DAMIÁN KANTOR
Es extraordinario la cantidad de cosas que puedes hacer estallar. Soy un afortunado de tener aún todos mis dedos”, declaró una vez Elon Musk, fundador de Tesla, el fabricante de autos eléctricos surgido del Silicon Valley. Tras desplazar sucesivamente a GM, Ford y BMW, Tesla es hoy la cuarta automotriz más valiosa del mundo, con un valor de mercado de casi US$63.000 millones. Recientemente, Steve Wozniak, exsocio de Steve Jobs, consideró que Tesla es más innovadora que Apple, y que “ha centrado sus energías en apostar por cosas arriesgadas”.
Musk adora el riesgo, precisamente. Este sudafricano de 46 años reúne muchas cualidades y defectos de los grandes líderes de la alta tecnología, como Jobs, Bill Gates, Larry Ellison y Andy Groove: obsesivo y tenaz; soñador e impulsivo; incansable y algo megalómano. Tras un fracasado intento por poner un satélite en órbita, Musk manifestó: “Optimismo, pesimismo, al carajo con eso. Estoy totalmente determinado a hacer que funcione”. Siempre mirando al cielo, ironizó una vez que le gustaría morir en el planeta Marte, “pero no a causa de un impacto”.
“Es extraordinario la cantidad de cosas que puedes hacer estallar. Soy un afortunado de tener aún todos mis dedos”.
Además de Tesla, Musk fue cofundador de PayPal, SpaceX (transporte aerospacial), SolarCity (energía solar) y Zip2 (guías de viajes de ciudades). Nacido en junio de 1971, en Pretoria, el empresario se diferencia de Jobs y de Gates, ya que posee un extenso y florido curriculum académico, con títulos en Economía y Física de las universidades de Queen (Canadá), Pensilvania y Stanford (EE.UU.). “Cuando estaba en la universidad, lo quería estar involucrado en cosas que cambiarían al mundo”, señaló.
Y lo está haciendo. Las acciones de Tesla, por ahora, no se corresponde con los balances. En 2016, la compañía, cuya casa matriz está en Palo Alto, California, despachó al mercado casi 84.000 vehículos, que contrastan con las 10 millones de unidades de General Motors, la mayor automotriz norteamericana. Muchos analistas sostienen que Tesla está sobrevalorada, pero para otros, está a la vanguardia del sector. “Pocas personas saben que empezamos Tesla cuando GM retiró todos sus coches eléctricos en 2003 y los destruyó en un depósito de chatarra”, justificó Musk.
La cotización en alza tiene otra explicación. El mes pasado, la compañía empezó a entregar los primeros Model 3, en sus dos versiones, cuyos precios que parten de los US$35.000 (US$27.000 con los subsidios), es decir, menos de la mitad que las unidades de alta gama, de las series Model X y Model S. “En Tesla no nos detendremos hasta que cada automóvil en el camino sea eléctrico”, resumió Musk en una entrevista.
“Cuando estaba en la universidad, lo quería estar involucrado en cosas que cambiarían al mundo”.
Los inversores creen -y apuestan- por sus predicciones. Estados Unidos es el segundo mercado mundial para las automotrices, con 18 millones de unidades vendidas. Desde allí, Tesla intenta escalar con sus vehículos. En concreto, la compañía pronosticó que “los cambios que estamos llevando a cabo en nuestras instalaciones nos permitirán aumentar la producción del Model 3 de 5.000 a 10.000 unidades por semanas durante 2018”.
El éxito del Model 3, un sedán 4 puertas de gama media a propulsión eléctrica, fue inmediato. Desde el anuncio de su lanzamiento, 6 meses antes de iniciar la producción, le empresa recaudó US$4.000 millones en efectivo en los primeros tres meses del año, “la cifra más alta alcanzada en un trimestre en toda la historia de la empresa”. Sin embargo, en los últimos 5 años las pérdidas se calculan en US$2.300 millones. No es la primera vez que pasa. No se hace un coloso de un día para el otro.
