Las plantas desaladoras ya no son algo del futuro. En Chile hay varias funcionando y la industria minera tiene grandes proyectos en carpeta, especialmente tomando en cuenta las exigencias medioambientales.
El consumo de agua del sector minero en 2016 alcanzó a 59,31 m3/seg, lo que significó un alza de 6,4% respecto a 2015, según indica el estudio “Consumo de Agua y Energía en la Minería del Cobre”, que desarrolla anualmente la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco).
Esta es una de las razones de porqué el agua es tan fundamental para la minería. Pero la prioridad está ahora no sólo en usarla, sino en cómo se hace, de dónde se extrae y cómo se reutiliza, con el objetivo de impactar lo menos posible el entorno. En este contexto, los proyectos de desalación del agua crecen cada vez más, con ya varias decenas de plantas funcionando y un buen número en desarrollo.
Para hacerse una idea, según información publicada por Reuters hace unos días, un consorcio empresarial donde está Mitsui & Co y Grupo Cobra, está negociando con BHP Billiton la construcción de una planta de desalación en la mina Spence, proyecto que ya cuenta con la aprobación del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA). Codelco también se encuentra en un importante proyecto que incluiría a tres minas de la Región de Antofagasta.
Según el informe de Cochiclo, en 2016 el consumo total de agua de origen continental fue de 13,61 m3/seg; la de agua de mar, de 2,45 m3/seg; y el agua recirculada, de 43,25 m3/seg. Por otro lado, el consumo total de agua en la industria minera representó sólo un 3% del uso total. Pero lo interesante sucede con el agua recirculada, que alcanzó un 74,3% el año pasado.
Raymond Philippe, gerente de Desarrollo de Negocios y líder del Sector Agua de MWH Global Chile, cree que muchas mineras están teniendo problemas con su agua, debido a que tradicionalmente las toman de sectores donde ya se está impactando los niveles freáticos (napas subterráneas). “Hay muchos ejemplos de compañías que han tenido que bajar el consumo de las napas y buscar proyectos de desalación”, dice el ejecutivo de esta compañía de ingeniería en proyectos hidráulicos con sede en Canadá. “Desde 2012 la industria minera se ha estancado un poco, pero aún siguen necesitando agua y más que antes, para procesar un mineral que tiene menor ley”, agrega.
Entre los proyectos más destacados, están por ejemplo EWS, la nueva desaladora de minera Escondida que ya inició su puesta en marcha. Incluso, en el ámbito no minero, destaca una planta desaladora para la Región de Atacama, que corresponde a la industria sanitaria.
Una de las plantas desaladoras más importantes del desierto de Atacama está en la comuna de Caldera (Región de Atacama). De propiedad de Grupo CAP y con una capacidad para generar hasta 600 litros por segundo, comenzó a operar en 2014, con una inversión de US$395 millones, incluyendo dos acueductos (uno de 80 km y otro de 140 km).
De acuerdo a su último reporte de sustentabilidad, en 2016 la compañía produjo más de 7,3 millones de metros cúbicos de agua 100% desalada en la IV Región, gracias a dicha planta desalinizadora. Asimismo, un gran porcentaje del agua utilizada en sus distintas empresas y operaciones fue reciclada o recirculada (72%).
Waldo López, gerente de Desarrollo de Negocios de Acciona Agua, compañía española con más de 40 años de experiencia en este rubro (y quienes desarrollaron el proyecto de CAP, explica que uno de los grandes desafíos de la desalación es que calidad del agua de mar es variable. “Está sujeta a fenómenos biológicos ocasionales conocido como mareas rojas o bloom de algas. Cuando esto sucede, aumenta la materia orgánica y facilita el crecimiento biológico, que es perjudicial para el proceso”, dice López.
Por eso, Acciona instaló un sistema que combina un proceso de flotación por aire disuelto y un proceso de filtración de arena denominado Actidaff. “La escasez de agua continental, el aumento de la demanda por agua y el cambio climático exigen que se desarrolle tecnología de tratamiento de agua que sea económica y sostenible”, indica el ejecutivo de Acciona.
Uno de los máximos proyectos de desalación que se espera desarrollar en Chile, es la planta que Codelco pretende poner en operación el 2021. Al respecto, cerca de 40 empresas (mayoritariamente extranjeras), indicaron su intención de participar en la licitación pública, cuya adjudicación finalizará a fines de este año. Para ello, la estatal lanzó una BOOT (build, own, operate, transfer). El objetivo es llegar a un acuerdo para tercerizar la infraestructura, la cual debe ser financiada, construida y operada por la compañía ganadora, la cual será transferida más tarde a Codelco.
