Una de las razones por las que Estados Unidos puede darse el lujo de discutir si suspende totalmente las compras de petróleo venezolano se encuentra enterrada en un sistema de cuevas en el estado de Luisiana.
El gobierno estadounidense almacena ahí cerca de 700 millones de barriles de crudo, suficientes para suplir al país de varios meses de importaciones petroleras en caso de una emergencia de desabastecimiento.
Por eso no sorprende es que en semanas recientes varios dirigentes de Washington hayan dado a entender que, como parte de eventuales sanciones contra el gobierno de Venezuela, habían considerado la posibilidad de detener las importaciones de petróleo del tercer proveedor de crudo a Estados Unidos sin arriesgarse a un hara-kiri económico.
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Sin embargo, este lunes se supo que el gobierno estadounidense decidió limitar las anunciadas nuevas sanciones a Venezuela a la imposición de sanciones personales contra el presidente Nicolás Maduro.
Pero si en el futuro decide expandir esas sanciones, la Reserva Estratégica Petrolera de Estados Unidos está llamada a jugar un papel mayor.
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Aunque el presidente estadounidense Donald Trump haya propuesto en meses recientes vender buena parte de esa reserva para aliviar los problemas fiscales de su gobierno.
El origen de la Reserva Petrolera Estratégica de Washington se remonta a 1973, cuando los estados árabes impusieron un embargo petrolero a Occidente en retaliación por su apoyo a Israel.
+688 millones Barriles almacenados
+141 Días de importaciones de crudo que se pueden cubrir con la reserva
+270 millones Barriles que propuso vender Trump paa reducir el costo de mantener la reserva.
La economía global sufrió un golpe desastroso con ese embargo, del que Estados Unidos no escapó. Los precios de la gasolina se multiplicaron. La gente tuvo que hacer fila para reabastecer sus autos. Y una buena parte de la infraestructura industrial estadounidense, basada en la premisa de combustible barato, empezó a verse amenazada con la obsolescencia.
En 1975 el gobierno estadounidense reaccionó estableciendo la Reserva Estratégica, almacenando el combustible en cuevas rodeadas de formaciones salinas.
El mantenimiento del sistema cuesta cerca de US$200 millones anuales.
A cambio, Estados Unidos ha salido airoso en numerosos incidentes que involucraron interrupciones de las importaciones de petróleo.
Entre otros casos, se produjeron durante la Guerra del Golfo en 1991, y luego del huracán Katrina de 2005, que afectó parte de la infraestructura energética estadounidense, en donde se usó petróleo de la reserva estratégica para compensar la caída.
En realidad, el abastecimiento de petróleo a Estados Unidos ha enfrentado riesgos geopolíticos con cierta frecuencia.
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Más aún, una de las más notorias interrupciones en el suministro de crudo a Estados Unidos en décadas recientes ya tuvo como protagonista a Venezuela, le recuerda a BBC Mundo Jorge Piñón, experto en asuntos energéticos de la Universidad de Texas.
"A la gente a veces se le olvida que en 2002 y 2003 el flujo de crudo venezolano a Estados Unidos se vio afectado por la huelga petrolera en ese país", indica Piñón.
Estados Unidos perdió por un tiempo el suministro de cerca de 1,5 millones de barriles diarios provenientes de Venezuela.
El impacto de un cierre de las puertas al petróleo venezolano en Estados Unidos hoy sería más reducido, asegura Piñón, recordando la caída en años recientes de las exportaciones venezolanas.
Estados Unidos no es el único país que emplea estos enormes sistemas de almacenamiento de crudo.
Japón, por ejemplo, tiene cerca de 500 millones de barriles almacenados en tanques sobre la superficie en el suroeste del país.
Y otras potencias como China están expandiendo sus instalaciones con ese propósito.
Irónicamente en un momento en que la Reserva Estratégica podría adquirir mayor relevancia por cuenta de la crisis venezolana, el gobierno de Donald Trump ha venido considerando vender una parte sustancial de ella.
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En mayo de este año, su gobierno propuso, como una estrategia para reducir la deuda pública, vender casi la mitad de la reserva, cerca de 300 millones de barriles, en el curso de la siguiente década.
La venta de estos recursos le podría representar al país cerca de US$16.000 millones en ingresos, asegura el gobierno de Trump.
Lo que nadie sabe es cuanto le costaría a Estados Unidos una crisis externa en la que se quedara sin petróleo por cualquier período de tiempo, y en donde ya no pudiera acudir a esa reserva de emergencia.
La propuesta sigue en discusión.
Entre tanto, bajo las formaciones salinas de Luisiana sigue almacenado un verdadero tesoro energético de cientos de millones de barriles de crudo, el mismo que le ha permitido por décadas a Estados Unidos respirar más tranquilo en su interacción con el volátil mundo de la industria petrolera global.
