La actividad hidrocarburífera descendió un 8% en los primeros cinco meses del año, a la vez que las importaciones de crudo casi se cuadriplicaron con respecto a 2015. YPF y las inconsistencias del modelo de Aranguren, que ponen en peligro la industria del oro negro en el país
Vamos a llevar adelante una verdadera revolución en la producción de crudo”, aseveró hace unos meses atrás el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, a la hora de explicar la política económica del Gobierno. La realidad muestra que, más allá de los dichos del funcionario, la actividad petrolera no cesa en su disminución, preocupando a propios y extraños.
Un informe elaborado por el Observatorio de la Energía, la Tecnología y la Infraestructura para el Desarrollo (Oetec) muestra que en los primeros cinco meses del año la producción petrolera descendió un 8% en todo el territorio nacional, evidenciándose una crisis que crece con el correr de los meses. Los que más sufrieron esta baja fueron los mayores procesadores de crudo en el país, como lo son la Cuenca neuquina (donde se encuentra Vaca Muerta) y el Golfo de San Jorge, que juntos suman el 90% de la producción nacional, los cuales descendieron un 10,5% y un 7,3% respectivamente.
Lejos de la promesa oficial de recuperar el autoabastecimiento perdido, la importación de petróleo en los primeros 5 meses de este año creció un 326% con respecto a 2015, lo que hace que en lo que va de 2017 se haya adquirido al exterior un 4,8% más de crudo que en todo el último año de gobierno de Cristina Kirchner.
La compra de hidrocarburos al exterior el año pasado había crecido un 119%, lo que va de la mano con la baja en la producción local, que ha llevado a que por estas horas el 40% de los pozos petroleros nacionales se encuentren subutilizados, y que las nuevas perforaciones en Vaca Muerta, el mayor reservorio nacional, haya mermado un 20%.
Las consecuencias directas de la baja en la producción hidrocarburífera y la suba en la importación de petróleo serían el alza indiscriminada de los precios de los combustibles en todo el territorio nacional.
De acuerdo a los especialistas consultados por diario Hoy, la crisis en el sector petrolero todavía no tocó fondo, y en eso es clave la inconsistencia del modelo oficial a través de YPF, con una política plagada de contradicciones y que apuesta a una nueva “reprivatización” de los intereses hidrocarburíferos nacionales.
Hoy, la petrolera estatal no solo está endeudada en bonos y deudas financieras por decisión de Aranguren, sino que además posee a su interior una serie de deudas de servicios reales que se vienen acumulando por parte de la empresa y que la firma no está pagando por la crisis interna que atraviesa.
Tan crítica es la situación de YPF que diferentes estudios marcan que alrededor del 50% de los pozos petroleros que tiene la empresa se encuentren subutilizados, mientras que la actividad de la firma ha descendido un 9%. Incluso, se ha llegado a la incongruencia de que la propia petrolera estatal haya adquirido el 22% del total del crudo comprado a otros países en lo que va del año, lo que para los expertos indica un proceso de desguace interno de la empresa.
Pero como si esto fuera poco, de los contratos de energías no convencionales las empresas extranjeras se están llevando el 60% de los convenios, con el agravante de que si no les conviene económicamente, no explotan los pozos, en una concesión insólita y única en el mundo por parte de las autoridades, lo que no hace más que poner en riesgo la producción del oro negro en el país de cara al futuro.
Hugo Palamidessi Presidente del Grupo MORENO (Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora)
“Como muchas cosas que hace este Gobierno, hay una marcada intención de dejar de lado la industria nacional y dejar abierto el camino para que las grandes multinacionales se hagan cargo de la explotación petrolera en el país. A esta actitud la hemos visto con la importación desde Chile que benefició a la Shell, que es la empresa la cual era director hasta antes de asumir como ministro Aranguren, en una muestra del desprecio hacia YPF y la actividad petrolera argentina.
La falta de producción nacional de crudo este Gobierno parece resolverla con la importación y no con el aumento de la actividad en el país, principalmente a través de YPF, algo insólito.
Es una barbaridad que hayamos triplicado la importación de petróleo. Hay una baja importante en la producción, no hay exploración de crudo. Se van haciendo parches, se reprivatiza la actividad en vez de hacer una política energética y petrolera planificada”.
