ALIETO ALDO GUADAGNI*
El mundo enfrenta el desafío del cambio climático, fenómeno perjudicial para nuestro planeta causado por las emisiones de gases originados por el consumo de petróleo, carbón y petróleo, al cual se agrega la deforestación. Todos los días somos informados de los crecientes perjuicios provocados por el cambio climático en los mares y los continentes, altas temperaturas, incendios, inundaciones, elevación del nivel del mar y extinción de numerosas especies animales.
Por esta razón es positivo señalar que la política energética argentina ya ha comenzado a promover las nuevas energías limpias, es decir que no emitan CO2. Se trata de una opción estratégica distinta a la vigente en el periodo 2003-2015, años en los cuales nuestra política energética expandió preferentemente la oferta eléctrica contaminante y dejo de lado la energía limpia. Basta señalar que de cada 100 KWH adicionales generados entre el 2007 y el 2015 por nuestro sector eléctrico nada menos que 93 fueron contaminantes, debido a la escasa inversión en las energías renovables y la gran preferencia por unidades de generación que consumían combustibles fósiles.
Esta opción de política energética, que se adoptó sin prestar atención a los efectos negativos de las emisiones contaminantes, se implementó sin tampoco prestar atención al hecho que al mismo tiempo, año a año, sistemáticamente caían nuestra producción de gas como la de petróleo. Baste señalar que en el 2003 producíamos un 45 por ciento más de petróleo y un 13 por ciento más de gas que en 2016.
Este escaso desarrollo de las energías limpias en la última década originó, como era de esperar, un fuerte incremento en el consumo de gas y derivados del petróleo importados del exterior. Como aumentó la generación de energía eléctrica utilizando preferentemente combustibles fósiles contaminantes, pero al mismo tiempo todos los años caía nuestra producción de petróleo y gas, desde el 2007 nuestras importaciones gasíferas aumentaron más de 6 veces. Lo mismo ocurrió con las importaciones de derivados de petróleo para generar energía eléctrica que, por ejemplo, se multiplicaron más de 3 veces en el caso del gasoil.
Estas crecientes importaciones de combustibles afectaron negativamente nuestra débil balanza comercial y al mismo tiempo agravaron el déficit fiscal del anterior gobierno, ya que los altos precios en dólares de estas crecientes importaciones no fueron transferidos a los usuarios, sino que el estado los absorbió vía subsidios fiscales.
En el 2007, la balanza comercial energética exhibía un superávit de 4200 millones de dólares, mientras que posteriormente esta cifra año a año pasaba a ser crecientemente negativa, llegando en el 2015 a registrar un déficit de 4100 millones. El deterioro fue tan grande que entre el 2007 y el 2010 se registró un superávit comercial energético de 15600 millones de dólares, mientras que entre el 2011 y el 2016 tuvimos un déficit de casi 19.000 millones.
Las consecuencias negativas de todo este retroceso energético se reflejaron lamentablemente también en un grave deterioro ambiental, evidenciada por el gran incremento en las emisiones contaminantes provocadas por la generación eléctrica, orientada casi exclusivamente a los equipos térmicos. Como hemos indicado, de cada 100 KWH adicionales generados en el 2016 con respecto al 2007 nada menos que 93 fueron contaminantes. Por esta razón las emisiones de CO2 del sector eléctrico argentino son ahora casi el triple que las registradas en el año 2003.
Existe ahora una distinta orientación energética que presta creciente atención a la necesidad de preservar el planeta de los riesgos del cambio climático. Por esta razón las energías renovables están tomando ahora el liderazgo en el proceso inversor de origen privado, estimulado por esta distinta visión de la relación entre la energía y el medio ambiente global.
En el 2016, en el marco de la COP 22 de Naciones Unidas celebrada en Marrakech, nuestro país presentó un compromiso de carácter internacional más ambicioso que el presentado por el anterior gobierno en París en diciembre del 2015, ya que ahora se apunta a lograr una reducción futura del actual nivel de emisiones contaminantes. Las energías limpias de carácter renovable, serán en nuestro país en los próximos años una pieza clave en lograr este objetivo. En la próxima COP 23, que se celebrará en Bonn en noviembre de este año se podrán presentar estos avances como nuestra contribución a esta tarea que es ya responsabilidad de todos en esta Tierra.
*Ex secretario de Energía. Academia Argentina de Ciencias del Ambiente