El diseño y plan fue presentado al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) el pasado mes de julio y proyectan que tras la obtención del RCA, el funcionamiento podría comenzar en julio de 2020.
El pasado 13 de julio la compañía Trends Industrial S.A. ingresó al Servicio de Evaluación Ambiental el proyecto Energías y Aguas del Pacífico (Enapac), el que busca construir una planta desalinizadora autosustentable en la comuna de Caldera, inversión por 490 millones de dólares y con una vida útil de 30 años. Se realizó la primera reunión de consulta ciudadana que exige la ley para dar una resolución ambiental a cualquier proyecto que pase por esa instancia. Cita en la que el proyecto fue presentado a la ciudadanía asistente.
“El agua es realmente el talón de Aquiles de esta región, es como decir, tengo todas estas riquezas que generan el desarrollo económico, pero no tengo cómo desarrollarlas. Entonces ahí surgió esta idea”, contó el gerente general de Enapac, Rafael Bustos. Quien agregó que “este proyecto partió su vida hace como cuatro años atrás, con un ante proyecto serio, donde se dice ‘okey, vamos a partir’; dos años antes”.
El ejecutivo al hacer los cálculos sobre una posible fecha en la que la idea que presentaron ante el Sistema de Evaluación Ambiental (SEA) obtenga la Resolución de Calificación Ambiental correspondiente para iniciar las obras; concluye que podría ser en 2018. Y por ende, con los dos años de construcción, la producción, podría comenzar en el segundo semestre de 2020.
“Lo que nosotros esperamos, de acuerdo a lo que hemos conversado con Marcos Cabello -que es el director del SEA acá en la región- es que para obtener la RCA, que es la calificación de evaluación ambiental, esto se debe tomar entre doce a 18 meses”, explicó el ejecutivo.
El proyecto que se emplaza 30 kilómetros al sur de la comuna de Caldera, y tanto la concesión marina, como los terrenos fiscales por donde atravesaría el proyecto, son gestionados por la compañía, según lo informado por Rafael Bustos. Sin embargo, y con motivo del Estudio de Impacto Ambiental, se tiene determinada desde la fecha de construcción hasta la vida útil de la planta. Esta última se calculó a 30 años, donde las opciones planteadas son extender la utilidad de la planta o proceder al cierre.
Respecto de la productividad, la meta del proyecto es generar mil litros de agua por segundo. Según lo explicado y en teoría, del 100% del agua extraída desde el Océano Pacífico, el 40% consiste en agua industrial y el 60% en salmuera o agua con altos concentrados de sal, la que se contempla devolver al mar.
Mientras 40% de agua -industrial- producida, sería almacenada en un reservatorio; estructura que tendría 592 mil metros cúbicos de capacidad conformado por dos piscinas de 296 metros cúbicos cada una. Según la información del proyecto, estos contenedores contarían con una cobertura flotante, la que impediría que el agua acumulada se evaporase ante las altas temperaturas del lugar.
Para la producción, la energía generada por la planta fotovoltaica sería complementada con energía adquirida a través del Sistema Interconectado Central (SIC), esto porque la planta será conectada a la subestación Copayapu del SIC.
Esto porque la generación de los mil litros de agua por segundo requieren de una energía aproximada de entre 80 y 100 mega watts, que serían producidos por los 352 mil paneles solares que se emplazarán en un paño de 150 hectáreas contemplados en el diseño inicial; paño que se ubica en la Hacienda Los Llanos; propiedad que será arrendada a la Sociedad Los Llanos S.A.
El objetivo principal es comercializar el agua desalinizada a multiclientes, aunque es inevitable pensar que la mayoría de los consumidores podrían ser las empresas mineras, las que hacen uso -no todas- del agua de la cuenca de Copiapó.
Por ende el fin, según el gerente general del proyecto Enapac, es poder desconcentrar el uso del agua de la cuenca para así beneficiar a otros usuarios. De hecho, comentó que en otras experiencias, las mineras han cedido sus derechos de uso de agua, al tener un ofertante de agua industrial, aunque siempre esto queda en materia de la definición de las políticas de las compañías del rubro.
Consultado por esta opción planteada desde otras experiencias, al seremi de Minería, Reinaldo Leiva, éste dijo que esta decisión queda en manos de las mineras y que incluso, hay algunas que ya cuentan con convenios de acceso a agua industrial.
Desde este hecho surge la preocupación del secretario ministerial regional, sobre el mercado que pueda tener esta planta desalinizadora autosustentable.
“Me parece muy interesante, pero no sé si en un estudio de mercado que ellos hicieron, contemplan todo. Porque hoy día hay empresas que compran agua desalada, por ejemplo CAP tiene un convenio con una empresa y ellos compran agua para su operación”, manifestó Leiva.
Dijo que el éxito de esta idea estaría radicado en el “beneficio costo” que tenga para los posibles clientes, la opción que ofrecería la planta desalinizadora autosustentable. Aunque entre su postura cautelosa, dejó entrever que el proyecto de igual forma significa una buena noticia para Atacama.
“Nosotros como Gobierno pensamos que es una buena posibilidad, dependiendo de la rentabilidad que tenga el negocio y de inversión”, dijo el representante del ministerio de Minería.
Esta planta desaladora autosustentable, dijo, no es igual a la que está planteando hacer el Gobierno a través de la Empresa Concesionaria de Servicios Sanitarios, la que busca descongestionar el problema del agua en la región con una inversión inicial de cien millones de dólares y de la que se espera pongan la primera piedra antes de que finalice este año 2017.
En tanto la desaladora autosustentable tendrá que pasar todo el proceso de tramitación ambiental para poder ver la luz. Por el momento las cosas van bien encaminadas ya que Enapac ya se encuentra en Evaluación de Impacto Ambiental, de la que esperan salga con una resolución ambiental favorable.