Los 30 le pisaban los talones cuando decidió buscar en Neuquén una oportunidad de trabajo que no le garantizaba Bowen, su pueblito mendocino natal cerca de General Alvear.
Eran los inicios de los ´70, cuando la provincia despuntaba como fuerte proveedora de hidroelectricidad, gas y petróleo para la pampa húmeda y el litoral argentino.
Guillermo Juan Pereyra, alias “El Caballo”, pidió trabajar en la primera petrolera que se le cruzó. Changarín fue el puesto que le dieron. En algún momento también se lo vio como custodio de “El Farolito”, el recordado boliche al que iban petroleros deseosos de esparcimiento. Pero a las tres semanas consiguió algo mejor en la perforadora Astrafor. Y sin escalas pasó de ayudante de boca de pozo a “enganchador” de tuberías, a 27 metros de altura.
No pasó mucho tiempo hasta que se vio seducido por la actividad gremial, en un sindicato que daba sus primeros pasos al mando de Hugo Rozar. Éste vio en Pereyra -ya delegado- un hombre inquieto y con temperamento. Por eso lo invitó a integrar la comisión directiva como Secretario Administrativo. Pocos días antes del golpe del ’76, Rozar murió y el gremio permaneció intervenido por los militares hasta 1983, cuando Pereyra vio la oportunidad de liderarlo. No le fue fácil. Consiguió el mando por apenas 62 votos.
Sin embargo, desde entonces no sólo nunca se despegó del poder. Lo multiplicó de tal modo que resultó imbatible para sus opositores. También para los políticos.
Hoy, a los 73 años, “El Caballo” lo probó todo: funcionario de Trabajo de Sobisch, diputado provincial, senador nacional, director de YPF, adjunto de la CGT y mandamás de un gremio fuerte en tres provincias.
Moviliza masas obreras por millares, y con ellas muestra fusta y presión. Domina a empresarios petroleros. En el gremio está encaramado desde hace 33 años y nadie lo sacará hasta el 2020, por lo menos. Arrasó no sólo en las elecciones sindicales; también en las legislativas que lo catapultaron en el Senado como presidente de la influyente Comisión de Minería, Energía y Combustibles. A fuerza de internas, destronó a “números puestos” del MPN y, hoy por hoy, se muestra en el partido como un padrino aglutinador y referencial.
Por añadidura, se convirtió en el sindicalista más mimado del presidente Mauricio Macri, por haber sido la llave de sus deseos de cambiar los convenios colectivos de trabajo para reducir costos y aumentar productividad.
Eso es Pereyra. Pero no es sólo eso.
Los inicios al frente del sindicato. Carisma, intuición y audacia lo mantuvieron 33 años como jefe indiscutido.
Los negocios que el senador y gremialista viene haciendo al ritmo del bombeo de crudo son millonarios (aun cuando las cifras totales manejadas representen una cuestión tabú). De todos modos, muchos de esos millones son exhibidos en edificaciones deslumbrantes para beneficio de los afiliados de una geografía vasta, pero también para ostentación de poder.
La billetera gremial, que hoy cosecharía un piso de 2.500 millones de pesos al año con la retención del 18% promedio del salario bruto de los trabajadores petroleros y del aporte patronal, podría verse engrosada en 500 millones más con la puesta en marcha de la nueva ART de la mutual petrolera propia (más detalles en la edición de mañana). Esa billetera incluye plazos fijos que, en 2015, ya eran de 1.800 millones de pesos.
Paralelamente, el entorno familiar directo del sindicalista no ha perdido la oportunidad de desarrollar negocios particulares a través de la creación de una decena de empresas, varias de las cuales -llamativamente- están relacionadas con la actividad petrolera, con requerimientos constructivos u operativos del gremio, o con sus nichos a desarrollar, como la salud.
¿Pereyra tiene intereses en estos negocios? No hay evidencia de su participación en las constituciones societarias. Sin embargo, sí se ha podido comprobar el involucramiento de sociedades integradas por familiares, amigos y hasta empleados en construcciones, cobranzas y trabajos realizados para el Sindicato de Petróleo y Gas Privado, su Mutual, su Obra Social y centros recreativos que dirige.
