ALBERTO ARISPE
Escuché el discurso del presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) por 28 de julio. Pudo ser más ordenado, pero en general, me pareció bueno. Luego escuché las opiniones de los analistas/congresistas/periodistas. Siempre en lo mismo. Los congresistas que se autodenominan “de oposición” siempre señalando que falto esto y el otro y que el mensaje decepcionó, y los analistas/periodistas manifestando que debió anunciar reformas y cambios estructurales.
Para empezar, desde que tengo uso de razón (ya son muchos años) los autodenominados “congresistas de oposición” dicen siempre que todo mensaje presidencial los defraudó y los congresistas autodenominados “oficialistas” dicen siempre que todo mensaje presidencial les pareció bueno. Así que los comentarios de los congresistas no crean mucho valor. Ya sabemos qué van a decir.
Algo que nunca he entendido es porque un congresista se autodenominaría “de oposición”. Ellos no fueron elegidos para oponerse al gobierno. Ellos fueron elegidos en primera vuelta electoral cuando nadie sabe quién va a ser gobierno. Ellos fueron elegidos para llevar al Congreso el plan de gobierno de los partidos políticos por los cuales postulaban. Eso no significa necesariamente oponerse a los planes del gobierno de turno. No entiendo por qué ellos creen que han sido elegidos para oponerse al gobierno elegido por la mayoría. Están profundamente equivocados y su forma de pensar destruye valor para todos, incluyendo ellos mismos.
Y sobre el pedido de grandes reformas. Me parece que es una crítica ‘facilista’ porque ni este gobierno ni ningún otro en los últimos quince años tiene la fuerza política para hacer las reformas estructurales que necesita el país en temas económicos, por ejemplo. Se necesita una mayor apertura al libre mercado, pero el pueblo peruano no está de acuerdo con ello. Cuando se le habla a la mayoría de privatizar empresas públicas, de entregar concesiones o de flexibilizar el mercado laboral, la mayoría piensa que la empresa privada es mala y que ésta se aprovecha del pueblo y que esto es negativo para el país. Poca gente piensa: más flexibilización = más empresa privada = más empleo = menos pobreza = todos ganan.
Por ello, las reformas pro mercado son impopulares y la mayor regulación es muy aceptada. PPK, con 17 congresistas, puede hacer poco para implementar estas reformas (que tampoco hicieron Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala), y PPK lo sabe.
Bajo este contexto, con la inversión privada bajando lentamente, con la inversión pública estancada y con la tasa de crecimiento del consumo bajando poco a poco, pareciera que a lo único que puede aspirar PPK es i) impulsar la inversión pública con la reconstruccióndel norte y ii) aspirar al crecimiento de las exportaciones mineras y la inversión privada minera producto de una mejora en los términos de intercambio.
El gasto público es menos del 20% del PBI, por lo que la inversión privada y el consumo privado son claves. Un impulso de estas variables puede empujar la economía hacia adelante con más fuerza.
¿Y qué puede impulsar estas variables en 2017-2020? ¿Qué puede salvar a PPK, al crecimiento del país y a la bolsa nacional?
Los ciclos del cobre son marcados y casi siempre van de la mano con los ciclos de los otros metales base (zinc, estaño, otros). A continuación un gráfico con el comportamiento del precio del cobre en los últimos 25 años. Vemos, al menos, tres boom y tres crisis. El último boom fue entre diciembre de 2008 y marzo de 2011, cuando el precio pico del metal rojo llegó a US$ 4.30 la libra. La última crisis empezó en marzo de 2011 (coincide obviamente con el pico del último boom) y habría terminado el 15 enero de 2016, cuando el último piso de corto plazo del cobre fue de US$ 1.96 la libra.
Esta última crisis ocurrió en pleno gobierno de Ollanta Humala. El cobre bajó 57.4% de pico a piso. Ello provocó el desplome en los precios de las acciones de las empresas mineras, afectó negativamente sus resultados financieros, volvió menos rentables los proyectos y por lo tanto impactó tremendamente en los niveles de inversión del sector en el mundo.
En el Perú, por ejemplo, la inversión en minería en el 2011, pico del boom anterior, fue de US$7,200 millones, mientras que en el 2016, año en que culmina la crisis, la inversión fue de US$4,250 millones, es decir, un descenso del 41.3%. Asimismo, la inversión en exploración bajó 58.8% en el mismo periodo. Para este año, se espera que el nivel de inversión sea similar al 2016, siendo en su mayoría inversiones para sostener las operaciones actuales de las empresas. Se puede ver claramente que ante la última crisis, las inversiones en el sector cayeron dramáticamente. Producto de ello, no hay proyectos nuevos grandes que inicien operaciones en 2017, 2018, 2019.
