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Trump speedy: Adiós NAFTA y TPP. Catecismo energético. The rich & withe team
23/01/2017

Trump anuncia una pronta renegociación del NAFTA, un tema clave en su campaña

MINING PRESS/ENERNEWS/Clarín

PAULA LUGONES

Donald Trump busca mostrar que avanza rápido en los temas sobre los que puso más énfasis en su campaña. El flamante presidente de EE.UU. anunció hoy que pronto comenzará a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, según sus siglas en inglés) con los líderes de México y Canadá.

“Vamos a empezar a negociar lo que tiene que ver con NAFTA. ¿Alguien ha oído hablar del NAFTA? Basamos nuestra campaña en parte en NAFTA”, dijo el presidente en un acto en la Casa Blanca, en el que juraron sus cargos varios funcionarios. Explicó que lo hará durante su próxima reunión con el jefe de Estado mexicano, Enrique Peña Nieto, que vendrá a Washington el 31 de enero. Trump explicó que en ese encuentro también hablarán de otros temas candentes como “inmigración y seguridad en la frontera”. Aún no tiene agendada una bilateral con el primer ministro canadiense Justin Trudeau, pero se estima que lo hará pronto.

El presidente lanzó así el tema y no dio precisiones sobre qué aspectos del complejo tratado volverá a negociar con sus vecinos. En la agenda para sus primeros cien días de su gobierno presentada antes de las elecciones, Trump había dicho que sus prioridades estaba en la renegociación del NAFTA ya que lo considera un tratado “terrible”. El denuncia que este pacto, que entró en vigor durante el gobierno de Bill Clinton y que crea una zona de libre comercio entre los tres países, ha perjudicado a los trabajadores estadounidenses porque las empresas trasladan su producción afuera de EE.UU., donde los costos son más baratos.

Sin embargo, no queda claro qué aspectos del tratado podría renegociar Trump mediante órdenes ejecutivas, sin aval del Congreso, el órgano que ha ratificado el pacto en su momento. A pesar de que allí hay mayoría republicana, muchos legisladores oficialistas podrían resistirse porque son favorables al libre comercio.

Otro tema que seguramente será debatidos es el migratorio. Trump prometió que construiría un muro en la frontera y que iba a deportar a inmigrantes indocumentados, aunque luego dijo que se enfocaría primero en los que habían cometido delitos. También había señalado que México pagaría por la construcción de muro, algo que Peña Nieto siempre negó. Ahora dice que Estados Unidos adelantaría el dinero para construirlo más rápido y que México lo reembolsaría después. Será otro tema caliente de la bilateral.

Más allá de los anuncios sobre el NAFTA, Trump encendió un intenso debate sobre su apoyo popular, al mencionar hoy con ironía la masiva ola de marchas en Estados Unidos y en el mundo que el sábado salieron a protestar por su llegada a la Casa Blanca. En su cuenta de Twitter, el presidente escribió: “Miré las protestas de ayer pero tengo la impresión de que recién tuvimos una elección! ¿Por qué estas personas no votaron?”, preguntó y acusó a los actores, directores, artistas y cantantes que se subieron al escenario en Washington para hablar en contra del presidente de “hacer mucho daño a su causa”.

En un segundo tuit, una hora más tarde, Trump eligió un tono más conciliador y declaró que respetaba el derecho a manifestarse: “Las protestas pacíficas son un sello distintivo de nuestra democracia. Aunque no siempre esté de acuerdo, reconozco los derechos de la gente a expresar sus opiniones”.

Se calcula que dos millones de personas participaron en las marchas organizadas por mujeres en Estados Unidos y alrededor del mundo. El magnate y su portavoz, que vieron cómo se multiplicaban las comparaciones sobre la cantidad de asistentes a su ceremonia de juramento y la de Barack Obama en 2009, criticaron con vehemencia el sábado a los medios, acusando a los periodistas de mentir sobre estas estimaciones. El vocero Sean Spicer llegó a decir que la asistencia a la asunción de Trump había sido “la mayor de la historia”, algo que es falso. Y las imágenes comparadas de los actos son irrefutables.

