A pesar del optimismo que transmitió el Gobierno tras la gira presidencial por Asia, hubo chispazos diplomáticos por la falta de un informe concluyente sobre el impacto ambiental de las represas. Podría alterarse el cronograma general de inversiones y ya hay acusaciones cruzadas entre funcionarios
La versión oficial habló de "éxito". Tras la gira presidencial por Asia, el Gobierno se mostró eufórico y compartió con la prensa su marcado entusiasmo.
Hizo referencia a inversiones millonarias, a los elogios recibidos a raíz del nuevo clima político instaurado en la Argentina, se confirmó la llegada de los más importantes mandatarios del mundo a la reunión del G20, cuando el país oficie de anfitrión.
Sin embargo, en la intimidad, los funcionarios saben que hubo un "lado oscuro". Una mancha que podría crecer hasta dañar severamente una de las mayores apuestas de la estrategia gubernamental en materia de política exterior.
El dato no se filtró a la opinión pública pero es real. Y se vincula con una de las situaciones que mayor preocupación puede acarrearle a cualquier país: los chinos, lejos de los que se comunicó oficialmente, están enojados.
Mauricio Macri no había aterrizado en Ezeiza de su viaje por Asia cuando se hicieron oír las primeras críticas. Diego Guelar, embajador en Beijing, fue uno de los primeros en escucharlas.
Se las comunicó, de primera mano, un funcionario del gobierno asiático, que se apresuró por anoticiarlo acerca de la gran decepción de sus jefes.
En concreto, el gobierno de Xi Xinping está muy molesto porque Mauricio Macri llegó a la cumbre con su colega oriental "flojo de papeles" en el negocio que más le interesa a ese país.
Se trata, nada más y nada menos, que de la construcción de las represas hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. Por cierto, este fastidio fue transmitido con énfasis a las autoridades argentinas.
El enojo de Beijing se debe a un supuesto incumplimiento de la CasaRosada: la confección de un documento completo sobre el impacto ambiental de este complejo hidroeléctrico, que demandará un financiamiento de u$s4.700 millones.
Por ahora, ambos gobiernos decidieron mantener esta cuestión en secreto para no generar una crisis difícil de salvar.
En las últimas horas, el fuego cruzado diplomático incluyó acusaciones de "incumplimiento" por parte de los chinos, y por "no entender las reglas de la democracia" por parte de los funcionarios argentinos hacia sus colegas de Oriente.
Ese país ya "hundió" más de u$s400 millones en la provincia de Santa Cruz, pero la obra está paralizada desde fines del año pasado por orden de la Corte Suprema de Justicia.
Para levantar la medida cautelar, el Ejecutivo debería cumplir con una serie de medidas. La primera es la redacción de un detallado documento vinculado con el impacto ecológico.
De acuerdo con fuentes confiables de la delegación de empresarios que viajó con el Presidente a Asia, en vez de llevar ese informe completo, Macri presentó uno que fue catalogado como "preliminar" por el gobierno chino.
Según pudo saber iProfesional, el embajador Guelar le había advertido a la Casa Rosada -antes del viaje- sobre la inquietud de la nación asiática. No obstante, el jefe de Estado rechazó la posibilidad de demorar su visita.
En la versión oficial, el Ejecutivo expresó su interés por continuar con las obras, a pesar de las objeciones técnicas planteadas por Energía y las ya conocidas de la Corte Suprema.
Los funcionarios hicieron hincapié en que la mayor demostración de ello fue el haber viajado a China para renegociar el tamaño de la obra que, por cierto, finalmente será más pequeña que la originalmente planeada por el kirchnerismo.
En medio de esta controversia, desde algunos despachos oficiales admiten que la relación entre Juan José Aranguren y su par de Medio Ambiente, el rabino Sergio Bergman, es "muy tirante".
Y responsabilizan a este último ministro por la falta de rigurosidad en el informe técnico, que al final fue objetado por los asiáticos.
"Los chinos están muy molestos. Esperaban un reporte pormenorizado, categórico, y se encontraron con algo muy lavado", afirmó a iProfesional un experto, cercano al Ejecutivo, que está al tanto de la situación.
"Así como está, la Corte Suprema mantendrá la negativa y la obra no avanzará", completó.
"Macri se apuró. Era preferible esperar un tiempito más pero darle certezas a las empresas chinas. Desde allá, ahora están planteando dudas y con razón", añadió este especialista, quien siguió muy de cerca todas las tratativas.
La solución de esta controversia resulta clave no sólo para el futuro de las represas: las autoridades chinas ya hicieron saber que esa obra es la que más le interesa, y que cualquier demora trabará el financiamiento de otros proyectos, como la recuperación del Belgrano Cargas.
