Ya es oficial: la energía térmica en base a carbón ha dejado de ser el caballito de batalla de las empresas de generación eléctrica. Las cifras al menos así lo demuestran.
Según revela el Reporte del Sector Eléctrico que elabora mensualmente la Comisión Nacional de Energía (CNE), a la fecha sólo hay un proyecto de este tipo en construcción: Infraestructura Eléctrica de Mejillones (IEM II) de Engie -proyecto cuyos permisos fueron obtenidos antes que la firma tomara la decisión de no desarrollar más iniciativas de este tipo-. Y, aún más, durante el año pasado ninguna iniciativa con esta tecnología ingresó a tramitación ambiental. Por el contrario, en línea con la propuesta del gobierno en su agenda de energía 2014-18, las empresa se han abocado al crecimiento vía ciclo combinado o a las energías renovables.
Y es que de las cuatro principales generadoras de Chile –Endesa, AES Gener, Engie y Colbún-, sólo Colbún sigue apostando por el carbón. De hecho, es la única que mantiene un proyecto en su pipeline. Se trata de Santa María II, segunda unidad de su complejo ubicado en Coronel, y la que considera una capacidad instalada de 350 MW. Es más, desde la empresa recientemente informaron a sus inversionistas que “se están analizando las dimensiones sociales, económicas y comerciales del proyecto, para definir oportunamente el inicio de su construcción”. Este ya tiene Resolución de Calificación Ambiental (RCA) aprobada.
En tanto, desde Endesa, AES Gener y Engie, sus controladores han declarado públicamente que ya no construirán más centrales de este tipo.
“Es una tendencia mundial que busca reducir el impacto de emisiones de carbono, de gases de efecto invernadero, que llegó al mundo desarrollado a llevar acciones bastante drásticas para reducir esto, independiente de que hay países como Alemania que siguen desarrollando el carbón en la medida que decidieron deshacerse de la energía nuclear. Pero es una tendencia mundial y que de alguna manera permea a los grandes grupos productores del país”, explicó Hugh Rudnick, académico UC y director de la consultora Systep.
En este sentido, agregó que a nivel nacional “hoy no hay mayores restricciones del uso del carbón, fuera de las adecuadas evaluaciones de impacto ambiental y de que van a comenzar a pagar un impuesto al carbono, pero es relativamente pequeña, por lo que no produce un mayor cambio en los costos de inversión ni en los de operación”.
A la explicación anterior también se suma la presencia de nuevas tecnologías más económicas como las energías renovables no convencionales.
De acuerdo a la información disponible del CDEC SIC -hoy coordinador nacional-, se espera que durante 2017 la capacidad térmica se eleve marginalmente un 1,5% hasta los 8.375 MW en el sistema interconectado central -que tiene el 76% de la capacidad instalada-, reduciendo su participación desde el 49,3% a 46%, porcentaje menor si se considera que a fines de 2015 el peso de ese tipo de energía se acercaba al 52%.
Más allá de lo anterior, la energía hidroeléctrica de embalse y pasada también retrocederían este año, pasando de 20,3% a 18,7%, y de 19,2% y 18,2%, respectivamente.
Así, estos espacios serán tomados por la energía eólica y solar, y particularmente por esta última, ya que su participación saltaría de 5,6% a 10,1% en un año. En tanto el peso de la eólica subiría de 5,6% a 7%.