En enero de 2013 más de 160 países se reunieron en la ciudad de Ginebra, Suiza, con el objetivo de ponerle freno al riesgo que el uso del mercurio representaba para la salud y el medio ambiente a nivel mundial. Un problema de contaminación que se venía acelerando y que cumplió su hito histórico en los años 50.
A sólo 1.000 kilómetros de Tokio (Japón), en una región de pescadores conocida como Minamata, más de 3.000 personas sufrieron alteraciones del sistema nervioso como consecuencia de la contaminación por mercurio. Expuestas a las 27 toneladas de este compuesto que vertió una empresa entre 1932 y 1968, la situación de estos pobladores se convirtió en una de las tragedias más representativas de la intoxicación por mercurio en el mundo.
Fue así como, haciendo alusión a esta catástrofe, varios países firmaron el Convenio de Minamata sobre el Mercurio, un esfuerzo internacional que prometía disminuir su uso en varios sectores, así como regular su exportación entre los países firmantes: medida que, por ejemplo, dificultaría la entrada de mercurio a los países para la minería ilegal.
Algunos de los puntos de los que habla el Convenio son los de prohibir el mercurio en la nueva minería primaria y erradicarlo de toda la existente en un periodo de 15 años; tener un listado de productos que deben ser prohibidos luego del 2020 y eliminar procesos en los que se usa este metal para 2025; adoptar medidas para controlar la emisión de mercurio al aire y aguas, y gestionar los desechos, entre otros.
Los países que ratificaron el tratado, como la Argentina, se comprometen a erradicar su explotación y su uso para 2020. La primera reunión de la Conferencia de las Partes en el Convenio de Minamata sobre el Mercurio (COP1) será el mes que viene en Ginebra, Suiza.
En Argentina su implementación estará a cargo del Miniserio de Ambiente y Desarrollo Sustentable. El mes pasado se hizo aquí la reunión regional preparatoria del encuentro internacional, en el que la Argentina participará como observador, ya que aún no formalizó la ratificación del convenio.
"Celebramos la entrada en vigor de un acuerdo internacional que busca proteger la salud de las personas y el ambiente de los efectos adversos producidos por el mercurio", dijo Thierry Decoud, secretario de Control y Monitoreo Ambiental del ministerio que dirige Sergio Bergman.
Según detalló, los países acordaron la prohibición y la restricción del uso del mercurio tanto en los productos como en los procesos de producción. Tampoco se podrán instalar nuevas minas para explorar este metal. Con esto, disminuyen las emisiones contaminantes.
"El manejo ambiental del mercurio sigue siendo un desafío para el país y la región. Al ser un material elemental, el mercurio no se degrada ni destruye. Su disposición final consiste en el almacenamiento seguro que evita en el corto y el largo plazo su liberación al ambiente -indicó Decoud-. Con la implementación de las obligaciones derivadas del Convenio, los países tendrán mayor información de las importaciones y las exportaciones de los productos y los residuos. Esta información es necesaria para fortalecer el control y fomentar nuevas medidas de prevención y reducción del riesgo."
En cuanto a cómo se implementará el convenio, el ministerio estaría diseñado el plan de monitoreo y control de las emisiones y las liberaciones, como así también la estrategia para la disponer de estos residuos con mercurio de manera segura, según indicó el funcionario.
"La Argentina ya ratificó el convenio por ley y luego de depositar el instrumento de ratificación se sumará a los 74 países que ya son parte", comentó Decoud a LA NACION.
Desde la organización no gubernamental Salud Sin Daño, que trabaja desde hace años en el país para eliminar el mercurio en el sector de la salud, también celebraron. "Es una buena noticia internacional que por fin suceda. Un acuerdo así lleva décadas hasta su ratificación. Ahora, estamos atentos a cómo se implementará en los países", dijo la directora ejecutiva, Verónica Odriozola.
Tras insistir en la necesidad de que la Argentina salde "cuanto antes" la deuda de no haber completado el proceso de ratificación del convenio, señaló la importancia de contar con un plan de acción y no esperar a cumplirlo hasta los últimos días de los plazos impuestos.
"Sólo se trata de que haya voluntad política. Las fechas, en general, son un piso para el cumplimiento de los acuerdo en el que se pueden poner de acuerdo los países. En nuestro caso, no tiene sentido cumplir con plazos que son generosos pensando en los países que tendrán un alto impacto en sus economías -agregó Odriozola-. No hay que esperar hasta 2020 para dejar de comprar termómetros de mercurio. Me pondría a trabajar a partir de mañana con los productos con alternativas libres de mercurio y que no tengan un impacto económico tan sensible, además de establecer algún sistema para recolectar y eliminar todos esos residuos. Esta es una demanda que va a empezar a crecer."
