PABLO ICARDI
En una década Mendoza pasó de ser "exportador" de energía, a depender de otros. Los proyectos sustentables que podrían cambiar la matriz. La renegociación por las represas del sur.
Hay muchas variables que marcan la caída productiva de la Provincia en la última década. Y una en particular: la decadencia del sector energético. Mendoza era "exportador" de energía y se ufanaba de la posibilidad de tener disponible más de lo que se necesitaba. Pero pasó a ser "Importador" neto, porque en los últimos años no se agregaron fuentes de generación y aumentó la demanda. Es decir: desde que se construyó Potrerillos no hubo ninguna obra ni proyecto de generación que se ejecutara, a pesar de los reiterados anuncios. En provincias vecinas la tendencia fue exactamente al revés. En San Juan, por ejemplo, se inauguraron tres diques y plantas de energía solar que comenzaron a revertir la dependencia de ese distrito.
Pero paradógicamente el energético es uno de los sectores que tienen mayor potencial. De hecho los principales proyectos productivos de Mendoza tienen que ver con las energías renovables . Además Mendoza está en un momento clave: las concesiones de las represas hidroeléctricas están entran en su etapa final, lo que significa la posibilidad de renegociar contratos, a la vez que están latentes varios proyectos que, de ejecutarse, tendrían un fuerte impacto. Lo mismo pasa con varias concesiones petroleras. En ese contexto, Mendoza está en un dilema del que puede salir muy airoso o condenarse. En lo inmediato debe decidir qué caminos seguir en materia de petróleo, energías renovables y generación hidroeléctricas. Las decisiones tendrán impacto a mediano y largo plazo, pero para la provincia puede ser una reinvención económica.
La Mendoza de la época dorada pasó hace rato. Hasta el año 2006 la generación de energía (con todo lo que ello implica) había ido en crecimiento. El año pasado se alcanzó un volumen de generación de energía 15% menor que una década atrás. Es decir, decadencia. Según el informe anual del EPRE, en 2006 la provincia exportó, es decir vendió al sistema un 20% de la energía que generó. La falta de obras y los malos años hidrológicos hicieron que en 2015 Mendoza necesitara "Importar" un 23% de la energía que requería para funcionar. Casi como espejo de lo que pasó a nivel nacional por la mala política energética, lo que era un valor agregado a la matriz productiva, pasó a ser un problema. Mendoza no tiene autonomía energética y, para peor, la infraestructura de conexión con el sistema nacional es deficitaria, por lo que tampoco tiene chances de expandirse mucho importando energía.
A pesar de ese panorama, el futuro parece más alentador, si se toma a la energía como eje de desarrollo. Actualmente hay cerca de 200 millones de dólares de inversión comprometidos para proyectos de energía renovable. Plantas solares en el Este y el Sur, microturbinas en los cursos de agua artificiales (que ya comenzaron a construirse) y algunas ideas incipientes en materia de biomasa. A ellos se le suma el proyecto de aprovecuamiento de gas residual para generación térmica en Anchoris (que si bien es en base a combustibles, tiene un eje sustentable porque usa gas que antes se quemaba). Todos esos proyectos sumados no moverán la matriz energética de la provincia, que depende del gas, el petróleo y la energía hidráulica. Pero pueden sentar las bases de una industria y allí hay un fuerte desafío. Mendoza intentó plantar bandera cuando se licitaron lor proyectos del plan Renovar contra la principal amenaza: las importaciones chinas.
El país asiático intenta conquistar el mundo (y no es una metáfora) con sus propios desarrollos de energía solar y eólica. A nivel global la tendencia hacia esas tecnologías no es una promesa; más desde el Acuerdo de París. China busca ser el principal productor mundial y competir parece difícil. Llevan modelos baratos, con financiamiento y a medida. En Mendoza hay una ventaja respecto a otros distritos por el know how en materia energética (hay una tradición técnica y productiva en el sector). ¿Se puede armar una industria alrededor de las energías limpias como hoy Mendoza la tiene con el petróleo? Si hubiera alguna cultura de apego a la ley, en 2023 Mendoza debería tener el 15% de su matriz energética basada en fuentes sustentables.
La energía hidroeléctrica es una de las principales de la matriz energética mendocina, gracias a la fuerza de los ríos; subexplotados en el norte y aprovechados en el sur. Pues ha comenzado un proceso del que el Gobierno va a tener que ser parte. El control de las 6 represas del Sur está en manos de la Nación y concesionadas. El Ministerio de Energía y Minería realizó un diagnóstico de las represas mendocinas, que son parte de las 22 que tiene a cargo la Nación con la idea de analizar qué futuro tienen: las concesiones vencen en 2024 y se acerca la etapa de renegociar. Lo que buscan saber es si hay chances de extender las concesiones, si es necesario realizar obras para extender su vida útil o si las transfieren a la provincia. Se trata de las represas Nihuil I, II y III, operadas por Hidroeléctrica Nihuiles S.A. (todas en el río Atuel) y Los Reyunos, Agua del Toro y El Tigre (en el río Diamante) de Hidroeléctrica Diamante S.A. Ambas empresas sin parte del grupo Pampa Energía, del empresario Marcos Mindlin. Se trata de uno de los gigantes energéticos que, entre otras cosas, es propietario de Edenor, Transener y que compró Petrobras Argentina.
En ese proceso podrían sentarse a negociar en una mesa de tres patas: Pampa Energía, la Nación y Mendoza. Aunque falta para el fin de la concesión, en el sector energético aseguran que los procesos se adelantan. La Provincia es accionista en ambos sistemas y el Gobierno transfirió todas las acciones a EMESA, la empresa provincial de energía. Por eso técnicamente esa firma es la que controla y negocia.
Pero hay un cuarto en discordia: La Pampa. Esa provincia tiene un fuerte conflicto con Mendoza por el manejo del Río Atuel y, en ese camino, se sumó un nuevo elemento: la pelea por las regalías de Los Nihuiles. El año pasado se determinó que a Mendoza le correspondía cobrar el 100% de esos valores y no dividirlos en mitades con La Pampa, como se hacía. El gobernador Alfredo Cornejo dijo que reclamaría las diferencias, que podrían superar largamente los 1000 millones de pesos.
La empresa estatal Ebisa estuvo a cargo del análisis del futuro de las 6 represas mendocinas. Pero habrá que acordarse de ese nombre. Es la misma empresa que realizó los estudios de factibilidad de cuatro sistemas hidroeléctricos que la Nación tiene priorizados en Mendoza. Se trata de El Baqueano, en el Río Diamente, y el sistema Cordón del Plata, en el Río Mendoza. También fue la que asesoró a EMESA en la elaboración de los proyectos ejecutivos de Los Blancos y Portezuelo del Viento, dos de los mega proyectos largamente anunciados y nunca concretados. Justamente en caso de Portezuelo del Viento puede ser un ícono del proceso de decadencia energética de Mendoza: fue parte de los anuncios de los gobernadores Cobos, Jaque, Pérez y Cornejo. Pero hasta ahora sigue esperando.