En el primer round los representantes de los trabajadores cedieron en pos de mejorar las condiciones de negocios para potenciales inversores. Se eliminaron del convenio las horas taxi (el tiempo que los trabajadores están en un yacimiento sin realizar actividades específicas, a grandes rasgos), entre otras concesiones que en la práctica implican pérdidas de ingresos para los trabajadores.
La adenda que fue anunciada por el presidente Mauricio Macri bajo el nombre de acuerdo petrolero aún no termina de llevarse a la práctica por la resistencia de los trabajadores que venían gozando de beneficios que ya no tendrán cuando impere sin fisuras el convenio. La pelea es día a día entre los gerentes de las empresas y los delegados para ir bajando la letra de la adenda a la práctica de las relaciones laborales.
Top secret
Los sindicalistas no soltaron prenda sobre las pretensiones que expondrán sobre la mesa de negociaciones ni hubo adelantos de parte de los empresarios sobre un porcentaje a otorgar de incremento salarial ni de las condiciones para hacerlo. El gobierno pugna en todas las negociaciones salariales por un techo del 18% y está dispuesto a no avalar acuerdos muy por encima de ese porcentaje.
Jorge Triaca, titular de la cartera, sigue de cerca el cumplimiento del techo. A lo sumo, el gobierno está dispuesto a aceptar que se fijen cláusulas gatillo que se activan por la inflación. Esto es: si el IPC sube por encima del acuerdo salarial se opera una compensación para los trabajadores.
Los gremios de Pereyra y Arévalo son de los considerados amigos del gobierno nacional y no se espera de estos que pateen el tablero en la instancia paritaria, aunque con lo que cedieron a favor de los intereses empresariales al momento de firmar la adenda se quedaron con margen reducido frente a sus bases para negociar otro pacto que aparezca favorable a los intereses patronales.
Además, las paritarias de los petroleros neuquinos se darán en un marco más amplio de la actividad puesto que fueron convocados a su mesa específica los sindicatos de obreros y jerárquicos de Chubut y Santa Cruz, que acaban de aceptar una adenda similar a la estipulada para Vaca Muerta que se aplicará en los yacimientos convencionales de la cuenca del Golfo San Jorge.
Los sindicalistas que encaran las negociaciones en nombre de estos trabajadores se han mostrado más intransigentes que los neuquinos frente al gobierno nacional, sobre todo ante el ministro de Energía, Juan José Aranguren.
Luces de alarma en la previa
En la previa de las paritarias se suscitó un conflicto en los yacimientos del norte neuquino que encendieron las luces de alarma en el gobierno nacional como en YPF, la petrolera controlada por el estado que a la vez es la que mayor cantidad de trabajadores tiene a su cargo en el sector hidrocarburífero neuquino.
“Si no son trabajadores de YPF, lo son de alguna contratista de esta”, graficó el dirigente del Sindicato de Petroleros Privados, Marcelo Rucci, que a la vez es intendente del municipio Rincón de los Sauces, cuya principal fuente económica son los yacimientos de la petrolera estatal. En Rincón se presentó un conflicto por 126 trabajadores que quedaron desocupados luego de la quiebra de la empresa OPS, ex contratista de YPF. El conflicto se resolvió con fondos públicos para sostener subsidios y el compromiso gubernamental de reubicar a los trabajadores sin puestos en las empresas que desembarquen en el marco del plan para reactivar la producción en Vaca Muerta.
En la antesala de las paritarias de los trabajadores, el conflicto de Rincón dejó marcas indelebles para todos los actores del negocio petrolero neuquino. Por un lado quedó expuesto que el liderazgo de Pereyra tiene fisuras, pues mientras él estaba con el presidente Mauricio Macri promocionando Vaca Muerta en Houston, Estados Unidos, los petroleros de Rincón, referenciados con Rucci, salieron a cortar los accesos a los pozos de YPF provocándole grandes pérdidas.