Félix Herrero Abogado y economista especializado en energía. Exdirector de Yacyretá
“Se extrae menos, se invierte menos. Existe un elevado grado de desindustrialización, donde al caer la producción, aumenta la importación. Acá se está jugando todo a Vaca Muerta, y allí todavía faltan las inversiones, se anuncian algunas a nivel mediático, pero nunca se dan en la producción.
Estamos en una situación difícil, acá se separa con mayor crudeza la realidad que se vive en la Argentina del discurso oficial, que habla de inversiones que vienen a raudales. YPF está muy mal, el petróleo argentino está en caída libre. Todo lo que viene planteando el Gobierno nacional en materia de inversiones petroleras es todo futurismo, se harán, se realizarán, todo en el futuro, nada en el presente.
El Estado tiene obligaciones, pero quien hace cumplir las obligaciones es un Ceo de empresas privadas como Aranguren, por lo que no hay una experiencia de buscar el beneficio de todos, sino el beneficio particular empresarial”.
- 326% creció la importación de petróleo en los primeros 5 meses respecto a 2015
- 40% de los pozos petroleros del territorio nacional se encuentran subutilizados
- 8% disminuyó la elaboración de petróleo en lo que va de 2017
- 7,3% cayó la industria en el Golfo San Jorge, en Chubut
- 119% aumentaron las compras de hidrocarburos al exterior el año pasado
- 20% bajó la perforación en Vaca Muerta, el mayor reservorio nacional
- 10,5% descendió la producción petrolera en la Cuenca neuquina
- 4,8% más se importó de crudo en 2017 que en todo 2015
PABLO FERNÁNDEZ BLANCO
En 18 meses se redujo de US$ 25 a US$ 4 la brecha entre el valor local, más caro, y el internacional; a más tardar en abril, la cotización interna seguirá la del mundo
Frecuente en la historia reciente: por primera vez en 18 años, los precios de las naftas y el gasoil se moverán en línea con la cotización internacional del petróleo, por lo que tenderán a aumentar o a bajar al mismo tiempo que en el resto del mundo. De esa manera, según el pronóstico del Gobierno, perderá sentido una pregunta que se repite en las estaciones de servicio cuando hay una remarcación de pizarras: ¿por qué los combustibles suben en el país cuando el crudo baja en el mundo?
En el entorno de Mauricio Macri esperan que desde principios del año próximo el precio local del crudo esté en la misma línea que la cotización internacional del Brent, el tipo de petróleo que se extrae principalmente en el Mar del Norte y funciona como referencia, entre otros, en los mercados europeos hechas todas las deducciones de calidad y del costo de los fletes.
El petróleo representa cerca del 80% del costo de producción de las naftas y el gasoil. De manera que su variación inclinará los precios finales que pagarán los consumidores locales. Tendrán así una situación más parecida a la de los países vecinos.
Será el corolario de un trabajo de acoplamiento de precios que inició tímidamente el ex ministro de Economía Axel Kicillof y profundizó la gestión de Macri a través de acuerdos promovidos con la cadena productiva del petróleo por el ministro de Energía, Juan José Aranguren.
Un documento de trabajo que circula en la mesa chica de Macri indica que en 18 meses desde el cambio de inquilino en la Casa Rosada la brecha entre el precio internacional del Brent (sumados sus costos para volcarlo al mercado interno) y el crudo local (toma en cuenta el precio del barril de Medanito, propio de la provincia de Neuquén y de los que mejor rinden en las refinerías argentinas) se redujo de US$ 25 a US$ 4 por barril. En otros términos, la diferencia que se registraba en diciembre de 2015, entre US$ 75 y US$ 50 para aquellos parámetros, descendió a principios de julio a US$ 55 contra US$ 51.
La reducción paulatina de esa brecha implicó la eliminación progresiva del barril criollo, que contempló un precio sostén interno reconocido a las productoras locales para evitar un desplome aun mayor de la inversión y sus efectos negativos sobre el empleo, en especial en la Patagonia.
