Durante siglos, el oro ha sido el activo de preferencia para inversores que querían protegerse de los riesgos financieros, entre los que se incluye la inflación. En la última década, los fondos negociados en bolsa (ETF's) respaldados por oro han atraído más dinero que cualquier otra materia prima. Incluso los principales bancos centrales del mundo conservan aún grandes cantidades de lingotes como activo de reserva.
Pero cuando se trata de la inflación, que puede socavar el valor de las carteras que no siguen el ritmo de los precios al consumidor, cualquiera que compró oro como cobertura durante los últimos 25 años se ha perdido un negocio mucho mejor: el cobre. Aunque los datos demuestran que los índices generales de materias primas ofrecen el mejor resultado durante períodos de incremento precios, el metal rojo sobresale sobre todos los demás.
Por cada 1% de crecimiento anual en el índice de precios al consumidor desde 1992, el cobre subió casi un 18%, mientras que el oro subió un 5,2%. Sólo un índice más amplio de materias primas energéticas, que incluye petróleo y gas natural, tuvo mejores resultados que el cobre.
El cobre es "más sensible a la inflación y al dólar debido a sus usos y su uso creciente dentro del proceso productivo de la economía", asegura Jodie Gunzberg, directora global de materias primas y activos reales de S&P Dow Jones Indices. "Los inversores están más cómodos con el oro. Cuando se hacen los números, el oro tiene una sensibilidad relativamente baja a la inflación".
La conocida como 'inflación beta' mide esa sensibilidad. La correlación de cualquier materia prima con los crecientes precios al consumidor puede ser volátil. Por ejemplo, el cobre cayó en 2011 incluso cuando la inflación se aceleró. Pero con el tiempo, hay patrones en la relación que hacen que la posesión de materias primas sea una buena apuesta cuando la inflación se está acelerando, explica Mike McGlone, analista de Bloomberg Intelligence en Nueva York.
"La razón tradicional que aboga por mantener en cartera materias primas es para combatir la inflación", porque a medida que la economía se recalienta, el consumo aumenta con fuerza en bienes y servicios que van desde automóviles y casas hasta electrodomésticos y viajes, explica McGlone en una entrevista telefónica del 19 de junio.
Los analistas han apodado el cobre "el metal con un doctorado en economía", porque ha sido un barómetro fiable de la Economía. Cuando la construcción y la fabricación crecen, también lo hacen las ventas de cables y tuberías. Si bien la inflación ha sido relativamente moderada desde la crisis financiera, hay señales que dejan entrever que pronto volverá a asomar la cabeza a medida que los mercados laborales alcanzan el pleno empleo y el consumo coge fuerza.
Así, el año pasado, el cobre subió un 18% (tras haber tocado mínimos de seis años previamente), mientras que el oro para venta inmediata subió sólo un 8%. En lo que va de año, el metal precioso lleva ventaja, con un alza del 9,2%, mientras que el cobre se ha revalorizado un 5,7%, según el mercado de materias primas de Londres. Pero hay señales de mejora por delante para este metal industrial.
Pero ahora, las compañías mineras han reducido la producción y la demanda está creciendo de nuevo. Barclays calcul en un informe del 26 de junio que la demanda mundial excederá la producción este año por 56.000 toneladas y aumentará hasta 72.000 toneladas en 2018. En 2016, hubo un superávit de 102.000 toneladas, según estimaciones del banco.