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Petróleo, en torno a US$50. Más caro en Argentina
14/06/2017

El petróleo se mantendrá en torno a los 50 dólares

ENERNEWS/La Razón

La inestabilidad diplomática en el Golfo y el miedo a que las tensiones entre Qatar y el resto de países de la OPEP torpedeen la prórroga de los recortes de producción de crudo acordada por el cártel hace apenas dos semanas pueden hacer presagiar incrementos en el precio del petróleo –actualmente el barril de Brent, de referencia en Europa, ronda los 50 dólares–. Sin embargo, existen razones que invitan a pensar que permanecerá en los niveles actuales.

A comienzos de semana, tras el anuncio del aislamiento de Qatar, los inversores reaccionaron con un signo bajista en el precio del crudo. De hecho, el barril de Brent cayó casi un 1%, hasta los 49,47 dólares. Y eso que en la primera parte de la sesión llegó a recuperar los 50 billetes verdes. En este sentido, Rodrigo Villamizar, profesor de IEB y de la Universidad de San Diego (EE UU), afirma que el resultado estéril de los saudíes de convencer a otros miembros de la OPEP de aceptar un régimen de cuotas más estrictas, además de la incapacidad de otros para recortar la producción, «mantendrá los precios entre los 48 y los 55 dólares durante los próximos meses».

Aunque los conflictos en Oriente Medio históricamente hayan dado un impulso al precio del petróleo, por los temores a interrupciones en el suministro, esta crisis en el Golfo no ha reactivado una prima de riesgo geográfico para el crudo, a pesar de la posibilidad de que un agravamiento de las tensiones pueda poner en riesgo el actual recorte de producción.

No sólo es que el papel de Qatar como productor de petróleo sea relativamente pequeño –redujo su producción a los 619 millones de barriles diarios en abril, desde los 621 millones barriles diarios de marzo–, sino que actualmente el mercado está preocupado por el exceso global de suministro, que sólo reduce lentamente el incremento de la producción de Estados Unidos, Libia y Nigeria, países exentos de recortar la producción y cuyos aumentos compensan con creces el alto grado de cumplimiento del acuerdo de otros miembros.

«El riesgo en esta etapa es que una escalada de las tensiones lleve a los miembros de la OPEP y no OPEP a alejarse del acuerdo actual para mantener la producción baja. Si estos productores aumentan la oferta, el precio del petróleo puede reducirse bruscamente». De hecho, Ole Hansen, jefe de estrategia en materias primas de Saxo Bank, recuerda que aunque hubo una reducción en los suministros de petróleo provenientes de países de la OPEP entre febrero y abril, según Thomson Reuters Oil Research y Bloomberg, la producción de la OPEP probablemente aumentó a 25,18 y 31,5 millones de barriles diarios en mayo, lo que supondría un incremento de cerca de un millón de barriles diarios respecto a abril. «Esto hace palpable las dudas de que el pacto para mantener el recorte de producción en casi 1,8 millones de barriles diarios esté reduciendo las exportaciones de forma sustancial», puntualiza.

Más incertidumbre

El conflicto entre Qatar y sus vecinos introduce un nuevo elemento de incertidumbre en Oriente Medio, la OPEP y los mercados de petróleo y gas. Y es que las ramificaciones de esta decisión trascienden el ámbito puramente político. La importancia de Catar dentro de la OPEP puede ser vista como marginal, pues pese a ser el mayor productor de gas natural licuado (GNL) del mundo, es el productor número 17 de petróleo. Es más, se trata del segundo miembro más pequeño de la organización, con reservas probadas de 25.700 millones de barriles de crudo. En 2016, produjo 2,1 millones de barriles de petróleo.

Arabia Saudí, Egipto y su enemigo regional, UAE, con el guiño de Donald Trump, han decidido hacerle la guerra fría y aislarle de los mercados que sustentan sus voluminosas arcas. «Y han escogido un momento que aprovecha dos situaciones adversas de Catar: su debilitamiento económico (registrará en 2016 su primer déficit presupuestario en 15 años) y que las proyecciones de los precios promedio del petróleo son de 48 dólares, en comparación con sus propias estimaciones presupuestarias de 65 dólares por barril».