La consejera del presidente, Kellyanne Conway, vivió ayer un momento incómodo. Cuando le preguntaron en NBC por qué Trump envió a su portavoz a expresar una “falsedad comprobable” sobre la ceremonia, respondió que Sean Spicer había presentado “hechos alternativos”. La declaración tuvo repercusión en Twitter, con comentarios que se burlaban de ella, y la etiqueta #alternativefacts (’hechos alternativos’) se convirtió en tema dominante de la red en EE.UU. y segundo en el mundo. 


 

Donald Trump retira a Estados Unidos del TPP

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para retirar a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), promovido por su antecesor Barack Obama para formar la mayor zona de libre comercio del mundo.

“Hemos estado hablando sobre esto durante mucho tiempo”, dijo Trump tras firmar la orden, según reproducen agencias. Agregó que la retirada de su país del TPP es “una gran cosa para los trabajadores estadounidenses”.


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En la campaña electoral, el mandatario calificó al TPP de “terrible” para los trabajadores estadounidenses y adelantó que iba a retirar a su país del mismo. A fines de noviembre, tras su elección como presidente, Donald Trump ratificó lo dicho previamente e indicó el retiro de Estados Unidos del TPP se iba a dar desde el primer día de su gobierno. El republicano juró como presidente el último viernes.

El TPP, que era promovido por la administración de Obama, fue concebido como un contrapeso a la influencia creciente de China. Fue firmado en el 2015 por 12 países de la región Asia-Pacífico y su negociación culminó en octubre del 2016; sin embargo, aún no entraba en vigor debido a que necesitaba ser ratificado por los congresos de cada una de las naciones participantes (Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, el Perú, Singapur y Vietnam).

El tratado buscaba crear una zona libre de aranceles que representa alrededor del 40% del producto bruto interno (PBI) mundial y aproximadamente un mercado de 805 millones de consumidores.

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Pese a la decisión de Trump, algunos miembros del TPP habían expresado su intención de seguir adelante con el pacto sin Estados Unidos, y esperaban que China -que no forma parte del TPP– asumiera un mayor liderazgo en la región. En esa línea, a fines del año pasado el mandatario chino, Xi Jinping, anunció su intención de acelerar la construcción del Área de Libre Comercio Asia-Pacífico.

TLCAN

La orden ejecutiva firmada por el mandatario estadounidense también apunta a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que su país tiene con México y Canadá, para lograr términos más favorables para Estados Unidos.

Esta también fue una promesa del republicano durante su campaña electoral. Esta mañana, CNN reportó que la primera medida ejecutiva que Donald Trump quería firmar era la salida de Estados Unidos del TPP.

 


 

PUBLICADO ESTA MAÑANA

El primer plan energético

CASA BLANCA

La energía es una parte esencial de la vida americana y un elemento básico de la economía mundial. La Administración de Trump se ha comprometido a las políticas energéticas que reducen los costos para los estadounidenses que trabajan duro y maximizan el uso de los recursos americanos, que los libera de la dependencia del petróleo extranjero.

Durante demasiado tiempo, hemos visto frenado por las regulaciones onerosas sobre nuestra industria energética. El Presidente Trump se ha comprometido a eliminar las políticas dañinas e innecesarias como el Plan de acción por el clima y las aguas del dominio estadounidense. Levantar estas restricciones será de gran ayuda los trabajadores estadounidenses, el aumento de los salarios por más de $ 30 mil millones en los próximos 7 años.

Una política energética sólida comienza con el reconocimiento de que tenemos vastas reservas nacionales de energía sin explotar aquí en Estados Unidos. La Administración Trump abrazará la revolución petróleo de esquisto y gas para traer empleos y prosperidad a millones de estadounidenses. Hay que tomar ventaja de los $ 50 billones de dólares en la pizarra sin explotar, el petróleo y reservas de gas natural, especialmente aquellos en tierras federales que el pueblo estadounidense de su propiedad. Vamos a utilizar los ingresos procedentes de la producción de energía para reconstruir nuestras carreteras, escuelas, puentes e infraestructura pública. Menos costosa energía será un gran impulso a la agricultura americana, también.

