RICARDO ALONSO
La exposición se inició originalmente el 31 de marzo en la Casa de la Cultura. Declarada de interés por la Cámara de Diputados, contó con el decidido apoyo de su presidente, Dr. Manuel Santiago Godoy, quien participó activamente en las exposiciones y conferencias. La muestra coordinada por Federico Dada y Enrique Martínez Luque, se basó en la exposición de un rico archivo fotográfico cedido por extrabajadores de La Casualidad, entre ellos las familias Araya, Zapata, Colque, Mamaní, Flores, Quintar, Rocha Saravia, Donevan, Torrejón, Guamán, Cruz, Durán y Pereyra; en la proyección de dos documentales de época: "El Trasandino del Norte", cortometraje de Fernando Ayala de 1949, y "Se unen Argentina y Chile", un cortometraje sobre la construcción del Ramal C-14 filmado en 1948.
Ello sumado a la proyección del documental "El Silencio" de Federico Dada, ganador de importantes premios. También se contó con la disertación del periodista e historiador Luis Borelli quien se refirió a la "Historia de la Mina La Casualidad" y, del suscripto, quien habló sobre el origen e historia del azufre de los volcanes salteños.
La presentación de los conferencistas estuvo a cargo del profesor Luis Alfredo Pereyra. Asistieron extrabajadores y familiares del Establecimiento Azufrero Salta nucleados en la ONG Centro Azufrero, exferroviarios, diputados provinciales, andinistas, mineros, geólogos, familiares de los descubridores, invitados especiales, público en general, que colmaron el recinto de la Legislatura.
La oportunidad fue propicia para recordar a quienes dieron los primeros pasos en la historia del azufre salteño. Vale recordar que nuestros yacimientos de azufre son de origen volcánico exhalativo y se encuentran en las altas cumbres de los volcanes andinos. Allí los gases sulfurosos que vienen de profundas cámaras magmáticas entran en estado de sublimación y pasan del estado gaseoso al estado sólido. Forman así el azufre nativo que se deposita en las capas de cenizas volcánicas para dar un tipo de calichar (azufral, sulfiche), al que los incas llamaban sallina.
Tanto los incas como los españoles debieron reconocer la presencia de azufre en los altos volcanes cordilleranos. Estos últimos porque era una sustancia esencial para la fabricación de la pólvora negra. Tal vez la primera mención de azufre sea la de Juan de Matienzo, en una carta al rey en 1566. El viajero inglés Joseph Andrews, menciona azufre en su paso por Salta en 1826, entre las muestras que le acercara el Dr. Joseph Redhead. El alemán Federico Stuart, en su memoria de 1871, dice: "Siendo una gran parte del terreno de la provincia de origen volcánico se encuentra el azufre". El primer dato concreto de un pedimento de cateo sobre los depósitos de azufre del cerro La Estrella y otros de la Corrida del Cori lo hizo el minero peruano Gonzalo M. Clivio el 18 de enero de 1901, según consta en el Boletín Oficial de la República Argentina (Año IX, N´ 2225).
Asimismo, el 14 de enero de 1905, Héctor Dupuy y Eugenio Dupuy, solicitaron la mina de azufre Esperanza (N§ 147) en el cerro Azufre, al norte del salar de Pastos Grandes. Estas minas serían nuevamente pedidas un par de décadas más tarde por la famosa artista Lola Mora, quien abandonó el arte para dedicarse a la minería y al petróleo. En el diario La Idea (Salta), del domingo 19 de marzo de 1905, aparece la noticia de la visita a Salta del doctor Fritz Reichert para estudiar los yacimientos de boratos y los de azufre, estos últimos para la fabricación de ácido sulfúrico, indispensable para la producción del ácido bórico.