Villamizar explica que la caída de los precios del petróleo tras el anuncio de la prórroga de nueve meses de los recortes de producción es el resultado de una falta de confianza en la capacidad de la OPEP de controlar el mercado; no de los conflictos internos entre sus miembros. Por ello, asegura que el cártel se ha tornado irrelevante y que, salvo Arabia Saudí, no hay quien pueda afectar el precio en un mercado con mucho exceso de oferta, un enemigo como el «oil shale» americano capaz de contrarrestar cualquier corte y un mercado financiero internacional de futuros («hedging») más activo y perverso para la OPEP que nunca.

Asimismo, agrega que sólo un recorte importante de los saudíes podría marcar una diferencia real, pero revela que no hay indicios de que estén dispuestos a sacrificar más ingresos para lograrlo. «En el corto y medio plazo, el suministro de petróleo parece fuerte e inexorable. Nuevos campos siguen aflorando en áreas como el Mar del Norte, Brasil y África, y no hay aumento evidente en la demanda. La caída de los precios durante la última semana está motivada por la anarquía de Irán, Nigeria, Libia, Angola y Venezuela de respetar cualquier acuerdo en un contexto de abundantes flujos de crudo e inventarios de petróleo. A más largo plazo, el análisis es más complicado. Pero casi todos los analistas de la industria y del mercado financiero creen que los precios permanecerán bajos en el largo plazo», apostilla.

El mercado del petróleo atraviesa un periodo de consolidación. Las medidas de la última reunión de la OPEP, encaminadas a bajar el nivel de producción para subir los precios, todavía no han dado sus frutos. La oferta depende más que nunca de los rifirrafes potenciales que puedan surgir. Y la demanda, del crecimiento de los emergentes.

Por ello, a la hora de analizar el posible impacto que tendrá la crisis del Golfo en el precio del crudo, Rodrigo García, analista de XTB, admite la dificultad de lanzar una predicción, pero sostiene que todo conflicto geopolítico afecta negativamente a la oferta, con lo que el precio se incrementará. No obstante, «la gran duda es saber si una crisis diplomática y el «aislamiento» de Qatar supondrá un conflicto geopolítico lo suficientemente importante como para que eso ocurra».

Dado que las energías renovables y los medios de transporte más económicos continúan presionando el precio a la baja, y que el crecimiento en los principales mercados sigue siendo lento –lo que constriñe la demanda–, García percibe un sesgo bajista. Sin embargo, admite que un cambio importante en el orden económico mundial haría que se presionase la oferta a la baja, lo que haría subir el precio.

Impacto de Trump

Más allá de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, bendijera el aislamiento de Qatar y respaldara la maniobra de Arabia Saudí y sus aliados, dio a entender que la ruptura de estas relaciones diplomáticas es mérito suyo. «Durante mi reciente viaje a Oriente Medio declaré que no se puede seguir financiando el ideario radical.

Los líderes apuntaron hacia Qatar. ¡Miren!», escribió el republicano en su cuenta de Twitter. Aun así, posteriormente propuso una reunión en la Casa Blanca para resolver la crisis de Catar y resaltó la necesidad del diálogo en la región para detener el auge del extremismo.

Hace ahora 10 días, Trump retiró a EE UU del Acuerdo de París contra el cambio climático, abandonando la lucha contra uno de los desafíos más inquietantes a los que ha de hacer frente la humanidad. Y aunque el anuncio de esta decisión aceleró las caídas del petróleo, ya que la medida podría vaticinar un futuro aumento de la producción de petróleo en EE UU, a largo plazo podría pasar desapercibida. 

Expertos consultados por Reuters opinan que la ruptura de los compromisos destinados a luchar contra el calentamiento global puede permitir prácticamente una «una barra libre» a la exploración de petróleo en EE UU. Y eso que el resurgir del shale oil –que coincide con los recortes de la OPEP– ha incrementado en el último año un 10% la producción estadounidense, que ya ronda los niveles de bombeo de Arabia Saudí y de Rusia –se sitúa en los 9,34 millones de barriles diarios–.

Con el fin de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 grados y evitar, así, la peor perturbación climática que la raza humana haya experimentado, «será necesario mantener más del 80% de las reservas de carbón existentes en el suelo, más del 75% del petróleo y el 50% de las reservas de gas natural sin explotar. Nada de eso podrá hacer Trump, aunque lo quisiera». Villamizar explica que las políticas del gobierno americano son más débiles que las fuerzas del mercado mundial y que en EE UU son los Estados, no el gobierno federal, quien en última instancia decide las acciones medioambientales. «Ya son 27 Estados los que han impulsado acciones relacionadas con el carbón limpio, el impulso a las renovables y los estímulos al vehículo eléctrico», agrega.