A principios de año, Energía facilitó la puesta en marcha de una fórmula para transparentar los precios de los combustibles, que bajaron a principios del segundo trimestre. Pero esa cuenta considera el precio local del petróleo, que está por encima de los valores internacionales.
La vuelta hacia el precio internacional tiene amplio consenso en el Gobierno (sólo un desplome en el mundo evitaría esa situación). No sólo está de acuerdo el presidente Mauricio Macri, sino también algunos de sus principales asesores en materia económica y energética, como el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger; Aranguren, y Gustavo Lopetegui, uno de los coordinadores de la Jefatura de Gabinete que supervisan esas cuestiones en nombre de Marcos Peña.
Más aún: el realineamiento del crudo con las referencias internacionales es uno de los objetivos que se propuso el Gobierno cuando todavía era una fórmula electoral tras los nombres de Macri y Gabriela Michetti, que discutía sobre las cuestiones macroeconómicas a resolver tras una eventual victoria sobre el candidato oficialista de entonces, Daniel Scioli.
La discusión, en cambio, pasa por en qué momento se concretará la vuelta a las cotizaciones de mercado. El ala cercana a Peña apunta a enero, pero no se descarta postergarlo a abril si los precios internacionales del crudo muestran una excesiva volatilidad para la situación local. Su referente, Lopetegui, lo justificó días atrás ante uno de sus interlocutores: "A lo largo de los años la Argentina probó con muchos sistemas. Por una vez podría probar con el capitalismo, ¿no?", dijo.
Más allá de la ironía, el grupo que debe tomar la decisión coincide en que el sector petrolero es uno de los que más están acostumbrados en el país a la competencia. De hecho, es uno de los pocos productos que no tienen aranceles de importación.
Además del petróleo, los precios de las naftas y el gasoil responden a otros factores, como los biocombustibles (la intención oficial es que en algún momento sus precios converjan con los de mercado) y la paridad entre el peso y el dólar. La marcha de la moneda es un elemento crucial. Dado que la compraventa de crudo está dolarizada, la devaluación del peso implica desde el punto de vista de las petroleras que necesitan más billetes para hacer frente a la misma compra de crudo.
El futuro alineamiento del precio local del crudo con los valores internacionales implicará mantener constante su valor en dólares. De manera que una devaluación pronunciada en el marco de una baja en la cotización del petróleo puede obligar a los automovilistas a pagar más, en pesos, para llenar el tanque.
La vuelta de las retenciones: En el marco de la crisis de 2001, al año siguiente el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, dispuso retenciones a las exportaciones de petróleo. Se mantuvieron hasta principios de este año.
La intervención oficial: El kirchnerismo llevó al extremo la intervención estatal en el mercado que se había inaugurado en la presidencia de Eduardo Duhalde. El sector petrolero fue el primero en recibir la aplicación de retenciones móviles, incluso antes que el campo. Quien dispuso esa medida fue el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, si bien la norma llevó el sello intelectual del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Precios topes: En junio de 2008, el precio del crudo en el mundo alcanzó récords históricos, por encima de los US$ 140 el barril. Sin embargo, los productores locales no pudieron favorecerse con esa tendencia por el tope impuesto por el kirchnerismo para contener los precios de los combustibles en el mercado interno. El resultado de esa política fue un beneficio momentáneo para los consumidores, pero una mala señal para la inversión, que derivó en una caída sistemática de la producción de crudo.
Los más baratos: El control de precios sobre los combustibles dejó a los surtidores argentinos con los valores más bajos de la región.
La estatización de YPF: La política petrolera del kirchnerismo pareció cambiar de la mano de la estatización del paquete de control de la petrolera YPF, en abril de 2012. De esa manera, los precios de los combustibles iniciaron un sendero de recuperación por el que la Argentina pasó de tener los valores más bajos a contar con los segundos entre los precios más caros de la región, detrás de Uruguay.
Barril criollo: La caída del precio internacional del crudo torció la política a favor de YPF. Kicillof dispuso tomar como referencia un barril criollo, para sostener la cotización local en un contexto de bajas, pero de a poco fue reduciendo la brecha. Macri achicó mucho más esa diferencia.
Competencia: El Gobierno cree que tanto los consumidores como la industria se favorecerán cuando el crudo tenga precios de mercado.