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Abimael preso, 25° aniversario: Escriben Félix Reategui y Augusto Álvarez Rodrich
12/09/2017

¿Cómo tomar el aniversario de la captura de Abimael Guzmán?, por Félix Reátegui

MINING PRESS/ENERNEWS/El Comercio

FÉLIX REÁTEGUI

La captura de Abimael Guzmán es un hito en la lucha por los derechos humanos”.

Hoy se cumplen 25 años desde la captura de Abimael Guzmán Reinoso, el fundador y jefe máximo de Sendero Luminoso (SL). Es una fecha que debe ser recordada en nombre de las decenas de millares de víctimas de esa organización que se caracterizó por su fanatismo, por su terrorismo sistemático y, más ampliamente, por la atrocidad con la que quiso imponer su supuesta revolución.

Los habitantes de las grandes ciudades recuerdan a Sendero Luminoso por sus actos de sabotaje y, sobre todo, por las explosiones que dejaban decenas de personas muertas, mutiladas, heridas, aterrorizadas. A la hora de hacer el balance del terror urbano, son menos los que recuerdan la aniquilación selectiva de líderes populares –dirigentes de barrios que cerraban el paso a Sendero Luminoso en sus comunidades– y el asesinato diario de policías. 


Pero si las ciudades guardan una aguda memoria de la violencia armada, ninguna historia de la época o representación de SL sería precisa ni justa sin la experiencia rural y andina. Fue en el campo donde SL perpetró las mayores atrocidades, donde las masacres y el sometimiento por las armas cobraron el mayor número de víctimas. Fue en los Andes donde SL se reveló como lo que fundamentalmente es: una organización sanguinaria y un proyecto fanático y profundamente racista para el cual los pobres del Perú solo eran instrumentos al servicio de una idea. Un proyecto totalitario, en suma.

Por ello, la captura de Abimael Guzmán es un hito en la lucha por los derechos humanos. Y, tanto como su captura, es importante el hecho de que haya sido juzgado con severidad y también con pulcritud procesal –las democracias, las sociedades racionales no actúan movidas por la venganza, sino en cumplimiento de la ley–. La sentencia por la que se le condena es una reivindicación de las víctimas y, si hubiera sido adecuadamente difundida y conocida, habría sido, también, una importante lección cívica y humanitaria para nuestra sociedad.

La captura y el juzgamiento de Abimael Guzmán, más allá de su fundamental importancia en el fin de la violencia armada, contienen importantes lecciones que no siempre han sido oídas. Una de ellas reside en el proceso que condujo a su arresto y a la consiguiente derrota de SL. Mientras el gobierno de entonces desarrollaba una táctica clandestina de guerra sucia que no solo era criminal, sino también ineficiente, un equipo policial mostró cuál era el camino adecuado para derrotar al terrorismo. Todavía no hemos asimilado la enseñanza existente en ese contraste, y hay quienes insisten en creer que la brutalidad subversiva solo puede ser contrarrestada con brutalidad estatal. Esa celebración de la violencia, aun si es inconducente, es un espejo invertido del raciocinio senderista. 

Y ahí se encuentra otra tarea pendiente. SL fue merecidamente derrotado y sus dirigentes altos y medios están cumpliendo condenas de cárcel proporcionales a sus crímenes. Pero la sociedad peruana se ha resistido a elaborar un pensamiento, a madurar una sensibilidad, que no sea solamente un repudio a SL en concreto, sino un rechazo general, basado en principios, anclado en el sentido común democrático, de la violencia, la marginación y el abuso en la vida pública peruana.

Este aniversario es una fecha de celebración y de conmemoración. Abimael Guzmán debe ser recordado como uno de los mayores criminales en la historia del Perú contemporáneo. Pero para que este aniversario sea, de verdad, la conmemoración de un triunfo democrático, nuestro recuerdo debe estar centrado en las víctimas de la violencia senderista, en la memoria de esos policías asesinados en los centros urbanos, de los campesinos masacrados en Lucanamarca, de los comuneros asediados en Chungui, de las víctimas de las explosiones en Lima, de los pueblos asháninkas sometidos al cautiverio y casi al genocidio. Es por la memoria de las víctimas que debemos aprender el valor permanente de la paz. El Perú todavía se resiste a hacer ese aprendizaje.

Apología de la ignorancia

LA REPÚBLICA

Augusto Álvarez Rodrich

Es absurda y ridícula la cacería de brujas lanzada por un grupo de papanatas que cree que la mejor manera de combatir a Sendero Luminoso es obviando su existencia, y que, por tanto, no se deberían divulgar reportajes periodísticos, libros o películas sobre los años del terror.

Es un pensamiento parecido al de los fujimoristas que pretenden reescribir la historia para cambiar los pasajes de su trayectoria que los pintan como banda del crimen organizado.

La gritería en la dirección de no hablar nada de Sendero para no promoverlo es antigua, pero se ha reactivado ahora que se cumple el aniversario 25 de la captura de Abimael Guzmán que marcó el inicio del fin de la lucha armada de su grupo terrorista.

Una derrota total en el plano militar pero aún pendiente en el ideológico. La evidencia es el Movadef.

Pero la mejor manera de lograr esa batalla final en el mundo de las ideas no es ocultando lo que hizo Sendero sino, por el contrario, conociéndolo en profundidad y entendiendo cómo logró captar a militantes que, en algunos casos, están saliendo de la cárcel en estos días tras cumplir condenas de veinticinco años.

La cacería de brujas empezó la semana pasada por un gran reportaje de la revista Somos sobre Maritza Garrido Lecca, el cual fue usado para atacar a El Comercio principalmente por los fujimoristas, que quisieran que ese diario se convierta en parte de la prensa chicha utilizada en los noventa y que tiene hasta hoy algunas réplicas lamentables.

En vez de esconder a SL, para combatirlo en el plano de las ideas hay que conocerlo y entenderlo.

Por ello, es muy importante revisar la documentación que se ha producido sobre SL, especialmente la que se estrena en estos días.

Empezaré por lo que ya leí y, en ese sentido, recomiendo, sin duda, el estupendo libro del periodista Umberto Jara Abimael: El sendero del terror que incluye, entre otras revelaciones, un manuscrito de 400 páginas escrito por el propio cabecilla de SL.

También es valioso el libro del historiador Antonio Zapata La guerra senderista. Hablan los enemigos con el testimonio de Elena Iparraguirre.

Pronto leeré, con expectativa, el libro del periodista Carlos Paredes La hora final con primicias como que George Bush se enteró de la captura de Abimael antes que Alberto Fujimori, y el libro que hoy publica La República La captura. E iré al cine a ver La hora final de Eduardo Mendoza.

Leer y entender no producen Alzheimer ni vuelven a uno terrorista, como creen los fujimoristas. Lea y conozca, nomás, no hace daño.


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