Sin embargo, hay noticias positivas. El consenso de analistas espera que en el periodo 2016-2020 ocurra un nuevo boom minero. Si bien precios de US$4.00 la libra parecen inalcanzables, los analistas esperan que el cobre llegue a cotizar por encima de US$3.00 la libra, quizás alcanzando picos de US$3.20. Ello ocurriría por el crecimiento de la demanda mundial y la existencia de pocos nuevos proyectos de cobre que incrementen la oferta.
Durante la última crisis (2012-2016), en el Perú se terminaron los megaproyectos que nacieron producto del último boom del 2009-2011. Las Bambas, la ampliación de Cerro Verde, Toromocho y Constancia ya están en plena producción. En 2017, habremos aumentado la producción de cobre en 85% respecto a lo que el Perú tenía en 2012. Esto es impresionante y es mérito de todos, incluyendo a los gobiernos anteriores (García y Humala).
Si en 2018-2020, el precio del cobre sube a US$3.20 la libra, por ejemplo, el impacto que tendrá este efecto sobre la economía nacional será significativo. En 2012, la producción de cobre fue de 2,863 millones de libras y el precio promedio del cobre fue US$3.60, dando un ingreso al país de US$10,332 millones, que era 5.5% del PBI. En 2018, la producción de cobre sería de 5,540 millonesde libras, y si el precio del cobre llega a US$3.20 la libra, el ingreso para el país sería de US$17,729 millones, lo que representa el 8% del PBI esperado de 2018. El impacto sobre la economía nacional sería significativo.
Además, si el precio del cobre llega a US$3.20 la libra, las grandes empresas internacionales, que han cortado costos, disminuido deudas, vendido activos durante la última crisis, comenzarán nuevamente a generar caja extraordinaria. Los precios de las acciones de las empresas mineras subirán significativamente. El mercado se animará a proveer de capital a las compañías del sector y poco a poco demandarán nuevos proyectos. Quellaveco y sus US$5,000 millones de inversión podría ser uno (2018-2020). Cotabambas (2020) y sus US$1,500 millones de inversión podría ser otro. Marcobre, con una inversión aproximada de US$1,400 millones, también podría añadirse (2020). Rio Blanco, con una inversión de US$2,500 millones (2021) también es uno de los proyectos que más ha estado promoviendo el gobierno.
Con sólo superar los US$5,000 millones al año en inversión mineraestaríamos a un nivel similar a lo invertido en promedio en el periodo 2009-2012, el cual alcanzó los US$5,600 millones. Eso representa 2% adicional de crecimiento del PBI y mucho dinero para las empresas, los proveedores, los trabajadores, el Estado, las regiones, todos.
El cobre puede ser el as bajo la manga de PPK y el gobierno. Un nuevo boom de cobre ayudaría mucho a la inversión privada y a las exportaciones y ni que se diga a los ingresos del Estado.
En cuanto a la Bolsa de Valores de Lima (BVL), los precios del cobre de US$3.20 la libra pueden incrementar los valores fundamentales en 40% y pueden provocar overshootings en los precios de mercado por encima de estos valores fundamentales.
El precio del cobre cotizó a US$2.87 el 31 de julio de 2017. Ya ha subido 46.5% desde su piso en enero de 2016. Se viene cumpliendo lo que señalan los analistas más destacados.
Nadie sabe qué ocurrirá en el futuro. Invertir en cobre siempre es de alto riesgo. Pero si se cumple lo esperado por el mercado, el país podrá gozar de buena salud económica y financiera en los próximos años.
El precio del cobre avanzó levemente este miércoles, operando cerca del máximo de dos años que tocó esta semana, mientras que el aluminio cerró con alzas por compras de inversores que prevén recortes en la capacidad de producción en China.
El cobre en la Bolsa de Metales de Londres (LME) subió un 0,1 por ciento, a 6.352 dólares por tonelada, tras alcanzar en la semana los 6.430 dólares por tonelada, su nivel más alto desde mayo de 2015.
El índice dólar tocó mínimos de 15 meses y caía un 0,3 por ciento a las 1633 GMT. La baja cotización de la divisa estadounidense este año ha impulsado la demanda por materias primas denominadas en el billete verde, porque las hace más baratas para los tenedores de otras monedas.
El aluminio trepó un 1 por ciento a 1.926 dólares por tonelada. Los precios subieron por compras de inversores que esperan reducciones de capacidad en el principal productor mundial, China, pero analistas dijeron que puede que los suministros no caigan de forma significativa, ya que cualquier recorte podría ser contrarrestado por nuevas instalaciones