Salud Sin Daño capacitó a los equipos de salud y los funcionarios en los problemas que causa la exposición al metal, cómo actuar en casos de derrame y hacer estudios de costos para la compra de productos alternativos y en la confiabilidad del uso.
Los tensiómetros de mercurio están prohibidos desde hace siete años por una resolución del Ministerio de Salud de la Nación por un pedido que presentó Salud Sin Daño junto con otras asociaciones profesionales y científicas. "Aún no lo logramos con los termómetros. Debería ocurrir ahora", dijo Odrizola.
En el país existe un Inventario Nacional de Mercurio. Según explicaron desde el Ministerio de Ambiente, un estudio que se hizo dentro de un proyecto regional que financió el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAN) sobre las cantidades de mercurio emitidas y liberadas reveló que las fuentes principales en el país son la quema indiscriminada y a cielo abierto de residuos sólidos urbanos y los vuelcos de los efluentes cloacales sin tratamiento previo.
En los centros de salud, según precisa Salud Sin Daño, el mercurio "se puede liberar al ambiente desde termómetros, tensiómetros, dispositivos gastrointestinales y otros productos médicos que lo contienen. También puede estar en fijadores, conservantes, sustancias químicas de laboratorio, limpiadores y otros productos de uso médico, que, cuando se descartan como desechos, contribuyen a la contaminación ambiental. Más aún, muchos productos empleados en la construcción como termostatos, indicadores de presión e interruptores también contienen mercurio".
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición al mercurio aun en pequeñas cantidades puede ser nocivos para la salud, en especial durante la gestación y los primeros años de vida. Es, de hecho, una de los 10 productos químicos que más desafíos generan para la salud pública
La exposición puede lesionar el sistema nervioso, inmunológico y digestivo, además de afectar los riñones, los ojos, la piel y los pulmones.
el que más podría importarle a Colombia es el relativo a ejercer controles en el comercio internacional de mercurio. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el 60% de la minería en el país es ilegal, según un estudio realizado por la Universidad Externado.
El problema es que, aunque Colombia firmó el Convenio en el 2013, hoy que ya entró en vigencia a nivel internacional, en el país aún le faltan tres debates en el Congreso para que pueda ser ratificado: uno en Senado y dos en la Cámara.
“Hacer frente a la problemática de este metal tóxico requiere recursos, ejercer controles en el comercio internacional y recibir asistencia técnica y tecnológica. Colombia podría obtener todo lo anterior en caso de ratificar el Convenio de Minamata que, además, estipula acciones específicas para descontaminar cuerpos de agua que tengan mercurio”, advierte WWF en un comunicado.
Enlistar las cifras que hablan sobre mercurio en Colombia se traduce en un panorama desalentador. Según WWF, con 75 toneladas por año en promedio, Colombia es el país que más mercurio libera en el mundo en relación proporcional a su población. Es así como mientras por cada indonesio se liberan 0,6 kilogramos (kg) al año y por cada chino 0,3 kg, en Colombia la cifra es de 1,6 kg.
La razón de esto no deja de estar relacionada con la minería ilegal, pues según el Ministerio de Minas el 86,7% de la minería de oro no cuenta con título minero o licencia ambiental. Es decir, el país tiene alrededor de 3,584 minas que no cumplen con estándares ambientales.
Este uso indiscriminado del mercurio, además, se ha trasladado en que, entre 2013 y 2015, 1,126 casos de intoxicación por mercurio se reportaron en todo el país. Esto sin contar con que el Estudio Nacional del Agua, realizado por el Ideam en el 2014, dio la alerta de que unas 205 toneladas de mercurio son arrojadas cada año a los ríos del país.
Ante un caos de esta magnitud tampoco es que Colombia se haya quedado quieta. En el 2013 expidió la ley 1658, la cual tiene la misión de ir reduciendo el uso del mercurio hasta eliminarlo completamente de la minería de oro en el 2018 y en toda la industria para el año 2023. Pero la cosa es que la ley por sí sola, como una rueda suelta, podría no ser suficiente.
Entrar oficialmente al Convenio de Minamata, y hacerlo prontamente, significaría más recursos, más apoyo y más monitoreo frente a esta problemática. Aunque según la Dian entre 2003 y 2013 fueron importadas al país 1020 toneladas de mercurio legalmente, la UPME calcula que unas 50 toneladas entran cada año de forma ilegal. Por esto hacerle frente al mercurio no es una pelea que de espera.