Hay distintos anillos en el universo cercano a Pereyra:
+Su ex esposa Norma Martínez (con quien el gremialista prolongó una buena relación) y sus hijos Paola Alejandra, Martín Guillermo y Flavio David son empresarios en firmas de las más diversas actividades.
+Hay también, familiares políticos del sindicalista que aparecen al frente de otras sociedades.
+Un empleado calificado de Pereyra en el Senado constituyó una consultora ambiental junto a un hijo del gremialista.
+Un antiguo empleado del sindicato integró una constructora que participó en la edificación de la suntuosa Mutual de 12 pisos, recientemente inaugurada, y de otros establecimientos del gremio.
+La ex esposa y la hija, curiosamente, estuvieron durante algunos meses al frente de una de las más importantes empresas de servicios petroleros de la región, propiedad del empresario Claudio Urcera.
+Hay una firma de “soluciones ambientales” que es señalada como muy cercana a los intereses de Pereyra, sospecha alimentada cuando el propio gremio la promocionó con énfasis. Un ex empleado municipal la creó y un simpatizante del senador la maneja. Otra empresa que administra un servicio de verificación técnica vehicular invitó a Pereyra a su inauguración y le alquila a la ex esposa el predio y el galpón.
Los Martínez-Pereyra generaron sociedades que apuntaron directamente a actividades subsidiarias del negocio hidrocarburífero: el transporte de combustibles, la verificación técnica de rodados y el área ambiental. Y crearon otras firmas que parecen encajar en las necesidades actuales o futuras del gremio: búsqueda de recursos humanos, cobranzas de deudas impagas, innovación tecnológica, gerenciamiento de empresas de salud, marketing y servicio de apoyo para extracción de hidrocarburos.
El área del transporte de petróleo es el que más suele reportar beneficios, siempre que -claro está- se tenga la posibilidad de ingresar en un selecto grupo de operadores. Aquí hay (o hubo durante años) dos abrepuertas del negocio que el mundo petrolero conoce bien: YPF, con su poder para orientar contratos, y el gremio, con su capacidad para allanarlos (o no entorpecerlos).
El propio Pereyra vio la veta. Siendo jefe del sindicato, no tuvo pudor en crear a inicios de 2001 la empresa Transporte Horizonte SRL. Lo hizo en sociedad con sus eternos mano derecha Ricardo Astrada, Carlos Lorenzo y Osvaldo Marín (aún forman parte de la comisión directiva del gremio). En 2002 se dio cuenta de que debía disimular el negocio y los cuatro popes gremiales transfirieron la sociedad a Norma Martínez (ex esposa) y Vicente Ventimiglia.
Un año más tarde, Transporte Horizonte mudó a Soitué SRL, creada por Norma y los tres hijos: Paola, Flavio y Martín. El objeto social señala: “transporte de cargas y pasajeros”. Pero en 2012 le agregaron uno más: “inspección técnica obligatoria de transporte de pasajeros y carga”. Más aún, crearon una página y el logo para la verificadora técnica vehicular. Coincidencia o no, en 2014 se inaugura un taller de VTV en cercanías de una curva peligrosa de la Ruta 151, cerca de Cinco Saltos, un sitio inapropiado para un emprendimiento de este tipo. El predio y la construcción pertenecen a Norma Martínez, confirmó a este diario una fuente de ITV S.A, la firma que gerencia Técnica Sur, que nació vinculada al cuartel de Bomberos de San Martín de los Andes (entidad sin fines de lucro, que no pudo evitar lucrar en este caso). Pereyra fue una de las figuras de la inauguración sin que se supiera qué tenía que ver con una verificadora.
Norma Martínez siguió con la saga Soitué y fundó en mayo de 2007 Transportes Soitué SA junto a un funcionario del Tribunal de Cuentas de Neuquén, dedicada también a “servicio de transporte de pasajeros y carga” con el añadido de “preparación y limpieza de tanques de petróleo y cañerías”.
