Gustavo Lagos*

El mayor desafío que la Reforma Laboral, en vigencia desde abril 2017, presenta a las compañías mineras chilenas del cobre y de otros metales es que establece un piso mínimo inamovible para las futuras negociaciones colectivas a menos que los sindicatos estén de acuerdo en reducir dicho piso. Tampoco podrán las mineras contratar a nuevos trabajadores con beneficios inferiores a los antiguos si no hay acuerdo sindical. Esta última política ha sido aplicada por Codelco desde hace algunos años. Por ejemplo en Chuquicamata el promedio costo empresa de un trabajador con contrato colectivo histórico es de 107 mil dólares por año, mientras que el de trabajadores nuevos es de 70 mil dólares por año. La instauración de esta misma práctica en Escondida habría sido uno de los aspectos por los que el Sindicato no llegó a acuerdo con la empresa recientemente.

Es difícil pensar, dada la historia de la minería en los últimos 15 años, que los sindicatos accederán a auto reducirse los beneficios sobre todo en un país en que la salud y la educación no son gratis y muchas veces tampoco son de calidad. Entonces la industria enfrentará, con alta probabilidad, nuevos contratos colectivos que serán al menos tan costosos como sus predecesores.

El proceso natural de envejecimiento en el tiempo de las minas en explotación requiere, sin embargo, contener o reducir los costos en el futuro, so pena de perder competitividad, es decir generar menos utilidades. El envejecimiento de las minas se manifiesta en cuatro aspectos: la reducción de la concentración o ley del cobre en la roca, segundo la mayor dureza de la roca en la medida que la explotación se profundiza, tercero, la mayor distancia de transporte que debe recorrer el material hasta las plantas de tratamiento, y cuarto, la mayor cantidad de roca estéril que debe extraerse cuando se profundiza un rajo con respecto a la roca que contiene el mineral y que es enviada a planta. 

Estos factores de envejecimiento tuvieron fuertes efectos en la reducción de la productividad laboral (toneladas de cobre por trabajador en un año), en el consumo de energía, y en la emisión de gases invernadero, y, por consiguiente, causaron el incremento de los costos de operación. 

Desde 2001 a 2015 la ley de cobre en la minería del cobre chileno se redujo 37%lo que indujo a un aumento de costos de operación de cerca de un tercio y a una reducción de la productividad de 44%. Al mismo tiempo la energía eléctrica consumida por tonelada de cobre producido creció 47%, mientras que las emisiones de GEI por tonelada de cobre debido a la generación eléctrica crecieron 107%. Cerca de la mitad de este crecimiento se debió a la carbonización de la matriz eléctrica. Las nuevas tecnologías introducidas para reducir el gasto energético no lograron compensar la reducción de la ley de la roca, a pesar que se hicieron importantes esfuerzos para ello. Esto ocurrió en Chile y en el resto del mundo.

Al mismo tiempo presenciamos el superciclo de precios del cobre, el que facilitó un alza real muy sustancial de los salarios y beneficios de los trabajadores, incluidos los bonos. En 2014 los costos laborales representaban el 28% del total de costos de operación de las mineras de cobre en el país mientras que en 2005 esta cifra era 18%. 

¿Qué pueden hacer las mineras entonces para reducir sus costos en el futuro?

Automatizar más rápidamente las operaciones prescindiendo de los trabajadores que quedarán redundantes. Esta es una tendencia que se ha estado dando desde hace varios años y que se acelerará, pero que no se producirá de un día para otro. 

Por ejemplo, una nueva planta para moler la roca, como la de la División Ministro Hales, tiene un solo operario, y ello se compara con la planta de molienda de Chuquicamata que produce tres veces más cobre pero que tiene 16 veces más equipos y trabajadores. Otro ejemplo son los camiones, en que típicamente cada vehículo requiere cuatro choferes, uno por turno. El reemplazo de camiones con chofer por camiones autónomos, que ya operan en al menos una mina (Gabriela Mistral de Codelco), es algo que se viene en los próximos cinco años. 

Una consecuencia casi ineludible de la reforma laboral será positiva entonces, acelerar el advenimiento de una minería más tecnologizada aún que la que existe hoy, posiblemente con menos trabajadores y más profesionales, con mucho mayor capacitación y flexibilidad en sus funciones, y con mayores efectos multiplicadores en empleos especializados externos. 

El potencial minero chileno es mayor hoy que hace 15 años ya que las reservas de cobre aumentaron a mucho más del doble en este período mientras la producción de este metal creció 22%. Por ello la minería puede seguir siendo el principal motor de desarrollo del país, pero ello requiere reducir sus costos para obtener mayores utilidades, invertir más en el país, pagar más impuestos, y acrecentar la creación de tecnologías creadas en Chile por parte de empresas proveedoras. 

*Profesor UC