por parte de Occidente.
El Gobierno estadounidense debe comunicar al Congreso cada 90 días si Irán cumple las condiciones del acuerdo. Bajo la presidencia de Trump lo ha hecho ya dos veces. El próximo plazo vence el 15 de octubre y Trump ha dejado entrever que podría dar la espalda al acuerdo, tras volver a calificarlo de “mal acuerdo.”
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) vigila muy estrictamente todas las instalaciones nucleares del país. Según el acuerdo, Teherán ha reducido sus centrifugadoras necesarias para enriquecer uranio de 19.000 a 6.000. El país sólo puede enriquecer material radiactivo a un 3,67 por ciento. Además ha reducido sus existencias de uranio enriquecido de casi 12.000 kilogramos a 300 kilos, algo que tendrá que mantener durante 15 años.
En el caso del agua pesada que puede utilizarse en reactores capaces de fabricar plutonio apto para armas, se permiten 130 toneladas, un valor que Irán sobrepasó ligeramente en dos ocasiones, pero que inmediatamente volvió a corregir tras una petición del OIEA.
Incluso el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, atestó el miércoles que el Gobierno iraquí cumplía las condiciones.
Tiene principalmente una justificación política y estratégica. Su Gobierno estudia si el acuerdo responde al interés de seguridad nacional de Estados Unidos. Washington ve a Irán como un enemigo de Estados Unidos, un factor desestabilizador en Oriente Medio, así como un financiador y apoyo del terrorismo.
Trump y sus ministros han dicho en reiteradas ocasiones que Teherán no cumple el “espíritu” del acuerdo: Tillerson se refirió a un párrafo del acuerdo, en el que se pide a Irán que preste una contribución “positiva” a la seguridad de la región, algo que Teherán no ha cumplido, cree el jefe de la diplomacia estadounidense. Como prueba de ello mencionó los test de misiles iraníes y el papel de Teherán en las guerras de Siria, Yemen o Irak.
En Siria, apoya al presidente Bashar al Assad, que Washington una vez quiso derrocar, mientras en Yemen y en Irak apoya a las milicias chiitas, así como a Hizbolá en Líbano.
En opinión del Gobierno estadounidense, el mayor problema del convenio es por tanto que Irán no ha frenado su política agresiva. Muchos analistas alegan sin embargo, que esto no formaba para nada parte del acuerdo.
No directamente, como dijo también la embajadora en la ONU Nikki Haley recientemente. Trump tendría que acudir al Congreso, que tendría 60 días para decidir si volver a poner en vigor las sanciones contra el país persa. Si los diputados accedieran, Estados Unidos pasaría a incumplir su parte del acuerdo, lo que supondría de facto una salida del mismo que podría desencadenar un efecto dominó.
Según el presidente Hassan Rohani, la República Islámica actuaría en ese caso con “mano libre” y estaría en una postura “más fuerte y mejor” que antes. Sin embargo, el mandatario no quiere romper el pacto, pero podría verse sometido a una fuerte presión de los seguidores de la línea dura dentro del país para responder al paso de Estados Unidos.
¿Estaría Irán dispuesto a nuevas negociaciones?
No. No habrá una renegocaición del acuerdo, dijo Rohani. “Es un acuerdo que requirió negociaciones de dos años para determinar cada palabra y frase“, dijo. Lo mismo vale para los plazos acordados de limitaciones y controles por parte del OIEA, que van hasta 25 años.