La Administración de Trump también se ha comprometido con las tecnologías limpias de carbón, y para la reactivación de la industria del carbón de Estados Unidos.

Además de ser bueno para nuestra economía, impulsar la producción nacional de energía es interés de seguridad nacional de Estados Unidos. El presidente Trump se ha comprometido a lograr la independencia energética de la OPEP y los países hostiles a nuestros intereses. Al mismo tiempo, vamos a trabajar con nuestros aliados del Golfo para desarrollar una relación energía positiva como parte de nuestra estrategia de lucha contra el terrorismo.

Por último, nuestra necesidad de energía debe ir mano a mano con la administración responsable del medio ambiente. La protección de aire limpio y agua limpia, la conservación de nuestro hábitat natural, y la preservación de nuestras reservas y recursos naturales seguirá siendo una alta prioridad. Presidente Trump volverá a centrar la EPA en su misión esencial de la protección de nuestro aire y agua.

Un futuro mejor depende de las políticas de energía que estimulan nuestra economía, garantizar nuestra seguridad, y proteger nuestra salud. Bajo las políticas energéticas de la Administración Trump, que el futuro puede llegar a ser una realidad.

El equipo de Trump: blancos, ricos y con poca experiencia

ABC

Donald Trump prometió durante la campaña electoral que, de llegar a la Casa Blanca, gestionaría el país igual que sus negocios. Todavía no se sabe cómo impregnará de práctica empresarial su presidencia de EE.UU., pero la configuración de su Gabinete muestra que tratará de ser fiel a la promesa: dominan los millonarios, los líderes de multinacionales y los ejecutivos de Wall Street, mientras que perfiles con amplia experiencia de servicio público son minoría. De alguna manera, su Gabinete es una versión grupal de sí mismo.

Se estima que la fortuna acumulada de Trump se eleva a 13.100 millones de dólares, un valor mayor que el Producto Interior Bruto de 70 países del mundo. Ese número incluye los 3.700 millones de dólares que la revista Forbes calcula para el propio Trump –él asegura que es mucho mayor, en torno a los 10.000 millones de dólares–, aunque otros miembros de su equipo tienen más dinero. Destacan la elegida para secretaria de Educación, Betsy DeVos, con una fortuna de 5.100 millones de dólares, y los otros dos miembros del Gabinete con más de mil millones: el empresario Wilbur Ross, apodado «el rey de la bancarrota», nominado para secretario de Comercio, con 2.500 millones de dólares; y Linda McMahon, que gestionará el departamento de Pequeñas Empresas, con 1.350 millones de dólares. Excepto el vicepresidente Mike Pence y el nominado para secretario de Interior, Ryan Zinke, todos los elegidos por Trump de los que se ha tenido acceso a sus finanzas tienen un patrimonio de más de 2,5 millones de dólares.

Esto contrasta con el Gabinete saliente de Barack Obama, con una fortuna total estimada de menos de 3.000 millones de dólares, cuya gran mayoría provienen de la fortuna de la secretaria de Comercio, Penny Pritzker, que acumula 2.400 millones, según Forbes. El Gabinete de Trump es 34 veces más rico que el que tenía George W. Bush cuando dejó la Casa Blanca hace ocho años, con 390 millones de dólares.

Y el patrimonio de la Administración Trump todavía sería más jugoso si se contabilizan las fortunas de otros nominados para puestos importantes que no son del Gabinete presidencial, como el vicesecretario de Comercio, Todd Ricketts (5.300 millones) o el secretario de la Armada, Vincent Viola (1.790 millones).

El problema de tener una fortuna amplia, cuando se desembarca en el servicio público, es que abre el abanico de conflictos de interés. El presidente está exento de ellos –su actividad abarca todos los ámbitos de gobierno–, pero los altas cargos de cada departamento tienen que demostrar que no tendrán poder de mando sobre sectores en los que tienen intereses económicos. El tamaño y la diversidad de las fortunas y los negocios de algunos nominados está suponiendo un lastre en el proceso de confirmación, que depende del Senado.

