Como si fuera un revival, ahora el equipo económico está encabezado por Nicolás Eyzaguirre y Jorge Rodríguez Grossi, al igual que durante el Gobierno de Lagos.
El conflicto escaló. La burbuja se rompió, y Michelle Bachelet batió su propio récord, y en 27 años se transformó en el único Presidente en cambiar dos veces al Ministro de Hacienda en su período. Pero esta vez, la situación parece ser más dramática, ya que Valdés no se fue solo, sino que acompañado de su equipo económico: el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco y del ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes.
Si bien la salida de Valdés de materializó ayer, la decisión del ex secretario de Estado quedó prácticamente tomada el miércoles luego de reunirse por cerca de 40 minutos. En ese encuentro, fuentes cercanas comentan que el cara a cara entre la Presidenta y Valdés fue muy duro. Que ella no era partidaria de que se fuera, pero que necesitaba que cambiara su discurso y se alineara con el Gobierno. El ministro solicitó 24 horas para reflexionar, y entregó su respuesta ayer en la mañana: la respuesta fue negativa. El ministro se negó a cambiar su discurso y termino fuera del gabinete.
Temprano por la mañana de ayer, Valdés arribó a La Moneda y antes de las 8 horas estaba nuevamente reunido para concretar su salida. Concluida la cita se contactó inmediatamente con el equipo que lo acompañó en esta jugada y que salió junto con él del gabinete: su subsecretario Alejandro Micco y el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes. No obstante, a diferencia de lo que pasó con Valdés y Céspedes, conocedores del proceso afirman que a Micco no se le pidió la renuncia sino que él renuncio.
Y mientras ellos preparaban su partida, y el salón Montt Varas se acomodaba para el cambio de gabinete, la Presidenta enviaba un mensaje muy claro sobre “su modelo de crecimiento” en una actividad con beneficiarios de aguinaldo de Fiestas Patrias: “no concibo un desarrollo a espaldas de las personas, donde sólo importen los números y no cómo lo están pasando las familias en sus casas, cómo están resolviendo sus problemas día a día. Nosotros creemos que el puro esfuerzo personal no es suficiente, que el Estado tiene que apoyar a quienes más lo requieren”.
Razones para partir. Si fue o no crónica de una muerte anunciada sólo lo pueden afirmar sus protagonistas, pero está muy claro que Valdés casi cometió los errores políticos justos para causar este desenlace.
El lunes su equipo citó a varios medios de comunicación, económicos, para que esperaran al ministro a la salida de su oficina en Teatinos 120, ocasión en que Valdés arremetió contra la decisión del comité de ministros que una semana antes había rechazado el proyecto minero portuario por US$2.500 millones llamado Dominga.
De esa forma además otorgaba un irrestricto apoyo a su par de Economía que no sólo se abstuvo de votar en esa instancia, sino que abandonó antes porque su propuesta de aplazar el pronunciamiento no fue aceptada. Se basaba en que el comité fue citado con dos días de antelación -la práctica era con 10 días antes- por lo que no tuvo tiempo suficiente para analizar todos los informes. Ello habría quedado hasta ahí si el subsecretario de Hacienda, dos días después en un encuentro en Concepción, no habría fustigado a los ministros de este comité por votar con prisa, “lamento que se hayan tomado algunas decisiones en forma apresurada”, dijo.
Estas aseveraciones no cayeron bien en el ministerio del Interior, y fue el subsecretario Mahmud Aleuy quien puso los puntos sobre las íes: “si a alguien no le gusta una decisión de un organismo regular del Estado y es funcionario público, no puede hacer comentario de eso, no corresponde”. De esta forma se abría un abismo entre el equipo económico y el político asentado en La Moneda, que no obstante contaba con la venia de Bachelet.
¿Por qué precisamente Dominga ocasionó el quiebre? O como comentó un legislador: “sería ideal que se explicitara cuál era el debate real, de fondo de estos días”.
Vale la pena recordar que este proyecto aparte de una fase económica también tiene algunos ribetes políticos como el hecho de que el candidato presidencial de ChileVamos, Sebastián Piñera, fue accionista en un primer momento; uno de los controladores del proyecto es su amigo Carlos Alberto Délano; y su ex subsecretario de Minería, Pablo Wagner ha sido formalizado por cohecho supuestamente por este proyecto.
Previamente Valdés, Céspedes y Micco, habían conversado el tema y habían concluido que era positivo dar una señal favorable a esta inversión como una forma de aplacar las críticas de Piñera que como candidato presidencial enrostraba al oficialismo de no estar por el crecimiento. Como reconoce un colaborador cercano: “de alguna forma Dominga pasó a simbolizar si estábamos a favor o en contra de la inversión, pese a que se había aprobado Spence y Til Til. Parecía que esa era la prueba para la Sofofa y la CPC”.
Pero al otro lado no pensaban lo mismo y hay varios conocedores de los entretelones que deslizan que la jefa de gabinete de la Presidenta Ana Lya Uriarte habló con los integrantes del comité previo a la votación.
Esta “movida” que terminó rechazando Dominga frustró a Valdés quien -posiblemente confiado en su calidad de ser el hombre fuerte del gabinete- el lunes decidió lanzar la piedra contra sus colegas acusando que: “algunos no tienen el crecimiento dentro de las prioridades más altas”. Si Valdés creía que la Presidenta lo iba a respaldar se equivocó de tomo y lomo y ella se lo ha hecho saber en varias intervenciones en los últimos días cuando ha subrayado que su propuesta es un crecimiento “más allá de los números… que vaya de la mano del medio ambiente… hay que ponerse otros anteojos”.
Aunque este cambio provocó mucho ruido en el ambiente político donde muchos también dividieron aguas, defendieron o atacaron al ministro, lo cierto es que en el mercado el cisma ni siquiera los rozó ya que la bolsa ni se movió al registrar una caída de 0,06%. Pero donde sí respiran con alivio es en los patios de La Moneda porque de acuerdo a sus inquilinos se “sacaron un peso de encima” y así podrán avanzar en las reformas del programa.
En mayo de 2015, Valdés asumió la cartera en reemplazo de Alberto Arenas. Llegó con la confianza del sector privado que vio en él moderación de la agenda de reformas del programa de gobierno, y se fue defendiendo un proyecto de inversión privada y un modelo basado en el crecimiento, como se encargó muchas veces de repetirlo.
Con esta bandera se enfrentó a la mandataria arriesgando su condición de ser el ministro más empoderado del gabinete. Fue reemplazado por Nicolás Eyzaguirre, un nombre bisagra entre los otrora dos bandos, pues es muy cercano a la Presidenta tanto que ha ocupado tres ministerios en su gobierno, y muy amigo de Valdés, tanto que han compartido varios trabajos. De hecho, cuando Valdés se fue al FMI donde el flamante ministro se desempeñaba como el director del hemisferio occidental vivían en el mismo barrio y compartían seguido los fines de semana. Esa cercanía se evidenció en el afectuoso saludo con caricia en la mejilla y en la nuca que Eyzaguirre le propinó a Valdés tras jurar como su sucesor