Para ratificar que el transporte de combustibles es lo suyo, Norma Martínez también fue presidenta en 2012 de VDN SA -con una participación social de 1.600.000 pesos de entonces-, y su hija Paola directora suplente. VDN y TSB son las principales compañías del grupo del empresario cipoleño Claudio Urcera, padre del consagrado piloto de TC Manuel. VDN está radicada en Buenos Aires pero opera en la región. Resulta llamativo que Urcera haya cedido por seis meses el control total de esa empresa que moviliza enormes camiones-tanque a la esposa de Pereyra, allá por diciembre de 2011. Legisladores neuquinos detectaron ese mes “importantes movimientos financieros realizados entre VDN y una cuenta bancaria que pertenecía a Norma Martínez y a Martín Pereyra”. Registros societarios confirman que la ex esposa de Guillermo Pereyra ya venía desempeñándose como accionista de VDN en 2010.
Otro empresario, Mario Cifuentes, investigado por este diario por su meteórico emporio de 20 empresas asociadas al petróleo, habría “prestado” sus camiones a la firma. “Con Pereyra somos buenos amigos”, reconoció Cifuentes a este diario.
Personas muy cercanas al oficialismo nacional no descartaron que, en breve, los Pereyra obtengan autorización para operar una verificadora de camiones, colectivos y autos en general. Coincidiría con las buenas migas entre Nación y el senador, y el hecho de que Técnica Sur no mantendría hoy aceitado vínculo con la locadora, ex mujer del gremialista.
El ballet de los millones
1.900.000 de pesos es el activo de que dispone el sindicato, según su titular. Y el superávit es de “367 millones”.
184.000.000 de pesos es lo que el sindicato invirtió en el edificio de la Mutual, recién inaugurado.
2600.000.000 de pesos es lo que planea gastar el gremio en la suntuosa Ciudad Sanitaria, de 53.000 metros cuadrados. Se edificará “por administración”.
20.000 afiliados tiene el sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa. Pereyra ha llegado a movilizar cerca de 10.000
Flavio Pereyra es el más parecido a su padre. Desde muy joven quedó hechizado por la tecnología. Varios años atrás decidió emular al petrolero en su faz gremial y fundó el Sindicato de Informáticos y Afines, cuando era incipiente la actividad. Pero luego de incursionar en estudios de abogacía y publicidad, optó por transformarse de sindicalista a empresario:
En agosto de 2015, creó Volta SRL junto a su esposa, la fotógrafa Vanesa Baselli. Ya había tenido una experiencia empresarial frustrada cuando fundó -junto a unos amigos- Servicios Especiales Quattro SRL para participar en la “construcción de obras viales y civiles”, así como para ofrecer “alquiler de maquinarias y herramientas”.
Hoy Volta es su mayor satisfacción. Fue concebida para dotar de infraestructura tecnológica a edificios privados y públicos y digitalización documental, pero -de paso- también para “dar soluciones en servicios generales a industrias del petróleo”. A fuerza de tercerizaciones, contratos y capacitación de una pequeña dotación propia, Volta fue creciendo, se animó a presentarse en grandes licitaciones y actualmente se enorgullece de haber convertido al Sindicato Petroleros Privados en un “edificio inteligente de características únicas en el país”.
Pese a su perfil empresarial, Flavio no deja de prestar servicios para el gremio como empleado “referente” del Área de Sistemas.
Su esposa, Vanesa Baselli, lo siguió en la carrera empresarial y, a fines de 2013, constituyó Degex Desarrollo y Gestión SRL en vinculación con socios, uno de los cuales a su vez integra una empresa de construcciones, Fabot SRL. El objetivo de Degex es brindar “servicios de recursos humanos” y “seleccionar personal técnico operario y de seguridad privada”.
Una familiar de Baselli también incursionó en un rubro similar a través de Segma SRL, que fuentes consultadas por este diario vincularon a servicios de auditoría prestados al gremio. Esta mujer también habría sido socia de Fabot Construcciones.
Paola Pereyra, la primogénita, son los ojos del senador en el gremio, donde ocupó sensibles tareas como jefa de Compras. Sin embargo, también tiene la vena empresaria.