Trump podría tener un efecto negativo en relación a las acciones por detener el cambio climático, según Villamizar, dada la posibilidad de imponer un impuesto a las emisiones de carbono. En cualquier caso, piensa que el progreso tecnológico de las energías renovables es tan rápido que las decisiones políticas del republicano «no importarán. La economía impulsará la necesaria descarbonización de las economías. Los incentivos y otras intervenciones siguen teniendo más importancia que las objeciones políticas y los obstáculos geopolíticos. Las decisiones de inversión de los Estados americanos y la inoperancia de la OPEP tienen un efecto duradero». Villamizar remarca que las posturas de Trump y el rechazo a Catar son pasajeros. Y que sólo la infraestructura institucional que se construya hoy en día consistente con los principios de la economía dará forma al uso y justo precio de la energía por décadas.

Hansen, por su parte, asevera que la retirada de EE UU del Acuerdo de París tendrá un impacto limitado en el precio del petróleo, pues los productores estadounidenses ya están incrementando su producción. Una tesis que también comparte García, quien piensa que los estadounidenses seguirán con su guerra particular y que los demás países continuarán adaptando su industria a los nuevos paradigmas.

El jefe de estrategia en materias primas de Saxo Bank indica que una política más amigable por parte de EE UU con la producción de petróleo a partir de combustibles fósiles conlleva el riesgo de que el mercado se esfuerce aún más por reducir los inventarios. Así, aunque los productores estadounidenses aumenten las exportaciones, seguirán siendo dependientes de los precios, y demasiada oferta podría afectar negativamente a la producción, debido a una renovada debilidad de los precios. Es decir, «esto puede llegar a ser un círculo vicioso. Si aumentan mucho la oferta, los precios caerán y la producción se debilitará por el abaratamiento del petróleo», apuntilla.

La preocupación por el aumento de la producción de EE UU se ha visto acrecentada por el CEO de la petrolera rusa Rosneft, quien señaló que los estadounidenses podrían añadir 1,5 millones de barriles al día a la producción mundial el próximo año. De esta manera, piensa Hansen, se anularía el impacto del acuerdo entre los productores de la OPEP y no OPEP. «Una vez más, el mercado de petróleo experimenta una presión bajista. Sólo una ralentización de la producción de EE UU en respuesta a la reciente debilidad del precio o un importante aumento de la demanda evitará que las caídas de precio se impongan. Algunos señalan los 42 dólares por barril como posible objetivo para el crudo WTI. No obstante, pensamos que deberíamos ver una recuperación en el segundo trimestre, pero probablemente no más allá de los 55 dólares por barril», sentencia.

Aislamiento de Qatar

Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin han roto sus relaciones con Qatar, que si bien es cierto que se trata del país con mayor renta per cápita del mundo, también lo es que su producción petrolera es de las más bajas dentro de la OPEP. Doha ha quedado aislada por tierra, mar y aire, debido –según la declaración saudí– a su presunto apoyo continuado a «grupos terroristas», como los Hermanos Musulmanes, el Estado Islámico y Al Qaeda, con el objetivo de «desestabilizar la región».

Las disputas en Oriente Medio y el consecuente aislamiento de los cataríes pueden tener un efecto limitado en el mercado petrolero. Sin embargo, existe riesgo de contagio de esas tensiones políticas. Y el reciente enfrentamiento entre los saudíes y los iraníes ya tuvo su impronta en el oro negro.

Más recortes

La OPEP pactó el pasado 25 de mayo ampliar los recortes de producción de petróleo durante nueve meses, hasta marzo de 2018. No obstante, el anuncio no impidió la caída del precio. Las cuotas de bombeo asignadas a los países que suscribieron el acuerdo mantuvieron sin cambios la magnitud del recorte fijado desde enero, en 1,8 millones de barriles diarios.

Los recortes pretenden devolver los inventarios de crudo a la media de los cinco últimos años, pese al auge del «shale oil» en EE UU. Y si antes del reciente desplome de los precios del petróleo por debajo de los 50 dólares los países de la OPEP insinuaban con extender los recortes hasta finales de este año, la caída del crudo endureció el tono de los mensajes.

