CARLOS PAGNI
La primera pregunta sobre la mesa es si los sectores medios se reencontraron o no con un instrumento para intervenir de nuevo en el rumbo de la Argentina.
La llegada de Mauricio Macri al poder en 2015 fue muy azarosa, por el corte de boleta: ¿Se constituye Cambiemos como el instrumento político que le permite a los sectores rurales y urbanos intervenir en el juego del que quedaron excluidos? Sí, hay que mirar a Cambiemos en su densidad real, que se convalidará en octubre.
Se produjo un fenómeno territorial en 1985 cuando Alfonsín obtuvo un triunfo parecido al de Macri ayer.
La contracara de este fenómeno es: ¿Cuándo el peronismo resolverá su crisis? Suele hacerlo con una variable: cuando encuentra un jefe. Hoy está en tela de juicio la jefatura del peronismo. Está enredado en su propia interna.
Cristina demostró tener le poder suficiente para bloquear esa renovación, porque se quedó con el corazón urbano del grupo: el tercer cordón del conurbano.
Para Macri, es una elección casi hecha a pedido: logra consolidar a Cambiemos como fuerza federal, y sigue teniendo como socia tácita a Cristina, que le garantiza que el peronismo resolverá tarde su crisis.
Ayer se demostró que la cabeza de los argentinos está polarizada, puede haber preferencias pero los candidatos que prometen experiencia de poder son Macri y Cristina Kirchner.
Donde hay kirchnerismo la opinión pública se polariza y al peronismo le va mejor. Donde no lo hay, existe un transferencia de poder del peronismo a Macri, como pasó en Córdoba y en Entre Ríos.
Estamos ante una ola de novedades que pone en tela de juicio la competitividad del peronismo en 2019, atrapado entre el populismo y la idea de convivir tanto con Macri que pueda ser reemplazado por él.
Es de un primitivismo impresionante que las elecciones las siga manejando el Ministerio del Interior, cuando el Poder Ejecutivo es juez y parte. Si se quiere preservar la confianza del inversor, se debe corregir la transparencia del sistema electoral en la Argentina.
El empate entre Bullrich y Cristina es un empate de candidatos con los números anteriores. No hicieron una elección mejor que cada uno de sus espacios en 2015.
Macri querría terminar con Massa y mantener a Randazzo. Propondrá a los jefes comunales de Massa y Randazzo que sostengan en su intendencia la candidatura de Bullrich.
De aquí a octubre habrá dos grandes escenarios en Comodoro Py: el juicio oral y público por Ciccone y el juicio por la tragedia de Once. Ambos juicios tendrán influencia en la campaña.
Hay resultados que hablan de un despegue de la economía. Anoche empezó la edad de oro que conoce siempre todo gobierno, con Alfonsín en el '85, con Menem en el '91 y con Kirchner en 2005; es ahora donde empieza el alto imperio.
FERNANDO LABORDA
La importancia de las recientes primarias abiertas realizadas anteayer y de las elecciones generales del 22 de octubre se explica por mucho más que por la capacidad de maniobra que podrá ostentar el presidente Mauricio Macri en las dos cámaras legislativas desde diciembre. Si bien la correlación de fuerzas parlamentarias es un indicador de gobernabilidad, el éxito o la derrota en estos comicios cobra trascendencia porque del resultado electoral derivará la percepción general, y la de los inversores en particular, acerca de si el ciclo macrista podría extenderse a ocho años, limitarse a los actuales cuatro o, en caso de un escenario electoral catastrófico, terminar en una crisis que le impida al actual jefe del Estado concluir su mandato.
Aunque esto último suene aterrador, nadie puede dejar de tener presente un viejo síndrome que sufre la Argentina: aquel que nos enseña que, desde que el nacimiento del peronismo, ningún presidente de extracción no justicialista elegido por la ciudadanía pudo terminar su mandato legal. El último ejemplo es el de Fernando de la Rúa, forzado a renunciar en medio de la crisis socioeconómica y política de 2001, dos meses después de ser derrotado en las elecciones legislativas de medio término.
La primera buena noticia para Macri es que su agrupación, Cambiemos, mostró en las recientes PASO que tiene todo como para consolidarse como la primera fuerza política de la Argentina en términos de votos en la verdadera elección, la de octubre. La segunda buena noticia para el Gobierno es que los mercados respiraron ayer aliviados, tras los temores de que la presión compradora sobre el dólar prosiguiera: la moneda norteamericana bajó frente al peso, las acciones de la Bolsa de Comercio porteña subieron más del 4 por ciento en promedio y la inminente renovación de letras del Banco Central (Lebac) llega con mucha menos preocupación que la exhibida por algunos operadores económicos antes de la compulsa electoral del domingo.
Buena parte de los temores financieros se diluyeron al no verificarse el categórico triunfo de Cristina Fernández de Kirchner que algunos encuestadores pronosticaron. La arremetida final de la gobernadora María Eugenia Vidal habría sido clave para sellar el empate en un partido que, hasta las horas previas al inicio de la veda electoral, mostraba a Cristina Kirchner ganando por al menos un gol de diferencia.
Es probable que la comunicación oficial sobre los números de la votación en la provincia de Buenos Aires generara una sensación de triunfo electoral para el equipo macrista e impactara sobre una mayoría de ciudadanos que se fue a dormir en la noche del domingo con la convicción de que Esteban Bullrich se imponía a la ex presidenta por alrededor de cuatro puntos. La ventaja final del ex ministro de Educación fue de apenas 0,08 puntos, con el 95% de las mesas electorales, aunque el resultado final -que podría ser el inverso- sólo será dilucidado por el escrutinio definitivo a cargo de la Justicia Electoral.
Mientras la economía no depare sorpresas desagradables para los argentinos en los próximos dos meses, Cambiemos podría mejorar su performance electoral en el partido de vuelta que se jugará en octubre en el distrito bonaerense. La clave reside en que la elección de los tres senadores nacionales se presta para la polarización, por cuanto sólo llegarán a la Cámara alta dos representantes de la fuerza que termine primera y uno de la que finalice segunda. Ergo, hay altas probabilidades de que votantes de Sergio Massa-Margarita Stolbizer, de Florencio Randazzo y de Néstor Pitrola opten por cortar boleta, votando los candidatos a diputado nacional de sus fuerzas políticas y sufragando por Bullrich o por Cristina Kirchner, de acuerdo con la vieja teoría del llamado voto útil.
La estrategia de Cambiemos, de cara a octubre, estaría cantada: buscar votos que fueron al massismo y sostener a Randazzo, para evitar que sus votantes se muden al cristinismo. Entretanto, seguir escuchando a los vecinos y a los intendentes de aquellos distritos de la provincia que no favorecieron a los candidatos del macrismo, para volcar allí parte de los cuantiosos recursos de los que dispone todo gobierno, con la idea de lograr esperados realineamientos. Allí reside gran parte del optimismo de los estrategas de Macri.