«Se nos presentó el problema de que la Administración Trump no estaba preparada para presentar una propuesta de Gabinete», criticó a Politico el senador demócrata Sheldon Whitehouse para explicar el retraso en la confirmación de los nominados, el más largo que se recuerda. «Y han agravado el problema eligiendo a millonarios con situaciones financieras enormemente complicadas y a gente con grandes conflictos de interés», añadió.

A eso se le añade otro problema: el 52% de los nominados por Trump no tiene experiencia directa en el servicio público –frente al 87% del de Obama y el 96% del de George W. Bush–, lo que ha despertado críticas, al igual que la presencia de tres pesos pesados de Goldman Sachs, a pesar del discurso anti Wall Street que ofreció durante buena parte de la campaña.

El capítulo en el que el Gabinete de Trump suspende sin paliativos es en diversidad: entre las 23 personas nominadas a un cargo del Gabinete o de un nivel similar, solo hay cuatro mujeres.

Mike Pence, vicepresidente

Mike Pence, vicepresidente

Mike Pence, vicepresidente

El vicepresidente es la antítesis de Donald Trump: de maneras suaves, con tono sosegado, devoto evangélico, conservador férreo, con experiencia en el servicio público y sin un duro en el banco. Su patrimonio es de 211.000 dólares, según los último datos disponibles divulgados en 2012, una nimiedad comparado con los 3.700 millones que se le atribuyen al presidente.

Como muchos otros candidatos a vicepresidente, la elección de Pence tuvo una clara intención electoralista. Frente a un Trump insultón, soez y mujeriego, un multimillonario de Nueva York al que sería difícil calificarle de republicano y sin conexión real con la América profunda, Pence es una figura respetada por el mundo conservador estadounidense. Llegó a la campaña desde su puesto de gobernador en Michigan, uno de los estados industriales del «Rust Belt» –el cinturón oxidado– que fue clave en la victoria de Trump.

Tiene también experiencia en Washington, donde fue diputado de la Cámara de Representantes. Su ascendencia con los legisladores conservadores será muy útil para engrasar las relaciones del presidente con los líderes republicanos en el Congreso, que se han demostrado tumultuosas.

Rex Tillerson, secretario de Estado

Rex Tillerson

Rex Tillerson

El elegido para secretario de Estado no podrá evitar que su mandato esté bajo la lupa. Tras unas elecciones con un protagonismo especial de Rusia –desde la sintonía de Trump con Putin hasta la constatación de que el Kremlin trató de influir en las elecciones a favor del candidato republicano–, Rex Tillerson ha sido nominado para dirigir la diplomacia estadounidense después de dos décadas de relaciones estrechas con Putin, como consejero delegado de ExxonMobil, el gigante petrolero.

Stephen Bannon, estratega jefe

Stephen Bannon

Stephen Bannon

Es complicado prever qué impacto tendrá Stephen Bannon en la Administración Trump, pero solo su nombramiento indica cuál será el tono de la nueva presidencia. Bannon recibió el cargo de Estratega Jefe de la Casa Blanca, después de haber sido presidente de la campaña de Trump. La mano derecha ideológica de Trump en Washington es un personaje oscuro, conocido por ser el dueño de Breitbart, la gran plataforma mediática de la extrema derecha en EE.UU.

Jared Kushner, yerno y asesor

Jared Kushner

Jared Kushner

Trump ha tenido una confianza ciega en su familia durante la campaña electoral. Tres de sus cuatro hijos adultos –Ivanka, Donald Jr. y Eric– han formado parte tanto del equipo de campaña como del de transición a la presidencia. Pero la figura con más peso es la de Jared Kushner, el marido de Ivanka, al que se le atribuyen decisiones clave sobre fichajes, sobre todo para los directores de campaña. Ahora, Jared e Ivanka serán asesores del presidente en la Casa Blanca.


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