Aunque el acuerdo debería ayudar a estabilizar y, potencialmente, elevar el precio del petróleo, los inversores se muestran defraudados debido al fracasado rally del crudo durante el primer trimestre. Actualmente, están adoptando un enfoque de «esperar y ver». Hansen considera que únicamente cuando se conozcan datos que hagan más visible la caída de los inventarios por el recorte de producción puede comenzar a recuperarse el precio. Sin embargo, cree que el alza se limitaría a alrededor de 55 dólares para el crudo Brent. Y que 2018 se plantea como un desafío continuo, pues la OPEP presenta complicaciones de entendimiento para mantener la reducción de producción y EE UU podría aumentar la suya.

«La OPEP sólo pudo comprar tiempo con su decisión». Hansen revela que el mercado ya lo había descontado, pues pronosticaba que los miembros de este organismo acordaran ampliar entre seis y nueve meses más los acuerdos de recorte. Y agrega que aunque esta medida estuviera vigente a comienzos de año, los inventarios mundiales aumentaron en 0,1 millones de barriles diarios en el primer trimestre, a pesar de que se espera que caigan en 1,5 millones de barriles diarios en el segundo semestre. «Entre los factores que apoyan la previsión de aumento de reservas mundiales está la propuesta de Trump de vender la mitad de las reservas estratégicas de petróleo de EE UU, que ascienden hasta los 687,7 millones de barriles», concluye.

 

Petróleo: baja el precio local, pero menos que el internacional

ÁMBITO

El precio del Brent, la variedad de petróleo que es referencia para las transacciones locales, cerró ayer a u$s48,72 , y no se visualiza por el momento una rápida recuperación. Por eso, se descarta que se pueda llegar a la alineación de los precios internos con los internacionales que el Gobierno esperaba lograr en julio próximo. Por ahora además, no debería haber ajuste en los combustibles el mes que viene cuando debe hacerse la revisión trimestral.

Todo esto surge del acuerdo a que llegó el Gobierno con las petroleras el 12 de enero pasado, tras lo cual se produjo una suba del 8% en los combustibles, y una baja del 2,5% en gasoil y del 0,1% en naftas en abril. 

Según lo acordado, el precio local del petróleo -o barril criollo- debe bajar 20 centavos por mes desde febrero pasado en el caso del Escalante que es el crudo más pesado que se produce en el Golfo de San Jorge, para llegar a u$s47 en julio. Para el crudo Medanito, el más liviano y de mejor calidad que se extrae en el país, el sendero marca una disminución de 70 a 80 centavos por mes para terminar en julio a u$s55.

Para el Escalante, el objetivo de u$s47 se cumpliría el mes próximo, pero como se trata de una variedad de menor precio que el Brent por calidad, todavía le falta seguir rebajando para llegar a la cotización internacional. En lo que se refiere al Medanito, en julio va a estar por arriba de la cotización internacional del Brent, con una brecha que ayer se ubicaba en u$s7 por barril. 

Si se considera que en el balance del primer trimestre, YPF, la principal productora de petróleo y combustibles, reveló que el precio promedio de realización del crudo expresado en dólares, se ubicó en u$s53, se estima que actualmente ese valor está en alrededor de u$s51. Esto significa más de u$s3 por encima de la cotización internacional pero no alcanza para sostener la actividad. La petrolera está abandonando los yacimientos en los que se necesita inyección de agua para la recuperación secundaria, pero tampoco invierte en las áreas no convencionales de Vaca Muerta porque no consigue socios o capital para aumentar los desembolsos.

El ministro Juan José Aranguren parece obligado a replantearse la estrategia pensada a principios de año. En ese momento, la expectativa era que el precio internacional se estabilizara entre u$s 55 y u$s 60, y esto unido a la flexibilización de los contratos de trabajo, llevaría a una mayor inversión en Vaca Muerta, e incluso en los campos de petróleo pesado del Golfo de San Jorge.

Pero eso no está ocurriendo porque los esfuerzos de la OPEP y otros países productores no alcanzan para contener la oferta mundial y sobre todo la mayor producción del no convencional en EE. UU, que viene logrando una fuerte reducción de costos de modo que aun con un precio inferior a u$s50 es rentable.

La paradoja en que se encuentra el Gobierno es que si sigue apostando a la alineación con los precios internacionales, es más remota la posibilidad de mantener la actividad, no ya incrementarla, en las provincias petroleras. Y si vuelve a convalidar valores locales más altos, conspira contra la política de contener la inflación y genera más descontento en los consumidores.


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