Boris Santos Gómez*
Siempre hemos hablado de la “pulseta” entre productores “tradicionales” de petróleo (Arabia y sus amigos, Rusia, Irán etc.) y los productores “no-tradicionales” (el gran capitalismo innovador estadounidense) que le puso alma y vida al fracking y se reacomodó a los precios referenciales de barril/petróleo y ahora son competitivos. Vale decir: producir petróleo y gas vía fracking es ya competitivo.
A ello agregar el ya consolidado modelo de negocios de venta de gas spot vía LNG (gas licuificado y transportado en metaneros vía mar y luego regasificado en terminales portuarias).
La oscilación de precios del barril de petróleo y el fuerte empuje de la industria fracking empujaron a OPEP a recortar su producción. La danza de precios desde el “piso” de USD 26/bbl (febrero 2016) hasta un promedio de 50 USD/bbl (2017) muestra la creatividad del capital privado en seguir empujando la producción de gas/petróleo vía fracking. Ahora se enfrentan a nuevos desafíos: producir petróleo/gas (hablamos del no-convencional, estimado lector) a partir de tener por referencia el barril (convencional) en USD 40 y 3.5 USD el millar de BTU (unidad termal británica) para el gas “convencional”.
De ocurrir algo como esto habrá petróleo y gas más barato, el gas y petróleo convencionales tendrán costos fijos muy altos, quizá se descuide un tanto la exploración para los próximos años y lo que es peor, en América Latina Bolivia y Venezuela estarán con reservas de gas y petróleo convencional con pocos mercados y con mucha competencia de precios.
Dos elementos clave para entender el capitalismo energético que cada vez es más competitivo e innovador y dejar “de lado” viejas concepciones e ideologías, además de echar por la borda viejos esquemas mentales de negocios.
Primero: pensar en petróleo “tradicionalmente” explotado y en gas “tradicionalmente” vendido vía gasoductos parece ser ya no el modelo de negocios predominante. Les salió al frente el fracking y el LNG con amplias virtudes comerciales que han tenido éxito en el globo y que están ya teniendo peso específico en los negocios latinoamericanos de petróleo/gas.
Segundo: Venezuela y Bolivia están, de momento, y con sus actuales esquemas de negocios en offside. Venezuela por los problemas que tiene no modernizó ni permitió ingreso de capitales externos a su matriz productiva petrolera, igual que Bolivia, ambos están sencillamente atados a viejos modelos de negocios que no les han permitido, de momento, reacomodarse y reinventarse en el competitivo mundo de los negocios petrolero/gasíferos.
Ejemplos concretos: Estados Unidos es el nuevo “rey” de la exportación de petróleo/gas vía fracking. Vale decir que está aprovechando nuevos precios del barril de petróleo para exportar, ha dejado de ser importador nato y está peleando la vanguardia. Datos más o datos menos, Estados Unidos produce cerca de 9 millones de barriles/día de petróleo y cerca de 75 TCF (trillón) pies cúbicos de gas, todo “gracias” a la industria fracking. Y lo más importante: está vendiendo vía LNG gas del fracking a mercados spot.
En este lado del hemisferio no es secreto ni misterio que Brasil y Chile están consumiendo gas más barato que reciben vía metaneros (LNG) y que Argentina tiene un gran proyecto fracking muy importante (proyecto “Vaca Muerta”).
Bolivia pudo haberse incorporado en 2003 al “club” de países LNG cuando había un proyecto sobre el particular. El proyecto fue aplastado por una opinión pública poco formada y retrasaron más de una década a Bolivia en ponerla a la vanguardia con nuevos negocios relacionados con venta de gas spot vía metaneros. Bolivia debe conformarse, de momento, a mercados a los que se llega vía gasoductos, con toda la implicancia logística negativa que ello significa.
Otro elemento es la participación protagónica de los estados (gobiernos) en la negociación de nuevos mercados. Ahora los privados, en este lado del hemisferio, están más agresivos y tomando la posta. Ejemplo de ello es que el gas de Bolivia está supuesto a ser vendido directamente a compañías privadas del Brasil (en el caso de búsqueda de nuevos mercados en ese país) para alimentar plantas termoeléctricas.
Si bien es cierto que no será el fin de los estados en la negociación de venta de volúmenes de gas, sí es notorio el elemento de influencia absoluta de los key-players del sector privado.
¿Podrán los estados de Venezuela y Bolivia tener dinero suficiente para impulsar proyectos de LNG y de exploración/explotación de petróleo/gas vía fracking? ¿Seguirán sin asociarse a capitales externos para tales empresas absolutamente necesarias, si se desea nuevos mercados y nuevos ingresos? Creo que en algún momento, no más allá de este quinquenio, la ideología será derrotada por la innovación y la tecnología.
¿Todavía dudan del capitalismo energético? Creo que ya no deberían haber escépticos: el mundo se mueve y gira con innovación, capital, tecnología y creatividad. Y si no nos montamos en esa ola estaremos todos fuera de la foto.
*Vicepresidente Consejo Editorial en Santa Cruz Económico