PAULA URIEN
Los cambios hechos en la legislación se proponen dar más competitividad al país vecino; cómo está la Argentina y qué modificaciones serían posibles.
Con la sanción de leyes anticorrupción, y a través de ellas, la imputación de poderosos empresarios y también de funcionarios tan relevantes como el ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, Brasil dio un paso adelante para ponerse al día en la lucha contra la corrupción y el soborno, dos impedimentos para atraer a los inversores
En un segundo round para presentarse al mundo como una propuesta atractiva para las empresas, el Senado de ese país aprobó el 11 de julio una impactante reforma laboral, al convertir en ley el proyecto que modifica más de 100 puntos de la Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT), el equivalente a la ley del Contrato de Trabajo en la Argentina. De esta manera se consolidan menores costos laborales salariales y no salariales y una mayor flexibilidad (una mala palabra en la Argentina) en los contratos laborales y en la relación entre empleado y empleador.
Un informe reciente de la consultora Abeceb sobre la base del estudio Doing Business del Banco Mundial, muestra que el costo de la indemnización en nuestro país es 2,5 veces más elevado que el de Brasil. Y, en materia de flexibilidad en la determinación del salario y según el Foro Económico Mundial, nuestro país se ubica en la posición 133 de 138, mientras que Brasil está en el puesto 119 y con la nueva reforma ascendería varias posiciones más.
De este lado de la frontera y en vísperas de elecciones legislativas en octubre, el Gobierno prevé concretar algunas reformas laborales que "tienten" a los empresarios a apurar inversiones y a generar empleo registrado, un tema en déficit desde hace más de cinco años.
En 2016 hubo iniciativas con las que se pretendió favorecer el empleo registrado de los jóvenes, como el proyecto "Primer empleo", que todavía duermen en el Congreso. Eso anticipa que la batalla por una reforma laboral no será menor. Desde el Gobierno prefieren no referirse en detalle a medidas concretas hasta después de octubre, "para que no se haga un uso político del tema". Dicen también que "hay que ver si los cambios que se votaron en la legislatura brasileña son realmente aplicables y señalan que en caso de haber un planteo en este sentido tras las elecciones, "se haría con el consenso de todos los sectores".
Según la Subsecretaría de Política y Gestión de la Pyme, que depende del Ministerio de Producción, el 70% de empleo en el país es proporcionado por pymes. Estas pequeñas y medianas empresas, además de las microempresas, no tienen las espaldas para mantener muchas de las conquistas gremiales que se fueron logrando y agregando durante décadas, y tampoco para sostener el negocio después de un juicio laboral que cuesta varios miles y hasta millones de pesos. Para las pymes, las cargas sobre el salario, los juicios tan temidos y las reglas poco claras a la hora de una desvinculación son algunas de las cuestiones que las llevan al déficit.
Por otro lado, desde el punto de vista del asalariado, el valor de la canasta básica total que se usa como umbral para medir la pobreza asciende, a junio pasado y para una familia tipo, de padre, madre y dos hijos, a $ 14.811, al tiempo que el salario mínimo está en $ 8860. La paradoja es que, aunque un jefe de hogar no llegue a cubrir con su sueldo la canasta básica total, que además de alimentos contempla bienes y servicios, el ingreso mínimo medido en dólares ronda los 500, una cifra más alta que la del resto de los salarios mínimos de la región.
En cuanto al salario promedio, tal como explica el abogado laboralista Julián de Diego, en la actividad industrial la remuneración es en la Argentina de 1150 dólares, en Brasil es de 750 dólares y en Chile, de 650 dólares. "La Argentina está primero en el ranking mundial de impuestos al trabajo. Brasil tiene un 30% menos de impuestos al trabajo que nosotros, y Chile, un 40% menos", afirma. ¿Cuáles son los impuestos que en la Argentina se podrían bajar? "El impuesto a las ganancias y los aportes para la jubilación", dice de Diego. Este aporte disminuiría, agrega, en la medida en que ingresen a la economía formal la mayoría de quienes trabajan "en negro", que son alrededor del 35% de los asalariados (podrían llegar en total al 50%, según opina de Diego). En Brasil , el empleo no registrado es del 22 por ciento. Desde el punto de vista del empleador, los costos laborales no salariales en la Argentina llegan al 35,5% del salario total, mientras que en Chile son del 30,2%; en México, del 19,2%y en Uruguay, sólo del 12%. En Brasil, hay que ver cómo quedarían con las nuevas reformas.
Desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Ricardo Diab, secretario de Comercio Exterior de la entidad y también secretario de la Asociación Empresaria de Rosario, afirma: "Vemos que esta reforma laboral que lleva adelante Brasil tiende a optimizar costos y competitividad. Ya de por sí nuestras empresas tenían dificultades para competir con Brasil, que ahora además hace estas reformas con el fin de captar otros mercados, dejando a la Argentina más débil a la hora de la competencia".
"La Argentina tiene desde hace 50 años mucha rigidez en las relaciones laborales", dice Juan Luis Bour, economista jefe de la Fundación de Investigaciones Latinoamericanas (FIEL). "Esto se traduce en impuestos elevados". Por otro lado, "el primero que empezó a flexibilizar las relaciones laborales fue Chile, y al cabo de 30 años, la Argentina está fuera de competencia con este país vecino. Sucede lo mismo con México, Perú y Colombia y también con Paraguay y Bolivia, a los que ahora se suma, con mayor ventaja, Brasil".
Uno de los puntos que en la reforma de Brasil suenan más conflictivos si se aplicaran en la Argentina es el que establece que la contribución de los empleados a los gremios pasa a ser optativa en vez de obligatoria. "Hay que entender que la idiosincracia de Brasil es diferente", dice Diab, también cónsul honorario de Brasil en Rosario. "En la Argentina, la organización sindical es más poderosa y está basada en la historia política peronista, con todo lo bueno y lo malo que esto podría haber acarreado. Traer estas reformas a la Argentina sería muy duro", agrega.
Brasil tiene, además, por lo menos dos herramientas poderosas herramientas que ayudan a la producción: un servicio de apoyo a la pequeña y mediana empresa a través del Sebrae (Servicio Brasileiro de Apoio as Micro e Pequeñas Empresas) con fondos de colaboración de las grandes empresas, y un Fondo de Garantía por Tiempo de Servicio, que ayuda al trabajador en caso de desvinculación. También se barajando la necesidad de la figura del "trabajador autónomo independiente", que brinda servicios a varias empresas, pero sobre todo a una, y que aún así no es considerado, como aquí, un trabajador en relación de dependencia.