Además de Soitué SRL y VDN, Paola fundó la sociedad Maper Salud SRL en febrero de este año, junto a una farmacéutica de Catriel. El objeto social es la “compra, venta, exportación e importación de elementos descartables, implantes medicinales y cosméticos”. También se ocupa de la “limpieza, desinfección de equipamiento médico, odontológico y de laboratorio”, especialidad que es el fuerte de su socia.
No es la única empresa vinculada a la medicina del clan Pereyra. Está también Strane SA, creada en 2013 por la ex esposa Norma Martínez en vínculo con un contador del grupo, Mariano Perrotta, también socio de la principal firma de la mujer, Grupo Gestión SA (ver más adelante).
Strane se dedica a “administrar auditorías de farmacias, consultorios y clínicas destinados a la atención de particulares, obras sociales y medicina prepaga”. También incursiona en “medicina legal” y en el “gerenciamiento de empresas de salud”. Y tiene incluso potestad para “administrar, proyectar y ejecutar licitaciones, contratar y concursar precios de obras”.
Todo hace presumir que Strane y Maper pudieron haber sido pergeñadas con miras a la Ciudad Sanitaria, monumental clínica de 52.000 metros cuadrados, cinco pisos y 100 millones de dólares de inversión, cuya edificación Pereyra anunció en 2015 para impresionar a muchos.
La empresa madre bajo la batuta de Norma Martínez es Grupo Gestión SA. Se trata una activa organización de “cobranzas y recupero de carteras de créditos en mora de entidades financieras, comerciales, públicas y privadas”. Además, asesora en cuestiones de comercialización y administra recursos humanos.
Sus oficinas están en Alberdi al 200 de Neuquén capital, en el mismo edificio que alberga a Soitue, Transportes Soitue y Strane. Tres abogados y otros tantos contadores actúan en la sociedad. El cobro de las deudas a la obra social y a la Mutual del Sindicato Petrolero estarían tercerizadas en esa firma. Lo corroboraron dos fuentes ante este diario: “Es una empresa clave en el universo Pereyra. Genera, por ejemplo, auditorías a empresas que adeudan el pago de la obra social del sindicato. Sus honorarios representarían entre un 10 y un 20% del total de los montos en juego que, en general, son millonarios. Yo mismo debí pagar cerca de 16 millones”, sostuvo -para graficar la magnitud del negocio- un empresario que prefirió no identificarse. “Es una caja enorme. Con empresas chicas, la presión es mucho más fácil de ejercer”, asegura.
Otro empresario lo explica más crudamente: “Uno de las mano derecha de Norma te llama para ‘conciliar cuentas’. Te dice: ‘tenés una deuda x’. Vos respondés: ‘eso no es real’ y mostrás los comprobantes. Te retrucan: ‘a nos nosotros nos figura que nos debés tanto’. Al final de la puja queda en claro que, sea como fuere, hay que pagar un 10% por la ‘gestión judicial’ ”
A estas alturas no hay dudas de que el hijo menor de Guillermo Pereyra es el “pollo” político del senador. Probablemente su apuesta para prolongar la dinastía. Por ese motivo lo viene instalando en sus actos y discursos como eventual candidato a diputado nacional.
Hablamos de Martín Guillermo “Pichi” Pereyra, un diseñador gráfico de 40 años. Incansable viajero por el mundo, ex residente en España e hincha de Boca (en esto no salió al padre, tan fanático de River que hasta tiene un palco en el Monumental).
A su regreso de España, su padre ya le tenía reservado el puesto con mejor categoría en el Senado de la Nación (A-1), en la función de jefe de despacho del senador. En las mismas oficinas trabaja su mejor amigo, Estanislao López, en una categoría levemente menor. No es sólo su amigo, también es su socio en la empresa que Martín Pereyra creó a fines de 2014: la consultora de impacto ambiental Servantec SA. ¿Su actividad principal? “Servicios de apoyo para la extracción de petróleo y gas”, amén de “servicios de arquitectura e ingeniería”. Se trata de la única firma de la familia radicada en Buenos Aires, en Av. del Libertador 592. El rubro petrolero siempre en alto.
