A un lado de la carretera se observa el proyecto de explotación de oro más ambicioso de los últimos tiempos en Colombia. Al otro se vislumbra una extensa serie de cultivos de hortalizas, tubérculos y legumbres. Al fondo pasa el río. Un lado representa la locomotora minero-energética, la extracción de recursos naturales no renovables, la infraestructura a gran escala y la inversión extranjera. El otro simboliza la agroindustria, la conservación del medioambiente, la protección de los páramos y de los ríos, y la soberanía alimentaria.
En Cajamarca, Tolima, hay dos modelos de desarrollo que en principio son incompatibles: el oro y el agua. El dilema, que se resolvió parcialmente en la consulta popular del domingo 26 de marzo, en la que el 97 % de los votantes dijo No a la minería, aún tiene preguntas sin respuesta. ¿Qué es más rentable y sostenible a largo plazo?, ¿qué camino escogerá Colombia? El Espectador expone las dos alternativas.
“Los estudios demuestran que en la mina La Colosa puede haber 28 millones de onzas de oro, es el yacimiento aurífico más grande del país”, aseguró Carlos Enciso, gerente de asuntos corporativos de AngloGold Ashanty.
A pesar del abrumador resultado de la consulta y de que el Concejo del municipio tiene la obligación de prohibir la minería en el territorio, la multinacional sudafricana quiere continuar con el proceso de exploración de la mina , hacer los estudios necesarios y, en tres años, solicitar la licencia medioambiental para emprender la explotación. Si el Gobierno Nacional desconociera la voluntad popular y avalara el proyecto, los US$370 millones que la empresa ha invertido durante los últimos 11 años en Cajamarca no habrán sido en vano. “Si La Colosa se aprueba, la fase de construcción duraría más o menos cuatro años, la inversión sería de US$2,5 billones y se generarían entre 3.000 y 5.000 empleos permanentes para las personas de la región”, añadió Enciso.
Según datos de la compañía, la mina produciría oro durante tres décadas y cada año facturaría $1,5 billones. Es decir, $45 billones en total, equivalentes a lo que se recaudaría con siete reformas tributarias similares a la que acaba de implementar el Gobierno.
Otro argumento de la AngloGold para justificar la viabilidad financiera de su proyecto es un estudio de Fedesarrollo, publicado en 2015, que plantea cuál podría ser el crecimiento del departamento de Tolima dependiendo del camino de desarrollo que sus habitantes escojan. “En este momento el departamento aporta menos del 2 % del PIB del país, pero si los tolimenses le apostaran al desarrollo minero-energético, en el cual La Colosa es clave, en unos años podría generar cerca del 7 % del PIB a nivel nacional”, aseguraron funcionarios de la multinacional
.AngloGold Ashanty tiene tres proyectos en el país: -La Quebradona, en Jericó, Antioquia; La Colosa, en Cajamarca, Tolima, y Gramalote, en Sanroque-, en los que ha invertido más de un US$1 billón y no ha ganado un solo peso. “En Colombia todavía no se está produciendo, no hay utilidades, la empresa se sostiene con las operaciones en el resto del mundo, Brasil, Argentina, África y Australia. Sin embargo, tenemos expectativas en la mina de Gramalote. Ya están las licencias ambientales y va a entrar a fase de construcción, cuando empiece a producir será la mina más grande de oro en Colombia, generará alrededor de 450.000 onzas por año, durante diez años, más del doble de lo que produce la mina más grande en la actualidad”.
¿Cuánto vale la riqueza económica en comparación con la pérdida de la regulación hídrica de la cuenca del río Coello, con la contaminación de los suelos, del agua y del aire, y con las pérdidas de la sociedad en su conjunto?, se pregunta Renzo García, biólogo, ambientalista y promotor del comité del No a la minería en Cajamarca.
Para la mayoría de los ciudadanos del municipio, la respuesta es obvia, o por lo menos así lo demostraron centenares de trabajadores y campesinos al salir masivamente a las urnas y dejar claro cuál es el futuro que quieren para sus hijos. “El agua vale más que el oro. Tenemos que hacer las cuentas completas. Hay que analizar la relación de costo-beneficio y los efectos medioambientales que traería consigo La Colosa”, añadió García.
Si la decisión de los cajamarcunos se respeta, y la consulta es vinculante y de obligatorio cumplimiento, como lo señala la Ley 134 y la Ley 1757, el desarrollo agroindustrial de la despensa del centro del país tendría vía libre. Para José Domingo Rodríguez, campesino y promotor de la consulta popular, la herencia ancestral y la vocación de Cajamarca es la agricultura y no la minería. “El Gobierno debe apoyar la producción agroalimentaria, mejorar las condiciones del transporte, ayudarnos con los insumos y estabilizar los precios para que podamos progresar haciendo lo que sabemos y los que nos gusta”, afirmó Rodríguez.
Un reciente informe de la FAO parece darles la razón a los campesinos tolimenses: por sus condiciones climáticas y por la ubicación, en una década, Colombia será uno de los diez países más importantes en materia de producción alimentaria del mundo. “Todo parece indicar que habrá un problema de abastecimiento de alimentos y el país tiene la responsabilidad de garantizar el acceso a la comida para sus ciudadanos”, aseguró García.
El potencial agrícola de Cajamarca es incalculable. “Somos los mayores productores de arracacha del mundo y uno de los primeros sembradores de fríjol y hortalizas de Colombia”, sostuvo Róbinson Mejía, líder del Comité Ambiental por la Defensa del Agua.
Otra alternativa de desarrollo que se podría profundizar, si no se explota oro, es el ecoturismo. “La montaña de La Colosa alberga más de 360 especies de aves. Ahí puede estar la clave para el desarrollo sostenible de la región. Las ideas de los ambientalistas van en la misma dirección que el proyecto de desarrollo turístico del Ministerio de Industria y Comercio. “El avistamiento de aves es un producto que no hemos aprovechado. A nivel nacional hay 1.900 especies de aves, 79 endémicas y 183 semiendémicas. Los avistadores de aves de EE. UU. son 46 millones, gastan entre US$3.000 y US$4.000 por su estancia de cuatro días, mucho más que un turista de sol y playa, que gasta US$1.000. Por eso, si logramos traer el 1 % podríamos multiplicar las divisas que hoy tenemos”, aseguró María Claudia Lacouture, jefa de esa cartera.
“El oro se acaba y lo que queda son los impactos ambientales negativos, nos están exportando el modelo de desarrollo africano: las riquezas del continente en términos de recursos minerales son gigantescas y hoy en día África es un territorio de no futuro, la gente se está muriendo de hambre y de sed”, sentenció García. Así que el país está entre dos modelos, ¿usted cuál seguiría?