Mercedes Aráoz*
Al iniciarse el segundo año del Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK), hay una comprensible expectativa y preocupación por la economía
PPK ha explicado que recibimos un país desordenado y paralizado, sumado a la desafortunada coincidencia de dos hechos no previstos en su impacto que complicaron los planes de inversión y crecimiento: El Niño costero y el escándalo de corrupción transnacional Lava Jato. Sus consecuencias nos costarán 2% de crecimiento de nuestro PBI.
El presidente también ha hecho una sincera revisión de aciertos y errores como un ejercicio para enmendar lo malo y potenciar lo que hicimos bien. Siempre es más fácil echarle la culpa al clima o a la corrupción pasada y no hacernos cargo de nuestra gestión. No es el caso de este Gobierno, eso sería simplista e irresponsable. Tampoco queremos quedarnos en el lamento y en el diagnóstico de nuestros males. Es necesario pasar a ejecutar sobre la base de estimados realistas. Les explico las acciones concretas.
La manera sana de hacer crecer la demanda interna es aumentando la inversión pública y privada. Esa es nuestra prioridad. La inversión privada debe crecer del 5.8% al 10% y la pública aumentar en 20%. Estamos reimpulsando la inversión pública no solo con grandes proyectos de infraestructura, como la Reconstrucción con Cambios, sino atendiendo pequeñas y medianas obras tan reclamados como necesarias en provincias.
Proyectos de agua y saneamiento, infraestructura en salud y educación, carreteras, electrificación rural, o repotenciando comisarías. Para ello, hemos reasignado los recursos del gasto corriente, el cual venía comprometido por una abultada planilla, hacia mayor inversión social descentralizada.
Sobre la inversión privada, nuestra meta inmediata es que este año disminuya su tasa de decrecimiento y, en el 2018, esta crezca en 20%. En junio el sector construcción ya revirtió la caída. Sobre las inversiones público-privadas (APP), ProInversión ya tiene un esquema más rápido, pero con los candados necesarios que aseguren transparencia, gobernanza y políticas anticorrupción. Ya vemos que algunos proyectos comienzan a moverse, la Línea 2 del Metro, el aeropuerto Jorge Chávez. Las obras por impuestos es otro mecanismo que moverá la economía.
También tenemos que trabajar en la mejora de la captación de tributos que permita reducir evasión, mejorar fiscalización y contribuir con la formalización.
Nadie duda de que la actividad minera es pilar de nuestra economía. Somos un país minero y lo seguiremos siendo. Después de los casos Conga y Tía María se reclama insistentemente destrabar los grandes proyectos mineros. Y el problema en el Perú, más que los precios internacionales de los metales que, felizmente, están empezando a mejorar, es la conflictividad social.
No se trata de imponer inversiones ahí donde la gente tiene reclamos, sino de generar políticas de confianza y transparencia de los inversionistas con las comunidades inmersas en su radio extractivo. El Estado tiene que ser el gran facilitador e impulsor de estas inversiones.
Quiero dar un ejemplo de éxito en esta línea. Es el proyecto de la canadiense Bear Creek Mining en Corani, Puno. Una mina de tajo abierto donde se invertirá $ 700 millones para convertirla en la más grande productora de plata del país, con trece millones de onzas al año. He recibido en mi despacho a los representantes de las comunidades de Chacaconiza y Quelcaya, vecinas a este proyecto minero, y lo que me mostraron me sorprendió gratamente.
Corani tiene tranquilidad y licencia social haciendo que los comuneros no solo estén buscando el canon o beneficios directos de la compañía, sino que, con su ayuda, han desarrollado sorprendentes emprendimientos tecnológicos aprovechando las pocas cosas que tienen a más de 4,000 metros de altura.
Hacen ropa inteligente con fibra de alpaca, hilos de plata y dispositivos electrónicos adheridos, chalecos antibalas y bloqueadores solares de ichu, bebidas energizantes con plantas silvestres, entre otros increíbles productos. Los comuneros de Corani han hecho suya esta inversión.
Ahora solo esperan que empiece la explotación. Este modelo deberíamos tener en cuenta para otros proyectos que están en cartera, como Quellaveco, Michiquillay, Mina Justa, inversiones que nos hemos propuesto sacar adelante pronto. Son 30,000 millones de soles con efecto multiplicador en zonas altoandinas. Con los decretos legislativos, vamos a poner en práctica el Adelanto Social y facilitar la formalización minera, a través del fondo minero.
Nada de esto será posible si no persistimos en una política de diálogo y concertación entre las fuerzas políticas para resolver los problemas del día a día de la gente. Siendo una sola fuerza para enfrentar la inseguridad ciudadana, generar empleo digno, formalizar la gran informalidad del país, tener una justicia predecible y honrada. Me quedo con una frase de PPK en el homenaje que todos rendimos a #UnaSolaFuerza: “El Perú vivió sus mejores horas en el peor momento”. No esperemos el próximo desastre natural para trabajar juntos.
*Segunda vicepresidenta de la República y congresista de Peruanos Por el Kambio