No es la única sociedad de Martín. En noviembre de 2016 inscribió junto a otros amigos Ibuky SRL, una consultora de publicidad, marketing y comunicaciones, además de “diseño de logos y sitios de internet”, es decir su original oficio.
No obstante, la pasión del menor de los Pereyra parece estar centrada en la Fundación Conygriega, creada -como vemos en nota aparte- para desarrollar solidaridad, pero también profuso clientelismo al más viejo estilo, para beneficio del senador y el suyo propio.
Pereyra estuvo en el “top-ten” de los diez senadores más ricos del país. Esto, considerando las escasas dos declaraciones juradas que presentó en su vida parlamentaria.
En la última -del 2015-se advierte que sus bienes, depósitos y dinero en efectivo al cierre del período ascendieron a 7.493.700,51 pesos. A valores de hoy, equivaldrían a más de 11 millones de pesos. Al inicio de ese mismo año, tenía 3.648.461,62, de modo que experimentó un salto de 105,39%. Al final de 2013, había declarado $ 1.166.974,10. Es decir, que en dos años el respingo fue del 540%.
“Lo único que tengo es un departamento y un Passat”, había dicho en agosto de 2012. Era cierto, sólo que le faltó hablar de los plazos fijos.
Sea como fuere, Pereyra no se fija en gastos cuando se trata de satisfacer un gusto, de los pocos que le deja su intensa actividad: el boxeo. En 2104, adquirió una butaca en el sector de las estrellas del Madinson Square Garden de Nueva York para ver a Sergio “Maravilla” Martínez. Justo detrás del astro portugués Cristiano Ronaldo.
“El Caballo” Pereyra posó su mano sobre el hombro del menor de sus hijos para bendecirlo como sucesor político. Martín Guillermo entendió perfectamente las necesidades promocionales de su padre cuando organizó Fundación Conygriega tras regresar de España, donde vivía.
Desde la organización, Pereyra Jr. planifica giras por los más recónditos parajes de la provincia para repartir kits escolares en escuelas, golosinas a los niños, organizar eventos deportivos o formar cuadros infantiles.
La ayuda solidaria llega en cajas con la gigantesca grafía “Pereyra”, su firma, hechas probablemente por el diseñador gráfico de la familia, Flavio. Hay insólitas donaciones, como una camionada de caños tubing al municipio de Junín de los Andes para el Vía Christi.
Se advierte mucho dinero y no pocos colaboradores en juego dentro de la organización.
La fundación paga capacitadores, solventa equipos de fútbol y grupos de ballet, contrata camarógrafos, etcétera.
Los repartos de kits y cajas remiten al más rancio estilo clientelar que la nueva política castiga.
Fundación Conygriega se combina con las actividades de la Casa del Senador, otra fuente de promoción que reasigna los pasajes terrestres y aéreos que recibe Pereyra en el Senado para “asistir a los neuquinos para trasladarse por estudios médicos, visitar parientes internados o participar de eventos de cualquier índole (SIC)”.
Martín Pereyra organiza toda esta intensa actividad mientras es empleado de la planta permanente del Senador con el sueldo más alto.
“Río Negro” intentó durante más de una semana realizar una entrevista personal con Guillermo Pereyra, pero el gremialista no respondió llamadas ni mensajes enviados desde el 3 de mayo. Se buscó sin éxito la intermediación de su vocero de prensa. Su hijo Martín, tras alguna demora, sí respondió y aseguró que su padre aceptaría el encuentro, pero a la hora de definir fecha hubo tan sólo vaivenes.
El pulgar identifica el poder de Guillermo “El Caballo” Pereyra. Lo sube o lo baja, así de simple.
Durante décadas, el gremialista hizo sentir el rebenque de hasta 10.000 personas movilizadas para exigir cambios en condiciones laborales o presionar ante cierres, despidos y suspensiones. Su gremio tiene alrededor de 20.000 afiliados que votan como un solo hombre. No en vano ha alcanzado el 99,8% en una elección y, durante añares, la oposición brilló por su ausencia. Las escasas filas de obreros que lo combaten (por lo general del PO), lo definen de patotero y extorsionador.
