La correlación entre activos de refugio como el dólar y de riesgo como los commodities suele ser negativa: si uno sube, el otro baja. La suba del petróleo rompió con eso.
Los flujos de capitales se mueven dentro los mercados financieros pasando de unos activos a otros, buscando o reduciendo los niveles de exposición al riesgo. Cuando los invasores perciben que el riesgo es elevado y una amenaza correctiva se dispara, generalmente acuden a instrumentos de cobertura siendo el dólar un típico activo refugio y dicha estrategia es conocida como fly to quality (vuelo a la calidad).
Dentro ese juego, en general los distintos tipos de activos se mueven con ciertas correlaciones unos con otros, de esta forma, los activos de riesgo (por ejemplo, las acciones) deberían tener una correlación negativa con los activos de refugio (por ejemplo, oro).
En ese sentido, vemos que la correlación entre las acciones y el dólar (medido por el fondo que agrupa a todas las acciones del mundo Vanguard Total World Stock), permite ver que en la gran parte del tiempo, la relación entre la divisa y las acciones tiende a ser negativo. Si bien vemos que por momentos pasa a positivo, tales periodos no son prolongados y rápidamente la correlación regresa a su estado normal de largo plazo entre el rango de 0 y -1. Eventos como el Flash Crash de mayo de 2010 o el conflicto entre EE.UU. y Siria en 2013 o la crisis del petróleo en 2015 generaron poco impacto en términos del precio de las acciones aunque una marcada demanda en activos de refugio, empujando a que la correlación pase a positiva ya que ambas clases de activos estaban siendo demandadas a la vez.
En el mercado de materias primas la correlación de largo plazo entre el dólar y los commodities tiende a estar en el rango de entre 0 y -1. Dicho de otra forma: cuando sube el dólar, generalmente bajan las materias primas y viceversa. Esto se da ya que las materias primas se comercializan en el mundo en términos de dólares, aunque el que lo consume debe pagar moneda local para adquirir los mismos. Con lo cual, si sube el dólar, el poder de compra de la materia prima en términos de moneda local es cada vez menor y ello atenta contra la demanda del producto en cuestión. Manteniendo intacta la cantidad ofertada, a menos demanda el precio necesariamente ajusta hacia la baja. El comportamiento inverso se da cuando baja el dólar, el poder de compra en moneda local y el consumidor va a poder demandar más cantidad de bienes primarios y, a igual a cantidad ofertada, el precio ajustará al alza.
En concreto, la correlación entre las materias primas y el dólar tiende a encontrar valores negativos, es decir, se mueven en direcciones contrarias. Por ejemplo, si vemos en un gráfico de los últimos 10 años, veremos que la correlación entre el dólar y el índice de materias primas (DBC) ha estado en el 90% del tiempo en el rango de entre 0 y -1, dando a entender que cuando uno subía el otro bajaba. El bull market de las materias primas finalizado en 2008 coincidió con un bear market del dólar que supo alcanzar mínimos históricos de 71 puntos. Cuando el mercado revirtió la tendencia las materias primas comenzaron a caer y el dólar a subir, potenciado además por ser activo de refugio contra la baja que también se estaba dando en el mercado accionario. Si bien la correlación ha alcanzado picos en 2013, los mismos fueron transitorios y de corto plazo, para luego revertir a su estado de largo plazo en niveles de 0 y -1.
Ahora bien, desde comienzo de 2017, la correlación negativa se ha desbocado y la misma alcanza niveles sin precedentes en los últimos 10 años por lo menos. Si bien desde comienzo de 2016 que la correlación entre las materias primas y el dólar ha tendido a un sesgo mas alcista, la misma actualmente alcanza valores de 75.
Desde que las materias primas alcanzaron un piso a comienzos de 2016 e iniciaron una importante recuperación, el dólar también ha acompañado la tendencia alcista de corto y mediano plazo, alcanzado máximos también en 104 puntos del dollar index (un índice que mide al dólar contra una canasta de monedas). A su vez, en los últimos meses los commodities han mostrado debilidades, de la misma manera que lo ha hecho el dólar, pasando a cotizar actualmente debajo de los 98,50 puntos. En concreto, las tendencias de mediano y corto plazo han coincidido y por ello tal comportamiento ha llevado a la correlación a niveles elevados entre 0,75 y 1, o lo que es lo mismo, se han movido en la misma dirección.
El factor petróleo sin dudas que juega dentro de la ecuación para que la correlación se haya disparado a lo largo de 2017, ya que el crudo es un componente fundamental dentro del mundo de las materias primas. Ahora bien, si solo se tuviese en cuenta las materias primas agropecuarias, la correlación no sería tan elevada como sí lo está marcando el índice de commodities (incluyendo el petróleo). Es decir, que la correlación entre las materias primas agropecuarias y el dólar se mantiene dentro de parámetros históricamente normales de entre 0 y -1 (actualmente la correlación está en niveles de -0.2).
Esta última afirmación se verifica al analizar en forma aislada la correlación positiva que tiene el dólar y el petróleo (actualmente en niveles de 0,76). Esto es así principalmente porque el precio del crudo ha transitado significativos momentos de volatilidad generados a partir de los distintos acuerdos entre los principales productores del mundo y los movimientos en los últimos meses han sido influenciados en su mayoría por temas relacionados con los acuerdos y sus potenciales implicancias en la oferta del mismo y no tanto por temas de correlaciones históricas. Es decir, la moneda estadounidense sigue moviéndose como un espejo de las materias primas, pero el petróleo se desenganchó de esa lógica.