A junio las iniciativas en el SEA suman US$ 494 millones. En 2016 eran US$ 22.500 millones. Bajos precios y problemas de financiamiento y para conseguir contratos explican la situación.
Las energías renovables no convencionales, principalmente solar y eólica, lideraron con holgura el listado de nuevos proyectos ingresados a trámite ambiental en los últimos años, gracias a un verdadero boom de iniciativas sustentado en buenas perspectivas de precio, la rebaja en los costos de desarrollo de las mismas y proyecciones de que Chile necesitaría cada vez más energía a costos competitivos.
Pero el panorama actual es muy distinto. De acuerdo con las cifras del Servicio de Evalución Ambiental (SEA), la Comisión Nacional de Energía (CNE) y el Centro de Energías Renovables de Corfo (Cifes), mientras el primer semestre del año pasado ingresaron a evaluación ambiental 59 iniciativas, por un total de US$ 22.573 millones, en los primeros seis meses de este año la cifra bajó a 17 proyectos, por un total de US$ 494 millones. En monto de inversión la caída es dramática: 98%, mientras que respecto a la potencia asociada la baja es casi igual de grande: de 6.853 MW a 319,6 MW, 95% menos. Esto, descontando iniciativas como Electro Solar Tamarugal (1.000 MW) y Fotoelectricidad El Loa, de 300 MW, cuyo proceso de evaluación fue detenido a los pocos días al estar mal formulados. En ambos casos el titular declinó insistir, por lo que se consideran no ingresados.
¿Qué explica esta situación? En la industria plantean que a las ERNC les pasa lo mismo que al resto del sector energético: como la demanda no está creciendo debido al estancamiento de la economía, las centrales existentes, más aquellas en construcción, alcanzan sobradamente a cubrir las necesidades actuales e incluso las de varios años. Esto aplica tanto para los proyectos renovables como para convencionales, pues la entrada de iniciativas a gas natural, carbón o hidroeléctricas de gran tamaño, también está frenada.
Se trata de un cambio radical en lo relativo a inversión, pues fue justamente el sector energético el que venía sosteniendo las perspectivas de una recuperación.
En el caso particular de las ERNC se suman otros elementos particulares, como la dificultad para acceder a financiamiento, los bajos precios de la energía en contratos de largo plazo y las dificultades de transmisión. Esto último es clave para las centrales solares, pues en zonas de alto potencial, como la Región de Atacama, la energía no se puede evacuar a los grandes centros de consumo, porque las líneas no alcanzan, obligando a comercializar la energía en la misma región, arrastrando a la baja los precios. Esto debiera resolverse una vez que entren en funcionamiento las líneas Polpaico-Cardones y Sing-SIC, ambas en obras.
Según la ex secretaria ejecutiva de la CNE y actual socia de la consultora Energética, María Isabel González, existe un elemento fundamental: lo complejo que resulta para las empresas desarrolladoras de centrales renovables conseguir financiamiento bancario para desarrollar sus iniciativas.
“Creemos que la razón fundamental es por el bajo precio de la energía, hay sobreoferta y los bancos se han puesto más estrictos en las exigencias para financiar”, complementa González.
En la industria productora de electricidad ven un efecto claro de la menor demanda, producto de un crecimiento más lento de la economía, lo que hace que en vez de necesitarse 1.000 MW adicionales de capacidad instalada todos los años, como venía ocurriendo hasta hace dos o tres años, hoy la cifra es menos de la mitad de eso.
“Respecto de la baja actual de proyectos a tramitación ambiental es necesario tener en consideración la menor demanda eléctrica producto principalmente del menor crecimiento económico del último tiempo y de la baja de la inversión principalmente en minería, uno de los consumidores importantes de energía eléctrica”, señala a su vez el vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Generadoras, Claudio Seebach.
“Hacia el futuro, y en caso de retomarse una senda de mayor crecimiento económico y una mayor electrificación del consumo en Chile en usos como la electromovilidad, a nivel residencial o industrial para alcanzar niveles como los de países desarrollados, veremos que la inversiones en generacion deberán ir a la par con esa mayor demanda”, añade el representante gremial, quien afirma que el avance de estas tecnologías es una tendencia mundial, de lo que Chile no será ajeno. “Además, el futuro será más renovable gracias a los menores costos de las tecnologías y para aprovechar la enorme riqueza y diversidad de fuentes de generación renovable hidroeléctrica, solar, eólica o de geotermia con las que Chile cuenta”, dice Seebach.
Las grandes generadoras han cuestionado, además, que la intermitencia de las renovables las obliga a encender y apagar reiteradamente (cycling) sus unidades mayores, lo que aumenta el desgaste.