De pronto uno parece estar en China. En medio del mayor salar del mundo, a 3.600 metros de altura en el Altiplano boliviano, hay un pueblo de contenedores blancos. Dentro, sobre la mesa giratoria hay fideos chinos, ternera picante, pollo agridulce y col, todo pensado para que los trabajadores se sientan como en casa.
Los contenedores habitables han llegado desde China y con ellos también cuatro cocineros. En el comedor hay un karaoke, también una habitación para jugar al ping-pong y de las paredes cuelgan carteles en chino. Ji Xinsheng, un hombre amable con modales exquisitos, recibe a las visitas. “En China solo tenemos un salar, pero allí hay una demanda enorme de litio y de cloruro de potasio”, explica. El señor Ji vive desde 2016 en este desierto de sal y dirige para la empresa CAMC la construcción de una fábrica para la producción de cloruro de potasio como fertilizante. A partir de 2018 se producirán aquí 350.000 toneladas al año. Pero esto es solo el principio; la fábrica es la puerta hacia una materia prima mucho más importante.
Bajo sus pies se encuentra, además del potasio, un tesoro al que le han echado el ojo empresas de todo el mundo. El salar de Uyuni es el más grande del mundo con más de 10.000 kilómetros cuadrados y en él se encuentra también la mayor reserva de litio del planeta. Sin el litio no sería posible una revolución mundial de vehículos eléctricos, pues se necesita este componente para las baterías.
El presidente boliviano, Evo Morales, asegura que “el litio es el nuevo gas natural”. Morales busca socios internacionales para la explotación, para conseguir el mismo efecto que con el gas natural, que ha ayudado a Bolivia, uno de los países más pobres del continente, a convertirse en el del mayor crecimiento económico de la región.
El precio de la tonelada de carbonato de litio ha subido de los U$S 2.500 en 2005 a los U$S 13.000 actualmente -desde 2016 casi se ha duplicado su valor-. Ahora el litio es la mejor apuesta por el auge de los vehículos eléctricos. Algunos expertos consideran el litio como una inversión muy lucrativa. Se estima que en Bolivia hay más de nueve millones de toneladas del “oro blanco”. El litio también se utiliza para las baterías de los celulares, en las grandes baterías para el almacenamiento de energía solar y en tecnología médica.
Por el momento Bolivia no juega ningún papel en su extracción; el líder mundial es Chile, donde se estima que las reservas alcanzan los 7,5 millones de toneladas. Pero Morales planea una gran ofensiva con una inversión de U$S 800 millones para la explotación.
Normalmente no se puede acceder a las instalaciones en el salar de Uyuni, que están vigiladas por militares. La sustancia rica en materias primas se encuentra bajo la costra de sal y es dirigida hacia enormes piletas de hasta 30 hectáreas en las que el agua se evapora al aire libre y se filtran el litio y el cloruro de potasio. Desde 2008 hay una pequeña planta piloto en la que se producen cinco toneladas de carbonato de litio al mes. Los trabajadores, con trajes protectores blancos, llenan sacos con el “oro blanco” con una pureza del 99%. Hay también un laboratorio en el que un equipo de químicos controla la calidad.
Las comunidades indígenas cercanas temen que se produzcan daños ambientales irreparables, sobre todo por las enormes piletas para el filtrado de las materias primas. “El litio es un elemento estratégico para nuestro desarrollo y para el mundo”, dice por el contrario el director político del programa del litio, Juan Carlos Montenegro, que estudió mineralogía en Heidelberg, Alemania. Montenegro destaca que solo el 0,4% del salar será explotado industrialmente en una primera fase, es decir, unos 40 kilómetros cuadrados.
En Uyuni hay hoteles que se llaman “Oro blanco” y es que hasta ahora el salar es la mayor atracción turística del país, con sus reflejos de luz surrealistas, sus lagunas turquesas, verdes y rojas, sus islas de cactus y sus extrañas formaciones rocosas. Muchas personas tienen la sensación de no estar bien informadas porque nadie sabe exactamente lo que están haciendo en la zona de acceso restringido.
La obra de Ji forma parte del complejo para la extracción del litio y del potasio. La planta de litio que se construirá al lado ha sido proyectada por la empresa alemana K-Utec.
Morales también quiere construir en Potosí, cerca del salar, una enorme fábrica de baterías para las empresas automotrices. Empresas chinas, canadienses y alemanas compiten por la fábrica, pero los bolivianos se quedarán con al menos el 50%. Hasta 26 firmas -de China, Rusia, Finlandia, Alemania, España y México- se han presentado para la construcción de la fábrica de litio. Pero Montenegro destaca también la importancia de la planta de potasio que está construyendo Ji.
“Solamente Brasil necesita siete millones de toneladas de fertilizante al año para las plantaciones de soja”, explica.
La región de Chile, Bolivia y Argentina, con el 85% de las reservas de litio, ya es considerada la nueva “Arabia Saudí”. Pero Jaime Alée, director del programa de litio de la Universidad de Chile, advirtió de una posible burbuja en una entrevista para el portal “emol.com”.
En China sería un sueño tener un tesoro como el del salar de Uyuni. Y ahora ya tienen un pie dentro.