Entre los requisitos del proyecto, está la capacidad de 630 litros por segundo, en una planta que estaría a 2.800 msnm, durante su primera etapa. Con esto, la desaladora espera satisfacer las necesidades de las minas Chuquicamata, Ministro Hales y Radomiro Tomic, todas ubicadas en la Región de Antofagasta.
Además, el proyecto contempla obras marítimas en el puerto de Tocopilla, una tubería de transporte de cerca de 160 kilómetros y un sistema de impulsión de agua, incluyendo la infraestructura eléctrica para todo el proceso.
AL contar con una dependencia directa de la importación de combustibles, en Chile las energías renovables se han puesto en la mira de las empresas mineras. La eficiencia de recursos como éste, va en directa relación con los ingresos.
Se utiliza en los procesos de exploración, explotación y en aquellos como los de concentración por flotación, fusión y electrorefinación, entre otros. Se trata del agua, uno de los pilares de la actividad minera junto a la electricidad. De hecho, son dos de las variables fundamentales a la hora de la generación de ingresos mineros. Por ello, es que hoy gran parte de sus esfuerzos están en tener un uso eficiente de recursos para potenciar la actividad y disminuir costos.
Hace algunos años se decía que el agua era un recurso natural, renovable e ilimitado. Pero hoy esa idea ha cambiado, pasando a ser considerada como un recurso renovable limitado, del cual sólo un porcentaje mínimo puede ser consumido por el ser humano. Con casi una década de escasez en nuestro país, el Banco Mundial destaca que una mala práctica en su consumo puede generar pérdidas por miles de millones de dólares para las economías. Sin embargo, diferentes áreas buscan dar un giro, y promover la reutilización de este recurso. “En Chile la reutilización del agua no es homogénea. Dependiendo de la zona, se ven distintos grados de reutilización del recurso hídrico”, dice Patricio Mártiz, director de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua A.G (Aladyr).
Mártiz destaca que la minería es, sin duda, el sector productivo más activo en reutilización del agua, basado en ciclos cerrados. Si bien usan un volumen grande, éste pasa entre cinco y siete veces por el sistema, generando un porcentaje elevado de eficiencia. “La idea detrás de este tipo de iniciativas es que se haga un uso eficiente de un recurso limitado”, enfatiza Mártiz.
La energía es uno de los ítem clave a la hora de producir. No sólo en la minería, sino en casi todas las industrias presentes en nuestro país. Al contar con una dependencia directa de la importación de combustibles, en Chile las energías renovables se han puesto en la mira de las empresas del rubro. Considerado uno de los sectores de alto consumo energético, los costos de producción dependen de manera directa de los precios de ésta. Además, convirtiéndose en una variable al generar utilidades. En este contexto, hoy, la gran minería tiene un gran objetivo: producir igual o mayor cantidad de cobre usando menos energía.
Rodrigo Gómez, gerente de Sustentabilidad y Cambio Climático en PwC Chile, cuenta que razones como el aumento de costo en electricidad y precios del cobre han actuado como catalizador de la eficiencia energética. “Chile es un país altamente dependiente de combustibles externos. Siendo EE.UU., Ecuador, Brasil y Argentina los principales proveedores de hidrocarburos”. Añade que esta dependencia convierte a Chile en un país vulnerable a interrupciones del suministro y a la volatilidad del precio, como ocurrió durante 2004, cuando Argentina cortó el suministro de gas hacia Chile, hecho que tuvo como consecuencia el cambio de gas a combustible diésel en las centrales termoeléctricas lo que conllevó a alzas sobre el precio de la energía eléctrica.
La creciente demanda de electricidad es un hecho. De acuerdo a estudios de Cochilco entre 2012 y 2020, el sector minero habrá aumentado 7% su demanda energética, concentrada, principalmente, en el norte de Chile.
El envejecimiento de las faenas mineras es otra de las razones. La dureza de materiales, profundidad de las minas y menor ley del mineral, entre otros factores, han determinado el aumento de consumo energético.
El cambio climático también se plantea como una de las razones por las que las mineras buscan cambiar su matriz energética. Al consumir en torno a un tercio de la electricidad del país se podría atribuir un tercio de las emisiones de los sistemas eléctricos.
Una de las que ha apostado por las energías renovables es Codelco a través de su división Gabriela Mistral, que a través de la utilización de energía solar térmica reemplaza más del 80% del combustible fósil utilizado para el proceso de electroobtención, evitándose la emisión de 15 mil toneladas de CO2 al año.
Pero también se busca que esta mirada llegue a la pequeña minería. Por ejemplo, la semana pasada se inauguró un proyecto solar, que responderá a la demanda energética del trapiche del sindicato de pirquineros de Petorca, permitiendo, al mismo tiempo, inyectar los excedentes de energía que pudiesen generarse al utilizar la energía solar a través de un sistema fotovoltaico de 12 kW de potencia.