El bajo crecimiento del PBI en febrero revela la importancia de la minería para el país, según Cristóbal Samardzich, editor de SEMANAeconómica.
El bajísimo crecimiento del PBI en febrero —0.74%— sorprendió al mercado: los analistas de Reuters estimaban 1.9%. El gran factor detrás de la ingrata sorpresa no fue el daño causado por el Fenómeno de El Niño costero, sino la producción minera, que registró su avance más bajo en los últimos dos años. En febrero creció 1.5%, cuando durante todo el 2016 creció 16% en promedio.
La cifra de febrero revela con mayor claridad lo que viene ocurriendo desde hace varios meses: el aporte de la minería al crecimiento económico está en caída, como muestra el gráfico. El dato debería preocupar, pues el gran motor de la economía peruana empujará cada vez menos a la tasa de crecimiento. Ojo, la minería contribuyó en cerca de la mitad del crecimiento del PBI del 2016 gracias a la puesta en marcha de megaproyectos como Las Bambas y Cerro Verde.
Antes los proyectos Constancia y Toromocho dieron un impulso. E incluso antes del inicio de todas estas minas, la inversión ejecutada para desarrollarlas dinamizó fuertemente a la economía vía el eslabonamiento con otros sectores. Hacia adelante, si bien el alza de precios ha generado mayor optimismo para el desarrollo de nuevos proyectos, no se prevén fuertes inversiones al menos en el mediano plazo (SE 1560, Especial de Minería).
Tal vez en este contexto, cuando la minería pierde dinamismo, sea más clara la importancia de este sector para el país. Durante todos estos años de fuerte inversión y producción minera, el sector fue criticado. Revivió con fuerza la crítica al llamado modelo económico primario exportador (“sólo exportamos piedras”) y el debate sobre si dejar de depender tanto de la minería. Muchos propusieron identificar y desarrollar “nuevos motores de crecimiento” que la reemplazaran.
Lo cierto es que, quiérase o no, la minería es y será por mucho tiempo el motor de la economía peruana. El bajo resultado de febrero demuestra, más que nunca, la importancia de la minería para el país. Por supuesto, la diversificación productiva es una política saludable, recomendada por instituciones como el FMI y la OCDE. Pero la dicotomía “Perú minero” vs. “Perú sin minería” es falsa. ¿Acaso Noruega dejó de producir petróleo para dinamizar otras industrias? No se trata de reemplazar el motor minero, sino de crear motores adicionales: turismo, forestal, lo que sea.
El propio ex ministro de la Producción, Piero Ghezzi, quien lanzó la estrategia nacional de diversificación productiva, lo dejó claro: “la minería tiene que estar en el corazón del desarrollo del Perú”, dijo, en alusión a su capacidad para dinamizar otros sectores como “metalmecánica y servicios (incluidos aquellos intensivos en conocimientos)” (SE 1547, Especial CADE 2016).
Es probable que el peso de la minería en el crecimiento del PBI continúe cayendo en los próximos trimestres, pues las nuevas operaciones mineras ya alcanzaron su capacidad plena de producción. Aún así, el mayor nivel de producción minera ayudará a amortiguar los recientes golpes a la economía, como la inversión en infraestructura (el antes esperado “motor del crecimiento del 2017”) y El Niño. Así, el triste resultado de febrero tal vez no revele tanto el menor dinamismo de la producción minera, sino, más bien, que hoy el Perú es más minero que nunca.