Los vehículos eléctricos tienen buenas perspectivas, pero a largo plazo. Un estudio de Accenture estimó que “hacia el año 2025 los vehículos eléctricos alcanzarán entre el 2% y el 3% del parque automotor, mientras que, en los países desarrollados, la industria tendría una adopción de 5% o más”. Pero añade que entre las personas interesadas en los productos de consumo eficiente, “ubican los vehículos eléctricos dentro de su top 5 de los productos/servicios más deseados, y 40% de ellos contempla la idea de adquirir uno”.
Exitos y fracasos La lista de éxitos de Musk es tan larga como la de sus fracasos. Al igual que Jobs, que fue despedido por el directorio de Apple, Musk perdió su puesto de CEO en PayPal (la compañía que cofundó con Peter Thiel y que posteriormente fue comprada por eBay), mientras estaba de luna de miel: “Eso pasa por irme de vacaciones”, reflexionó con algo de humor al recordar el episodio. No fue el único caso: en 1996, también lo despidieron de su cargo como director ejecutivo en Zip2, y en 2000, casi se muere de malaria cerebral en un viaje de placer: “Las vacaciones -otra de sus frases más celebres- pueden matarte”.
En 2000 casi se muere de malaria cerebral en un viaje de placer: “Las vacaciones -otra de sus frases más celebres- pueden matarte”.
En 2017, la fortuna de Musk aumento a US$15.600 millones, según el ranking de multimillonarios de Forbes. El olfato para los negocios le viene de lejos. Por caso, en 2002, cuando vendió Zip2 a Compaq en US$341 millones, Musk embolsó US$22 millones. Por la venta de PayPal a eBay (en US$1.500 millones), el empresario obtuvo US$165 millones. Con esos fondos, precisamente, pudo fundar Tesla y el resto de las tecnológicas, como SpaceX, cuyo objetivo a largo plazo es la colonización de Marte.
La crisis de 2008 casi lo voltea. Musk lo describe como “el peor año de mi vida”, con Tesla, SpaceX, SolarCity perdiendo grandes sumas de dinero, lo que lo llevó a vivir, según confesó a muchos de sus íntimos, de préstamos personales. “No, nunca me doy por vencido. Tendría que estar muerto o completamente incapacitado”, reflexionaba.
“Si algo es lo suficientemente importante, incluso si las probabilidades están en tu contra, lo deberías hacer igual”.
Sobre los infortunios y los derrapes en su larga carrera, Musk tenía cosas para decir: “Si algo es lo suficientemente importante, incluso si las probabilidades están en tu contra, lo deberías hacer igual”. Con respecto a los experimentos fallidos, los justificaba y hasta les daba aliento. “Si las cosas no están fallando, es porque no estás innovando lo suficiente”, explicó en una entrevista.
Sobre su personalidad taciturna y su carácter esquivo, su padre Errol, un ingeniero electrónico, dijo en alguna ocasión: “Elon ha sido siempre un pensador introvertido. De manera que mientras mucha gente iba a una fiesta u lo pasaba bien bebiendo y hablando de todo tipo de cosas, como rugby o deportes, Elon había encontrado la biblioteca del anfitrión y se sumergía en sus libros”.
El último anuncio de Musk tiene que ver con Neuralink, una startup que el propio empresario define como “lazo neural”. Se trata de un ingreso por costados impensados hacia el negocio de la inteligencia artificial, un tema por el cual polemizó recientemente con Mark Zuckerberg, de Facebook. Musk reclama que el Estado debe regular la actividad frente a los peligros que eso supone. “Con el tiempo creo que veremos una convergencia entre la inteligencia biológica y la digital. Tiene sentido porque aporta más ancho de banda y velocidad de conexión entre el cerebro humano y la versión digital del mismo”, indicó.