Precisamente el alemán Reichert, que fuera enviado por el gobierno nacional, menciona azufre en la cordillera volcánica que nos separa de Chile en su informe titulado: Los yacimientos de boratos y otros productos minerales explotables del territorio de los Andes (Puna de Atacama) y que fuera publicado en los Anales del Ministerio de Agricultura. Sección Geología, Mineralogía y Minería. Tomo II, No.2. Buenos Aires (1907). En las páginas 64 a 74 describe los principales yacimientos de azufre que reconoció, entre ellos los del cerro Azufre en la Cadena del Quevar, cerro Laco, cerro La Estrella y cerro Sin Nombre, estos últimos en la cordillera volcánica que separa Argentina de Chile.
En todos los casos señala lo difícil de su explotación por la distancia, altura y condiciones geográficas. En 1940, se fundó en Salta la Compañía Azufrera Argentina SA integrada por el Dr. Manuel R. Alvarado (ex ministro de Obras Públicas de la Nación), Dr. Adolfo García Pinto, Ing. J. Urbano Aguirre, Dr. Agustín Alsina, Eduardo García Pinto, Jorge García Pinto y Roberto García Pinto, la cual fue formada para llevar a cabo la explotación de los yacimientos de azufre volcánico en la alta región cordillerana salteña limítrofe con Chile.
En 1942, la Compañía Azufrera Argentina SA, con sede en San Antonio de los Cobres, cuando todavía era Gobernación de los Andes, integró una empresa mixta con el estado por intermedio de la Dirección General de Fabricaciones Militares, bajo la denominación de Industrias Químicas Nacionales SM.
En 1952, Fabricaciones Militares compró todo el paquete accionario y el yacimiento pasó a conocerse como Establecimiento Azufrero Salta (EAS).
Entre estos pioneros del azufre merece destacarse a Eduardo García Pinto (1908-1964), minero de profesión y vocación, quien junto a su padre y a sus hermanos fue el iniciador de la empresa que se transformó en la mina La Casualidad.
En su tumba hay una placa puesta que reza: “Eduardo García Pinto. Pionero de la Industria del Azufre en Salta. Homenaje del Establecimiento Azufrero Salta“.
Eduardo García Pinto era hijo de Adolfo García Pinto (1870-1943) y de Julia Esther Cornejo (1880-1928). De allí el nombre de Mina Julia con que se bautizó a la principal mina de azufre. Eduardo era el cuarto de cinco hermanos varones (Adolfo, Jorge, Roberto, Eduardo y Enrique), la mayoría de ellos fueron partícipes en la formación de la vieja compañía azufrera. Eduardo García Pinto se casó con María Elena Ovejero Velarde con quien tuvo tres hijas: María Elena, Ana Inés y Josefina. Eduardo García Pinto falleció el 31 de agosto de 1964. Ante su tumba y en nombre de sus amigos lo despidió el afamado poeta y escritor salteño Julio Díaz Villalba, cuyas palabras constituyen un documento invalorable. Entre otros conceptos rescato los siguientes: “Era un pionero sin alardes, con esa eficiencia mansa, característica de toda vocación legítima.
Enfebrecido de afanes trabajaba sin horas perdido en altitudes inhóspitas como si para él no fuesen peligros amenazantes el frío, el soroche y la desolación. Y trajinando así, sobre campos de almadenes, hizo un día conmover la economía nacional con un impulso que podría decirse histórico, y fue cuando ante los ojos atónitos del país, dejó descubiertas a luz de cielo y con un rebrillo de oro, las colinas amarillentas y grávidas de la ingente riqueza azufrera de nuestro suelo”.
Una gran deuda
Salta tiene una deuda de gratitud con los pioneros del azufre y en especial con la familia García Pinto. Y asimismo con todos aquellos hombres y mujeres que habitaron en uno de los lugares más inhóspitos de la geografía salteña, trabajando entre 4.000 y 5.000 m de altura, desde la planta hasta la mina, en un desierto inclemente, seco y frío, con temperaturas invernales que caen debajo de 25 grados bajo cero, y en donde reinan por siempre la nieve, la Puna y el viento blanco.