César Gutiérrez
No hay acción gubernamental alguna para encaminar una salida al sector de gas y petróleo, que en términos médicos está en cuidados intensivos. Las estadísticas son elocuentes: producción de 40 mil barriles diarios (MBD), el 20% de lo que necesita el mercado para refinar y atender la demanda de combustibles; 50 contratos, 26 de producción, con los resultados magros exhibidos y 24 de exploración, de los cuales 19 están en fuerza mayor. Para redondear, hasta marzo de este año solo se ha perforado un pozo exploratorio. Peor que nunca.
El tema de fondo está en que las señales que damos a los inversionistas son desalentadoras, desde el 2004 que se mantiene una política de promoción estable no ha habido hallazgos significativos y las áreas que pueden licitarse para que ingresen nuevos operadores, tienen casi nula información geológica. En esas condiciones no vendrá nadie a explorar.
Pero además, desde el Ministerio de Energía y Minas (MEM) se vende triunfalismo: que se empezará a desarrollar este año la infraestructura productiva del lote 58, a cargo de la empresa china CNPC; que la producción del lote 64 cuya titularidad la ejerce el consorcio Geopark-Petroperu, empezará a producir el 2019; que la australiana Karoon hará perforaciones de horizonte profundo en el lote Z-38; entre otros entusiastas anuncios.
La realidad es otra, CNPC en el lote 58, según la ficha de datos de Perupetro, solo se ha comprometido para este año al registro y procesamiento de líneas sísmicas; el desarrollo del lote 64, requiere no menos de 125 millones de dólares, que aún no se vislumbran y que el lote Z-38, está en fuerza mayor desde el 2013.
Iniciar una reversión del estado calamitoso requiere cambios legislativos, Perupetro ha difundido algunas propuestas que muestran su preocupación, pero que necesitan reforzarse, lo que es rol del MEM, del cual no hay noticias públicas de planteamientos que conlleven a una iniciativa legislativa del Ejecutivo. Los gremios empresariales del sector han levantado la voz a su entender de interesados de parte, pero el Ejecutivo está enfrascado en el Proyecto Refinería Talara, que tendrá que trabajar con crudo importado, desnaturalizando el concepto de autoabastecimiento pregonado como argumento.