Casi 150 años después de los inventos de las células fotovoltaicas y las turbinas de viento, generan sólo el 7% de la electricidad del mundo. Sin embargo, algo extraordinario está sucediendo. De ser periférico al sistema energético poco más de una década atrás, ahora están creciendo más rápidamente que cualquier otra fuente de energía.
BP, una empresa de petróleo, espera que las energías renovables representan la mitad del crecimiento de la oferta mundial de energía durante los próximos 20 años. Ya no es descabellado pensar que el mundo está entrando en una era de energía limpia, ilimitada y barata.
Hay un enganche de $ 20trn, sin embargo. Para llegar desde aquí hasta allí se requiere de enormes cantidades de inversión a lo largo de las próximas décadas, para reemplazar las centrales y para mejorar las torres de alta tensión y cables que llevan electricidad a los consumidores. Normalmente los inversores ponen su dinero en electricidad, ya que ofrece rendimientos fiables. Sin embargo, la energía verde tiene un secreto sucio. Cuanto más se despliega, más se reduce el precio de la energía de cualquier fuente. Eso hace que sea difícil de manejar la transición hacia un futuro libre de carbono, en el que muchas de las tecnologías de generación, limpias y sucias, tienen que seguir siendo rentable. A menos que el mercado quede fijo, los subsidios a la industria no harán sino crecer.
Los políticos ya están viendo este inconveniente como una razón para poner freno a las energías renovables. En algunas partes de Europa y China, la inversión en energías renovables se está desacelerando en tanto las subvenciones se recortan. Sin embargo, la solución no es menos viento y energía solar. Es volver a pensar los precios mundiales de la energía limpia con el fin de hacer un mejor uso de ella.
En el fondo, el problema es que la energía renovable apoyada por el gobierno se ha impuesto en un mercado diseñado en una época diferente. Durante gran parte del siglo 20, la electricidad se hizo y se trasladó por monopolios integrados verticalmente, controlados por el Estado. Desde la década de 1980, muchos de éstos fueron rotos por la privatización y liberalización, por lo que las fuerzas del mercado podrían determinar dónde es mejor invertir. Hoy en día sólo el 6% de los usuarios de electricidad obtienen su energía a partir de los monopolios. Sin embargo, en todas partes la presión para descarbonizar el suministro de energía ha traído al Estado de nuevo a los mercados. Esto es perjudicial por tres razones. La primera es el sistema de subvención misma. Las otras dos son inherentes a la naturaleza de la energía eólica y solar: su intermitencia y sus costes de funcionamiento muy bajos. Las tres ayudan a explicar por qué los precios de energía son bajos y las subvenciones públicas son adictivas.
En primer lugar, el derroche de subvención pública, de alrededor de $ 800 mil millones desde 2008, ha distorsionado el mercado. Y sucedió que por razones nobles, para contrarrestar el cambio climático y cebar la bomba de tecnologías nuevas y costosas, incluyendo turbinas eólicas y paneles solares. Pero los subsidios afectados al igual que el consumo de electricidad en el mundo rico se ha estancado debido a la creciente eficiencia energética y la crisis financiera. El resultado fue un exceso de capacidad de generación de energía que ha reducido los ingresos de los servicios públicos ganan de los mercados mayoristas de energía y por lo tanto desalentado la inversión.
En segundo lugar, la energía verde es intermitente. Los caprichos del viento y el sol, sobre todo en países que carecen de tiempo favorable provocan que las turbinas y paneles solares generan electricidad sólo una parte de las veces. Para mantener la energía que fluye, el sistema se basa en las centrales eléctricas convencionales, como el carbón, el gas o nucleares, que se activan cuando las energías renovables vacilan. Pero debido a que permanecen inactivos durante largos períodos de tiempo, les resulta más difícil atraer inversores privados. Por lo tanto, para mantener las luces encendidas, requieren fondos públicos.
Todo el mundo está afectado por un tercer factor: la energía renovable tiene insignificante o cero costos marginales de funcionamiento, porque el viento y el sol son gratis. En un mercado que prefiere la energía producida por el menor coste a corto plazo, el viento y la energía solar para llevar los negocios de los proveedores que son más caros de mantener, como las centrales de carbón, deprimiendo los precios de la energía, y por lo tanto los ingresos para todos.
