Los precios del oro subieron el viernes a máximos en una semana, impulsados por la debilidad del dólar, la incertidumbre económica y política a nivel global, así como las limitadas perspectivas de más alzas de las tasas de interés en Estados Unidos.
La Reserva Federal debería esperar hasta que sea claro que la inflación avanza hacia el objetivo de 2% antes de subir nuevamente las tasas de interés, dijo el viernes el jefe de la Fed de St. Louis, James Bullard, destacando las dificultades del banco central para evaluar la reciente desaceleración en las alzas de los precios.
Sin embargo, Bullard no tiene actualmente voto en el panel que fija la política monetaria.
El oro al contado subió 0.44%, a 1,257.7 dólares la onza, después de tocar un máximo de sesión de 1,258.81 dólares la onza.
Los futuros del oro en Estados Unidos cerraron con un alza de 0.6%, a 1,256.01 dólares la onza.
Los precios registraron su primera ganancia semanal en las últimas tres semanas.
Las acusaciones de vínculos con Rusia han opacado los primeros cinco meses de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, y los ensayos de misiles de Corea del Norte y las negociaciones por el Brexit están provocando preocupaciones sobre la estabilidad global.
El dólar cayó el viernes frente a una canasta de monedas y anotó su mayor baja diaria en tres semanas, debido a las persistentes dudas sobre si la Fed subirá nuevamente las tasas de interés este año ante los débiles datos de inflación.
El oro es usado a menudo por los inversionistas como cobertura contra la incertidumbre política y financiera, pero no rinde intereses, dividendos ni cupones y cuesta dinero asegurarlo y almacenarlo.
El fortalecimiento del dólar hace que los metales que cotizan en dólares sean más caros para los tenedores de otras monedas, lo que podría reducir la demanda.
Entre otros metales preciosos, la plata subió 1.1%, a 16.71 dólares la onza; el platino ganó 0.9%, a 929.25 dólares la onza; y el paladio perdió 2.8%, a 858.08 dólares la onza.
La decisión tomada por la Reserva Federal sobre los tipos de interés en Estados Unidos, ha tenido un reflejo acorde a la subida programada de un cuarto de punto, sin sorpresas ni reacciones exageradas. Es cierto que esa «lógica» estuvo amenazada durante un par de horas, por un rumor muy leve sobre un posible retraso en la decisión de subir el precio del dinero en Estados Unidos, lo que provocó un sobresalto repentino hasta los 1.280 dólares, pero bastaron las primeras palabras de confirmación y explicación por parte de Janet Yellen (presidenta de la FED) para que la cotización del metal perdiese fuelle en su cruce con el dólar.
El descenso por debajo de los 1.265 dólares, sin solución intermedia, alcanzó con rapidez el soporte en la zona de los 1.245, que delimitan la frontera de las expectativas de reproducción del tirón alcista de la última quincena del mes de mayo. Buena parte de la esperanza de que el oro abandone la tendencia bajista de los últimos años, pasa porque el precio del oro aguante el soporte actual hasta provocar el ataque por encima de los 1.294 dólares que proyecte hacia los 1.380 como siguiente nivel de parada, ya fuera de la influencia de la tendencia bajista de largo plazo.
Los 1.245 son una referencia importante también para el corto plazo. Es difícil que se pueda perder en un primer intento, por lo que cabe esperar algún tipo de rebote que no parece que pueda tener mucho recorrido, ya que se encontraría con una zona de congestión muy próxima, en el intervalo entre los 1.255 y los 1.265. Si se perfora a la baja la marca de los 1.245, quedaría amenazada la proyección del soporte del último mínimo, que ahora pasaría muy cerca, por la zona de los 1.230 y cuya pérdida cambiaría el reparto de probabilidades a favor de la tendencia bajista de largo plazo que, en caso de estar acompañada de una cierta fortaleza del dólar y un poco de debilidad por el lado del euro, no tiene por qué significar que podríamos adquirir cada onza de oro a un precio mejor al que hoy se intercambia con el euro.
El mayor coste de financiación encarece el precio del dinero. Piense en ello. Imagine que se encuentra ante el escaparate de dos bancos. En uno le anuncian que su tipo de interés es del uno por ciento, mientras que el de enfrente le indica que el suyo es del tres por ciento. ¿Está clara la jugada, verdad? Se financia usted en el del uno por ciento y el dinero lo invierte en el del tres por ciento.
Eso es exactamente lo que sucede con los diferenciales de tipo entre los bloques. Cuando uno sube los tipos atrae dinero alentado por un mayor interés, lo que se traslada a la divisa de ese bloque económico en forma de compras.
El oro es dinero, pero no es la «moneda» de referencia en alguna nación. No hay política monetaria o de tipos de interés con el oro. Por eso le afecta lo que suceda con las decisiones que se tomen respecto al dólar, su divisa de contrapartida. Un mayor valor relativo del billete verde americano implica que hay que entregar menos unidades para adquirir la misma cosa y viceversa, un menor valor obliga a entregar más por lo mismo.
La situación económica en Estados Unidos es favorable a nuevas subidas de tipos, lo que tiene su impacto negativo en la cotización del oro expresada en dólares. Pero si la apreciación del dólar es simultánea a una depreciación del euro, entonces ese oro no será más barato para un europeo porque tendrá que entregar más unidades por los dólares que hay que pagar por cada gramo de metal.
En circunstancias normales este tipo de cuestiones son las que determinan la dirección del precio del oro. Pero no siempre las cosas son normales o racionales. Cuando el miedo se instala en otros mercados o aparecen dudas sobre el sistema financiero, el oro suele ser el refugio ante los miedos, las inflaciones y los temores a la devaluación de las divisas. Es cuando el oro sube y brilla por encima de otros activos.