Ante esta situación, desde Energía prefieren la cautela. En el equipo de Aranguren aseguran que se mantendrá el cronograma pautado.
Afirman que en los próximos días se dará a conocer un puntilloso informe con el impacto medio ambiental. "Son ocho tomos. Se va a cumplir con lo prometido", asevera la fuente oficial ante la consulta de iProfesional.
Los funcionarios saben que una demora en el reinicio de los trabajos derivará en un papelón. Por eso dejan trascender el plan, al que tuvo acceso este medio:
- Se terminará de redactar el informe (ocho tomos) con el detalle de los análisis pedidos por la Corte Suprema
- Se formalizará una convocatoria a Audiencia Pública para analizar el impacto ecológico de las represas.
- Ese encuentro -no vinculante- que forma parte de los requisitos que reclama el Máximo Tribunal, tiene una fecha prevista: 20 de junio.
- Superada esta instancia, la Corte Suprema podría levantar la medida cautelar que frenó las obras en Santa Cruz.
- Tal como asegura Aranguren, el megaproyecto se reiniciará en enero del año próximo, una vez cumplimentados los pasos legales.
Durante su estadía en China, Macri acordó con Xi Xinping algunas modificaciones sustanciales del emprendimiento. Entre ellas, su achicamiento.
Las represas tendrán menos potencia que la inicialmente prevista por el gobierno anterior: se reducirá a 1.290 MW de potencia, desde los 1.760 MW contemplados en un principio.
De acuerdo con las recomendaciones técnicas, como estaba planificada, la obra resultaba "anti económica". Más aun, para algunos expertos locales aún lo sigue siendo, pese a los cambios planteados.
La ecuación es sencilla: los megavatios generados serán más caros que si se importaran.
"Todos los acuerdos firmados con China son cruzados. Si la construcción de las represas no empieza rápido, entonces se paralizarán otros proyectos, como los ferroviarios", advierte una alta fuente que está al tanto de las tratativas.
Eso significa que si los trabajos en Santa Cruz no arrancan, entraría en "cross-default" el financiamiento para el Belgrano Cargas, que es la obra que privilegia el gobierno argentino.
El emprendimiento se encuentra paralizado desde el 21 de diciembre por orden de la Corte Suprema, que avaló un pedido de amparo elevado en forma unánime.
Ese amparo fue impulsado por la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas de la Patagonia y la Fundación Banco de Bosques.
En este marco, los ocho tomos con el detalle del impacto medioambiental incluirían un total de 16 análisis independientes.
La construcción de las represas viene precedida de una verdadera trama política. Podría decirse que esta iniciativa marca una verdadera "grieta" entre el kirchnerismo y el gobierno de Cambiemos.
Fue iniciada por Cristina Kirchner, al adjudicarla a una UTE ("Represas Patagónicas"), integrada por la constructora cordobesa Electroingeniería -propiedad de un grupo empresario k- y la china Gezhouba.
La expresidenta licitó la obra en dos oportunidades y, a fines de 2015, se comenzó con algunos trabajos preliminares, como el movimiento de tierras, la instalación de obradores, el traslado de maquinaria y la contratación de trabajadores.
Apenas asumió, Macri dio indicios de que iba a congelar este faraónico emprendimiento, respaldado en informes técnicos que lo desaconsejaban.
Incluso, le había anticipado a la viuda del ecologista Douglas Tompkins que consideraba la suspensión del megaproyecto, que se erigirá sobre el río Santa Cruz, ya que podría afectar los glaciares de la zona.
Además, por la gran potencia generada, el volumen de agua requerida sería mayúsculo. Este ha sido otro de los puntos objetados por los ambientalistas, que sienten que su reclamo no fue del todo atendido con el achicamiento planeado de la obra.
Finalmente, Macri se definió por no desarreglar el vínculo con Beijing, honrar lo ya firmado y -ante la falta de inversiones del sector privado- privilegiar el financiamiento de los chinos respecto a otros proyectos de envergadura.
Este es el camino trazado por el Ejecutivo, si bien aparece plagado de tensiones. Como las que ocurren ahora, pese a la reciente visita presidencial.
Entonces, ¿a Mauricio Macri no le fue tan bien en su gira asiática como publicitó la propia administración?
Si bien en la Casa Rosada aseguran que "todo saldrá bien", varios funcionarios, micrófonos en off, no se muestran tan convencidos.
Al menos hasta ahora, los buenos augurios y los anuncios de prosperidad de los que diera cuenta el Gobierno, contrastan con el enojo de los chinos. Con todo lo que eso significa.