Algunos inversionistas consideran que una disputa salarial no resuelta en la mina de cobre más importante del mundo aumenta el riesgo de otras interrupciones laborales prolongadas. Un representante de la industria espera que suceda lo contrario.
La huelga de seis semanas en Escondida, propiedad de BHP Billiton, servirá como una lección y puede ayudar a prevenir otras interrupciones prolongadas, según Diego Hernández, presidente de la Sociedad Nacional de Minería de Chile y ex jefe de metales base de BHP.
La disputa rápidamente se conoció en Chile como la huelga en la que todos perdieron. El mes pasado, después de 44 días de paro y sin acuerdo a la vista, los trabajadores optaron por prolongar su antiguo contrato por 18 meses y negociar nuevamente el 2018 bajo un nuevo código laboral.
La huelga más larga de la industria local en una generación probablemente terminará costando más de 200.000 toneladas métricas, o sobre US$1.000 millones, en producción perdida, según estimaciones del Gobierno. También puede llevar al mercado del cobre a un déficit y la economía chilena a una recesión.
“No veo a Escondida como la primera de muchas huelgas, sino como la última huelga en la que nadie ganó”, dijo Hernández en una entrevista en sus oficinas de Santiago el viernes. “Esto sirve como un disparo de advertencia para que no ocurra lo mismo en las próximas negociaciones”.
Hernández, que también fue presidente ejecutivo de Codelco y Antofagasta, participará esta semana en la reunión anual de la industria del cobre en Santiago. Las interrupciones del suministro, las relaciones laborales y la productividad serán temas claves de discusión.
Si bien los precios del metal se han recuperado alrededor del 20% en el último año y las ganancias aumentaron luego de que los productores hicieron profundos recortes de costos, la industria sigue centrándose en la productividad en medio de la disminución de la calidad del mineral. Al mismo tiempo, tanto los trabajadores como los inversores buscan obtener una porción de la recuperación de los precios.
Eso representa un delicado acto de equilibrio en las negociaciones salariales.
“Esto es preocupante porque las empresas pueden reaccionar mediante la automatización de procesos que reemplazarían el empleo en el país por tecnología comprada en el extranjero”, dijo Sergio Hernández, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Chilena del Cobre, Cochilco.
Las negociaciones de Escondida son en Chile un indicador para el resto de la industria. El 2013, los trabajadores recibieron un bono de término de conflicto de 23 mlls. de pesos (US$35.000 a la tasa de hoy), el mayor que se haya otorgado en Chile, lo que elevó la vara para las negociaciones salariales que siguieron. Esta vez, con precios del cobre mucho más bajos, los trabajadores pedían un bono de 25 mlls. y salieron con nada, o al menos hasta el próximo año, cuando se reanuden las conversaciones.
“En las próximas negociaciones, las empresas deben ser más cuidadosas al explicar a los trabajadores las condiciones que ya tienen y la incertidumbre que aún permanece en el mercado”, dijo Diego Hernández. “Y los trabajadores tendrán que tener expectativas más realistas”.
Los contratos colectivos que aún se deben renovar en las minas chilenas este año incluyen a Anglo American, Collahuasi de Glencore, Antofagasta, Zaldívar de Barrick Gold y Quebrada Blanca de Teck Resources.
“El resultado de la negociación de Escondida fue algo inesperado”, dijo Marco López, asesor jurídico del Sindicato Número 1 de Escondida durante las negociaciones salariales de este año. “Espero que otras negociaciones estén mucho menos estancadas”.
Un nuevo código laboral que entró en vigor el 1 de abril obligará a los sindicatos y la administración a acordar el número de trabajadores necesarios para una plantilla mínima antes de que comience una huelga.
La ley también establece el contrato anterior como un piso para la negociación, lo que significa que en la mayoría de los casos las empresas no pueden recortar los beneficios, un punto clave durante las conversaciones en Escondida.