Cuando comenzó a hablarse de boom petrolero, Pereyra emprendió una caza de afiliados. No se conformaba con Río Negro y Neuquén; quería también a La Pampa a su merced, pero debió enfrentarse con el sindicato de Bahía Blanca que tenía de aliada a la UOCRA pampeana y mendocina. El pico más cruento de la disputa derivó en la muerte de Ariel Quiroga, del gremio de los albañiles, en 25 de Mayo, La Pampa. Fue en medio de un ataque a tiros al rudo estilo Far West, en 2008. Un exfuncionario fue testigo de un comentario de Pereyra tras el incidente: “A los muchachos se les fue un poquito la mano...”
Con la ilusión de Vaca Muerta y la acción política, se redobló el poder del gremialista. No pocas empresas de servicios pasarían por su tamiz. ¿Pueden trabajar? ¿Se les renueva contrato con YPF? ¿Qué y cuánto personal pueden reclutar? Pereyra da toda la impresión de ser el que decide.
Su campaña y triunfo humillante frente al oficialismo del MPN, primero, y su consagración en las urnas como senador después, le dieron a Pereyra un sitio preferencial en el palco del MPN. Enrostró ese poder cuando inauguró semanas atrás el edificio suntuoso de la Mutual y subió a la tarima al Jorge Sapag que meses antes denostaba y llamaba “ñoqui”, al actual gobernador Omar Gutiérrez y a su hijo Martín, sólo para promocionarlo.
Mensaje de poder: Pereyra subió a su palco al “enemigo” Jorge Sapag, al gobernador y a su hijo Martín (para mostrarlo candidato).
Sus vínculos políticos han sido cambiantes. En el plano nacional fue devoto de Néstor Kirchner (“un gran constructor”, decía), e hizo buenas migas con Julio De Vido y con Cristina Fernández (“volvería a votarla”, sostuvo en 2012). Pero luego a la expresidenta la combatió con decisión, al compás de su alineamiento con su par camionero Hugo Moyano, a quien secundó en la conducción de la CGT. Ahora existe un mutuo aferramiento con el presidente Mauricio Macri. El senador se convirtió en el primer y vital aliado gremial del mandatario.
El poder político de Pereyra creció tanto como su poder económico. Miles de millones de pesos sobrevuelan su figura.
Parte de la fortuna se deposita y visibiliza en señoriales edificaciones.
Pruebas al canto: la Mutual de 12 pisos construida a razón de 1 millón de dólares por piso, y la prometida Ciudad Sanitaria de 100 millones de dólares. Pero hay también modernas clínicas en Rincón y Catriel, un avión sanitario totalmente equipado, farmacias propias, sedes gremiales y campings recreativos en todas las localidades petroleras. Las instalaciones y beneficios en turismo social, becas, préstamos, prestaciones sanitarias, etcétera, explican el fervor que despierta Pereyra entre los afiliados.
Fastuoso. Cada uno de estos 12 pìsos costó un millón de dólares.
El gremialista ha dado tibias pistas sobre los montos que maneja. En octubre de 2015 sorprendió al hablar de “un plazo fijo del gremio de 1.800 millones de pesos” (que, de mantenerse, hoy alcanzaría los 2.700 millones). Este año declaró un “superávit de 367 millones” y un “activo de 1.900 millones que deja a las claras que tenemos una buena administración”. Pero ese dinero -es de presumir- constituye una mínima expresión de todo lo que hay en danza. El movimiento crediticio del Banco Central apenas registra un saldo de tarjeta de crédito de 166.000 pesos. Una bicoca. Cero endeudamiento.
Se sabe que las cuentas están bajo su dominio omnímodo. Pero para garantizar hacia afuera prolijidad, el gremialista recurre a su familia. No obstante, tomó en algún momento a un gerente contable para que elabore un protocolo de compras. El hombre duró un suspiro en el cargo.
