En el 2012 cuando ya había hecho su experiencia de vivir, estudiar y perfeccionarse en Europa, el joven licenciado en Economía Martín Benito decidió volver a su provincia y apostar por un proyecto personal. Quizás tomando el camino inverso de muchos profesionales que una vez que lograron arrancarse de sus raíces y consiguieron insertarse en el exterior, difícilmente vuelvan.

Pero Benito sí lo hizo: junto con Matías Villafañe y Cristian Marlia, sus amigos, pusieron manos a la obra para darle forma al sueño de la empresa propia. De a poco, y con todas las dificultades que implica darle forma a una idea, hacer que funcione y sea que rentable para todos los socios, ellos lo consiguieron. 

Hoy, la firma Biosano elabora un producto químico para el tratamiento del agua que se utiliza en las perforaciones de los pozos de petróleo (Biofloc) que es totalmente biodegradable.

Por este emprendimiento, la Federación de Empresarios de Mendoza (FEM) le dio la distinción de empresario joven del año, reconocimiento que lo ayuda a seguir apostando. 

–¿Ya tenía este proyecto cuando regresó a Mendoza?
–No, en realidad volví de Europa con ganas de hacer algo propio, pero no tenía claro qué. Tenía como objetivo generar un impacto pequeño. Desde el espacio donde se pueden generar cambios sin apuntar a metas demasiado extensas. Lo que pasó es que nos juntamos con un grupo de amigos, que ahora son mis socios, con los que compartimos ideas y valores. Ellos son ingenieros químicos y yo economista. Entonces empezamos a trabajar la idea. 

–Los perfiles son muy distintos...
–Sí, porque buscamos ser un equipo complementario, para que esto salga adelante. Para que tenga éxito necesitamos perfiles totalmente distintos y que cada uno se focalice en lo que sabe.

–¿Cómo fueron esos primeros pasos?
–Con algunos detalles, en escala de laboratorio. Cristian, uno de los socios, tenía la idea de cómo se podía llegar a elaborar un producto y yo asesoraba emprendedores por otro lado. Yo dije, voy a implementar lo que vengo asesorando en nosotros. Fuimos creciendo, hicimos una prueba, nos fue bien, logramos llevarla a campo, en un yacimiento en Cacheuta, y salió como esperábamos. A partir de allí es que la empresa empieza a andar. Cuando uno tiene un producto que está comprobado en campo que es bueno, que sirve, la idea empieza a funcionar en serio. Porque ya no contás lo que querés hacer, sino que mostrás el resultado.

–¿Fue el empujón que necesitaba la empresa?
–Por supuesto, con esos resultados lo que logramos es que se nos abrieran puertas. Y vender. Ya eso generó que la empresa tomara curso y que no fueran tres chicos que hacían un proyecto, sino que era una empresa que empezaba a consolidarse.

–Se fueron cumpliendo de a poco aquellas metas.
–En el andar fuimos validando en varias instancias la empresa, llegamos a un punto de validar el emprendimiento a nivel nacional en la competencia de emprendimientos jóvenes más importante del país, con la Universidad Austral, con una empresa que se llama Naves. Eso fue en el 2015. Luego, en 2016 ganamos el mejor plan de negocios de Argentina y logramos incorporar un grupo empresario que nos apoyó en la inversión y nos dio la capacidad de poder responder a la industria.

–¿Para qué les sirvió esto?
–Nos permitió responder a la industria del petróleo, que tiene volúmenes muy grandes y necesidades de tiempo rápidas. Para cumplir con estas exigencias, las empresas proveedoras tiene costos, stock de productos altos.

–¿Han alcanzado estos niveles?
–Hoy tenemos la capacidad para abastecer a todo el mercado nacional. Estamos ampliando las industrias.

–¿Qué otras metas o proyectos se han propuesto ahora?
–Lo que queremos hacer en el 2017 es desarrollar productos para otras industrias, por ejemplo, para las industrias relacionadas con la minería.

–¿Se puede adaptar el producto para ese sector?
–En otros países del mundo se hace, y se puede desarrollar una industria de la minería amigable con el ambiente, y en la cual las empresas asuman el costo. 

–¿Cuál sería el resultado de utilizar este tipo de productos en minería?
–Se puede tratar el agua y el suelo para que no se genere un perjuicio ambiental grave. 

–¿Es posible una minería sustentable?
–El problema es que hay muchos malos ejemplos en minería, pero la industria del petróleo es un ejemplo de que las empresas pueden internalizar el costo del cuidado ambiental y de que se puede desarrollar en el mundo de hecho es así. En Argentina nos falta transitar este camino. 

–Lo que ocurre con Mendoza es que el agua es un bien que escasea. 
–El debate debe cambiar de eje, no se trata de "minería sí o no", sino "escasez de agua y desarrollo económico". Necesitamos agua potable, y tenemos que trabajar para que todos la tengamos, el resto, focalicémonos en las industrias. Se derrama muchísima agua en el agro, nos bañamos con agua potable. Es decir, por un lado tenemos conciencia ambiental y cuidamos el agua, pero tenemos que pensarlo en un escenario más amplio. 

–¿Qué significa para vos el reconocimiento de la FEM?
–Este estilo de competencia nos sirve mucho para contar lo que venimos haciendo y para que venga un jurado de profesionales, vean lo que venimos haciendo y nos digan si venimos bien o mal. Así hemos ido desarrollando nuestro producto, a través del feed back de muchas personas que se han interesado en lo que producimos. Esto nos permitió corregir muchos errores e ir encaminándonos. Nos sirvió desde este punto de vista y desde el punto de vista del crecimiento institucional, porque somos más conocidos, hay más gente que se entera de lo que estamos haciendo. No queremos quedarnos en sólo hacer un buen producto, como logro de laboratorio, lo que queremos es hacer un bien a la comunidad.

–¿Quiénes son sus clientes?
–Empresas de tratamiento de efluentes mineros, en Mendoza y en Neuquén, y a punto de ingresar en Comodoro Rivadavia (Chubut). Nuestros clientes no son muchos, es un mercado chico, pero con grandes volúmenes. Si bien hay otras empresas que se dedican a fabricar este tipo de químicos, la distinción que tenemos es que nuestro producto es 100% biodegradable.

–Nuestro producto no le aporta otros químicos a los que ya tiene el agua, y por este motivo no agrava el problema ambiental. Hay un efluente que hay que tratar, y no lo hacemos por medio de productos que dejen otro tipo de residuos. Lo que hacemos es purificar el agua, de esto se obtiene un sólido, denominado "cutting", que luego es sometido a biorremediación. Este sólido mientras más seco salga mejor porque ocupa menos volumen. Una de nuestras fortalezas es que logramos un cutting muy seco, y forma parte de nuestro producto, que se biodegrada y en un par de meses, no existe más.