El sector petrolero de Venezuela corre el riesgo de recibir sanciones de Estados Unidos desde que el presidente Nicolás Maduro decidió impulsar una votación para elegir una asamblea política con poder total, la cual según los críticos dará la espalda a los últimos vestigios de democracia que quedan en el país miembro de la OPEP.
Steven Mnuchin, secretario del Tesoro norteamericano, afirmó esta semana que el gobierno "continuará analizando todas las opciones que tenemos", cuando le preguntaron si se venían las sanciones petroleras.
Éstos son los dos senderos más probables que podría tomar Estados Unidos si cumple con su amenaza de iniciar una acción económica "fuerte y rápida" contra Venezuela.
1 No importar crudo venezolano Considerada una de las posibles sanciones más agresivas, es probable que bloqueando las importaciones norteamericanas de crudo venezolano se provoque el mayor efecto inmediato en el mercado en general.
Las refinerías en EE.UU. son los mayores compradores del crudo pesado de Venezuela, y si ese flujo se corta, necesitarán rápido encontrar alternativas.
Si bien lidera las importaciones Citgo, la refinería propiedad de la petrolera estatal venezolana PDVSA, hay otras refinerías en Norteamérica que también son grandes compradores; siete de ellas en abril adquirieron más de 1 millón de barriles de crudo venezolano.
En mayo la refinería independiente Valero importó del país latinoamericano aún más crudo que Citgo, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos, ya que adquirió 200.000 barriles diarios.
Gary Simmons, director de abastecimiento en Valero, dijo la semana pasada que creía que la compañía podía capear sanciones que impliquen el bloqueo de las importaciones venezolanas, pero probablemente a mayores costos porque las comercializadoras competirán por las alternativas.
"La manera en que vemos cualquier potencial sanción es que, en realidad, lo que crea son algunas ineficiencias en el mercado del crudo", dijo Simmons. "Si se impusieran las sanciones, esos barriles seguirán fluyendo. Simplemente fluirán hacia otros mercados, y luego tendremos que comprar barriles a otros mercados para abastecer nuestro sistema, lo que hará que el costo del crudo pesado aumente algo".
"PDVSA trataría de desviar las exportaciones hacia otros lugares probablemente China y Asia pero a un potencial descuento y con mayores costos de transporte," dijo Joseph McMonigle de Hedgeye Risk Management.
Goldman Sachs estima que Venezuela perdería cerca de u$s 2,50 por barril en sus ventas de crudo, debido a la combinación de mayores costos de transporte y la necesidad de bajar el precio de su crudo para atraer rápido a compradores alternativos.
El banco de inversión señaló que el mayor riesgo es que los consumidores norteamericanos deban pagar más caro la nafta y el diesel en el caso de que las operaciones de Citgo fueran interrumpidas a raíz de las sanciones. La refinería representa el 4,3% de la capacidad total de Estados Unidos.
"Una prohibición de las importaciones de crudo venezolano podría . . . afectar a los consumidores norteamericanos por la suba de precios de los crudos pesados alternativos, si bien tal bloqueo probablemente se implemente con una demora para minimizar la escasez logística", comentó el analista de Goldman Damien Courvalin.
2 Bloquear las exportaciones de petróleo hacia Venezuela Pese a ser miembro de la OPEP y un gran exportador de petróleo, en los últimos años Venezuela se volvió más dependiente de fuentes importadas de petróleo. Por eso sus compras a Norteamérica son un potencial blanco de sanciones. El país importa crudo norteamericano más liviano, que mezcla con su producción de petróleo más pesado.
El dilapidado sistema de refinación de PDVSA también tiene problemas para satisfacer la demanda interna, lo que obliga al país a importar nafta y diesel.
Según Clipper Data, que sigue los movimientos de los buques petroleros, Venezuela importó más de 37 millones de barriles de nafta y diesel en 2017 desde todos sus proveedores. Casi 20% de esos combustibles refinados provino de Citgo. EE.UU. exporta cerca de 25.000 b/d de crudo al país.
Cortar ese abastecimiento podría obligar a Venezuela a adquirirlo desde otro país a un mayor costo. Parte del combustible refinado desde Citgo es a crédito, por lo que el país necesitará rápido otras alternativas.
EE.UU. también informó que está analizando prohibir el uso de dólares norteamericanos para las transacciones petroleras con PDVSA, esencialmente para excluir la principal fuente de ingresos en divisas que tiene el país del sistema financiero estadounidense.
Helima Croft, directora de estrategias con commodities en RBC Capital Markets, dijo que esas sanciones rápido harán que PDVSA no pueda cumplir el pago de su deuda externa.