Más de 60 despidos ratifican el rumbo de decadencia tomado por Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD).
Más de 60 despidos ratifican el rumbo de decadencia tomado por Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD) desde que Santiago Albarracín se hizo cargo de la Presidencia del directorio. El titular de la firma podrá atribuir la situación a cualquier factor, pero le resultará difícil justificar el correlato que hay entre su asunción y un declive a lo largo del cual no se registraron indicios que permitan abrigar expectativas de reversión.
Este vínculo entre la gestión Albarracín y el deterioro se hace más palmario en cuanto se advierte que YMAD, al momento del recambio de autoridades, gozaba de excelente salud como empresa, con una producción muy importante y márgenes de utilidades significativos. La era Albarracín se resume en el agotamiento de los millonarios depósitos y recursos que tenía la firma, simultáneo a un ajuste sostenido, que tiene su expresión más cruda en los despidos e inversiones cero.
La política Albarracín pretende justificarse en la búsqueda de equilibrio financiero, argumento que cae en el absurdo porque no existía desequilibrio. La ausencia de explicaciones plausibles dispara conjeturas que fluctúan entre la impericia del presidente y una deliberada política de vaciamiento.
Ayuno de noticias positivas, Albarracín promovió una denuncia penal por supuestas maniobras fraudulentas de la anterior administración sobre la que no han vuelto a tenerse noticias. Tal vez el presidente no advirtió –o no le importó- que las acusaciones podían salpicar a integrantes del directorio que continúan en funciones, a quienes, de ser ciertos los fraudes, les cabrían responsabilidades al menos por omisión.
Bien está, de cualquier modo, que la Justicia aviente sospechas, pero mientras tanto la incertidumbre sobre el destino de una empresa señera, que demostró en Bajo La Alumbrera ser instrumento idóneo para que los estados nacional y provincial se asociaran al capital privado en emprendimientos mineros e incrementaran sus ingresos a través de la participación en las ganancias obtenidas por la actividad, se expande.
Desde la asunción de Albarracín poco después de que el macrismo se hiciera cargo del Gobierno nacional, las noticias en torno a YMAD dejaron de pasar por los desembolsos al erario y las proyecciones de crecimiento, para aclarse en los conflictos por los ajustes implementados, que incluyeron incidentes relacionados con la seguridad, accidentes y hasta una muerte incluidos.
En estos inquietantes vaivenes se destacó el traslado al yacimiento Farallón Negro de la refinadora que producía en la Capital lingotes de oro y granallas de plata para exportación, en el marco de una caída de la producción del 50% en el último año. El papelón con el fallo judicial de la Cámara Federal de Tucumán que suspendió las actividades en Bajo La Alumbrera y Bajo El Durazno completa el cuadro decepcionante. YMAD era directa perjudicada, pues es socia en estos emprendimientos.
El presidente Albarracín no dijo esta boca es mía, ni siquiera para testimoniar que el destino de la firma que comanda le interesa. Tampoco se supo que hiciera algo antes o después de la sentencia. La disposición finalmente se revirtió, por gestiones en las que no tuvo nada que ver.