En las demás cuestiones de desenvolvimiento del gremio, Pereyra se vale del aporte de fieles colaboradores. Entre ellos, tiene contratado en el Senado como asesor al ex secretario de Energía neuquino y frustrado candidato a gobernador Guillermo Coco. Las cuestiones legales por años las manejó a través de Juan Carlos Marconetto, quien fue socio de Comasa SA, la empresa constructora que ha hecho buena cantidad de obras en el sindicato, incluida la reciente Mutual, como veremos más adelante.
Los ingresos visibles del gremio se nutren del aporte de empleados (que poseen un nada desdeñable poder adquisitivo) y de contribuciones patronales. Si se considera que un promedio del 18% del salario bruto de un trabajador petrolero queda en manos del sindicato, anualmente se estaría percibiendo un piso de 2.500 millones de pesos, probablemente manejados de manera discrecional.
Por si fuera poco, se viene un nuevo filón para el gremio: la Aseguradora de Riesgos de Trabajo (ART) hecha en casa.
Pereyra soñaba con ella desde hace unos seis años. Hoy su espejismo se volvió realidad. En 2011, el sindicalista logró que el convenio colectivo del trabajo petrolero 644/2 incluyera en su artículo 11: “las partes (...) recomendarán que las empresas consideren la posibilidad de contratar la ART creada por la Mutual de Empleados y Obreros Petroleros Privados”. Así, en 2014, Pereyra presentó en público su propia ART, “la primera creada por un sindicato”.
El éxito se coronó semanas atrás: fue autorizada a operar desde Nación, lo cual parece constituir la mayor contraprestación del gobierno de Macri en gratitud por la firma de la adenda al convenio colectivo, piloto de la vulgarmente llamada flexibilización laboral.
Cuando efectivamente se ponga en marcha la nueva ART, los ingresos del gremio podrían trepar a 3.000 millones de pesos al año.
Significa que Pereyra terminaría manejando, cada doce meses, la friolera de 200 millones de dólares, monto que equivale a muchas de las inversiones plurianuales anunciadas en Vaca Muerta por empresas hidrocarburíferas de primera línea.
Tamaño volumen de dinero ¿es todo cuanto maneja Pereyra como flujo de ingresos?
No lo creen así dentro del sector petrolero.
Leyenda o no, se han venido alimentando sospechas -algunas públicas- sobre negocios laterales del sindicalista, siempre atados a la cuestión petrolera, sea en el rubro ambiental, del transporte o la construcción. Un espejo de lo que son algunas de las sociedades generadas por su familia directa, tal como hemos descripto en la edición de ayer.
La presunción, difícil de probar, indica que Pereyra tendría intereses o vínculos con algunos de estos negocios y empresas. Hay, cuanto menos, hilos conductores. Veamos:
La constructora Comasa SA. Desde su formación, esta firma neuquina tuvo al frente de su directorio a Juan Carlos Marconetto y a Osvaldo Sampietro. El primero, ex legislador emepenista, es un antiguo asesor legal del gremio y una de las mano derecha de Pereyra. Figura en los registros de la Anses como empleado del Sindicato y de su Obra Social.
En el domicilio de la constructora (Rivadavia 635 de Neuquén) está también la sede de radio Cumbre y de Tarjetas Máxima, en las que Marconetto aparece como co-titular y que más de una vez se señalaron como próximas a Pereyra. En tanto Sampietro, ingeniero, ha sido el proyectista del Complejo Deportivo y Recreativo del Sindicato. En 2006, Marconetto y Sampietro transfirieron sus puestos en Comasa a Pablo Roca Jalil, que quedó como presidente, y a José Antilef. Ambos ya eran integrantes de la firma. La esposa de Sampietro quedó como directora suplente.
Comasa es la empresa que construyó el edificio de la Mutual, tan monumental como su inauguración política. Con fondos del gremio, hizo también el Club Petroleros Privados de Huincul y la Clínica Sindical petrolera de Catriel, entre otras obras.
Las mallas oleofílicas. Guillermo Pereyra venía bregando para que todas las empresas involucradas en la extracción del petróleo obligatoriamente utilizaran estas mantas para contener los derrames de crudo en torres, piletas, camiones... Lo consiguió. En 2010, Medio Ambiente de la provincia publicó las normas respectivas. A baja voz ya se decía que su fabricante era “una empresa de Pereyra”.
La sospecha se intensificó cuando vieron que el gremio publicitó abiertamente a la firma y su negocio con residuos. Se llama Real Work SRL, radicada en la comarca petrolera. En ese momento aparecía como único dueño Jorge Luis Cárdenas Negro, que fuentes acreditadas señalaron como ex empleado del municipio de Cutral Co. La sociedad fue, en realidad, inscripta en 2003 por Norman Angli y luego pasó a manos del extitular del BPN, Carlos Chiappori. Cárdenas Negro no tardó en transferir parte de sus acciones a Jorge Alberto Rubio, un amigo del vicegobernador Rolando Figueroa, además de seguidor de Pereyra y aportante de su campaña a senador.
A su vez, Cárdenas Negro figura como accionista de Sand Frac SRL, proveedora de arenas para fracturación hidráulica en yacimientos petroleros. Y también tuvo participación en la constructora Ingeco SRL en sociedad con Rubén Santarelli. Terminó cediendo acciones en favor de Lucio Filippi (allegado a Martín Pereyra ) y de Santiago Ciancaglini (también socio en Sand Frac). Una familiar de éste último aparece como receptora de acciones de Martín Rubio, hijo del socio de las mantas oleofílicas, en una empresa llamada Ragua SRL, dedicada al tratamiento de pasivos ambientales y saneamiento de piletas petroleras.
Jorge Rubio estuvo al frente de Ragua hasta diciembre de 2014, cuando cedió acciones a María Magdalena Rubio, quien sería su hija. Un verdadero rompecabezas. En definitiva, todo permite suponer que Cárdenas Negro, los Rubio y los Ciancaglini tienen vínculos estrechos en empresas fuertemente dependientes de la industria petrolera. Y se ligan así mantas (de dudosa efectividad y cuestionadas a su vez por contaminantes), otras soluciones ambientales y arenas para el fracking.
El pulgar de “El Caballo” Pereyra es tan influyente que parece capaz de determinar, incluso, si una empresa puede acceder a las mieles de los contratos con YPF. En definitiva, si puede trabajar o no.
Esto el mundo petrolero lo sabe; lo aprovecha o lo padece.
Dos empresarios de la actividad explicaron a “Río Negro” el mecanismo “de coerción” que funcionó en los momentos críticos de la industria petrolera, cuando se imponía desde la empresa estatal nacional austeridad en los gastos y, por ende, baja en las contrataciones.
YPF pedía, por ejemplo, reducir la cantidad de camiones petroleros en movimiento, lo cual significaba trabajadores inactivos. Uno de ellos lo explica: “Guillermo te conseguía que YPF se haga cargo de los sueldos de la gente que debía quedar en la casa”.
Lo precisa mejor con un ejemplo: “YPF tenía que bajar 100 camiones en total. Si estábamos alineados a Pereyra, a nosotros nos bajaban sólo algunos. Y mientras manteníamos a la gente que quedaba desocupada, aunque permaneciera en la casa, a nosotros nos pagaban los sueldos hasta que se reacomodara la actividad. La estatal pagaba el 100 por ciento más un costo adicional por mantener al empleado en tu empresa... como un gasto administrativo. De ese valor tenías que hacer un aporte del 10%”.
Según su testimonio, el gremialista se mostraba hacia su gremio como garante de las fuentes laborales, y a la empresa que se aviniere al sistema “no le hacía ningún tipo de quilombo” y le aseguraba la continuidad en los contratos.
33 años lleva Pereyra al frente del sindicato. En junio del año pasado anunció su retiro, pero fue sólo un amague.
99,8 por ciento de votos obtuvo en 2008. Nadie se animó a enfrentarlo hasta hoy.
41,7 por ciento logró “El Caballo” en la elección que lo convirtió en senador. En primarias, le había ganado por casi 10 puntos a Ana Pechén, a quien denostó.