RICARDO ALONSO
La Quiaca fue en el pasado reciente, y puede llegar a ser nuevamente, un importante centro minero. En la región abundan los yacimientos metalíferos, no metalíferos y de variadas rocas de aplicación.
El territorio forma parte de la prolongación de las ricas fajas metalíferas que vienen desde Bolivia. En el norte jujeño convergen fajas auríferas, estanníferas, argentíferas, plumbíferas, zincíferas, antimoníferas y polimetálicas, entre otras. Muchas de las vetas y filones que conforman estas fajas se encuentran atravesando las viejas rocas marinas del periodo Ordovícico. La densidad de yacimientos vetiformes en esa región de Bolivia y Argentina hizo que el doctor Ricardo J. Sureda, de la Universidad Nacional de Salta, propusiera en 1988 el nombre de "Provincia Metalogénica Quiaqueña", para englobar precisamente a todos esos depósitos minerales. Pero además se encuentran en su territorio baritina, caolín, manganeso, ónix, travertinos, granitos, calizas, arenas especiales, arcillas, cuarzo y un sinfín de otras sustancias minerales.
La Quiaca es una ciudad del departamento de Yavi. Yavi es conocido por su singular belleza paisajística, por sus gestas históricas, por su afamada iglesia, por la casa del Marqués donde se encuentra una rica biblioteca y un interesante museo (con un ala dedicada a la historia de la minería) y por haber sido parte del camino de postas en la época colonial.
Pero además en Yavi hay cerros enteros de calizas, como los de la serranía de los Siete Hermanos, donde hay formaciones símiles del travertino y mármol. Y también hay unos granitos que pueden cortarse y pulirse dando un buen lustre y acabado. Precisamente el importante monumento a Sarmiento que se levanta en La Quiaca está construido de mármoles y granitos de la región.
La mayor parte de los yacimientos metalíferos se explotaron en el periodo de entreguerras del siglo XX. Entre ellos muchas de las minas de plomo y zinc. Hay una larga y rica historia de mineros bolivianos, expertos en explotaciones subterráneas, que llegaron a las minas jujeñas a trabajar y luego se afincaron formando familias. Ellos trajeron gran parte de la cosmovisión que tiene que ver con el mundo de los socavones, sus mitos y leyendas, entre los que destacan el Tío o diablo de las minas, el Ukako, las ofrendas y los ritos. Un mundo que para entonces era de hombres adentro de las labores profundas y de mujeres afuera cumpliendo el rol de las palliris. Algo que habría de cambiar en las últimas décadas ya que ahora la mujer se ha igualado y trabaja en las minas modernas a la par de los hombres.
LOS HIJOS PRÓDIGOS
La actividad generaba riqueza para todos, los mineros y sus familias, los proveedores de cualquier clase de insumos y mercaderías, los transportistas, y en fin los que estaban ligados directa o indirectamente con la actividad.
La caída del precio de los metales hizo que la mayoría de los yacimientos dejaran de ser rentables y cancelaron sus operaciones. Muchos de los mineros regresaron a Bolivia, otros cambiaron de actividad por la de comerciantes en el área de frontera y finalmente otros buscaron nuevos horizontes especialmente en el sur del país. Se calcula que unos 3.000 mineros jujeños trabajan en minas de la Patagonia, entre ellas el carbón de Río Turbio y muchas otras. Son aquellos mineros que esperan ansiosamente la reactivación de la actividad en su propia tierra para poder volver con sus familias.
Por ello no deja de ser auspicioso el trabajo que viene realizando el intendente de La Quiaca, Dr. Miguel Ángel Tito. Además de sus múltiples actividades como administrador del municipio, está llevando adelante una intensa tarea para proveer a La Quiaca de los más modernos servicios en comunicaciones, energía, infraestructura, red caminera, agua y otros. Así La Quiaca cuenta hoy con gasoducto propio, internet de alta velocidad, telefonía celular 4G, hotel de turismo y otros servicios que mejoran la calidad de vida de sus ciudadanos.
ESCUELAS INDISPENSABLES
En este marco, Tito apuesta fuertemente por la educación. En tal sentido logró habilitar con fondos propios y apoyo gubernamental, provincial y nacional, la instalación de una sede de la Escuela de Minas "Dr. Horacio Carrillo", dependiente de la Universidad Nacional de Jujuy. Visto de otra manera una sede universitaria en La Quiaca. Allí se darán tecnicaturas en tres áreas diferentes pero a su vez absolutamente complementarias: Minería, Química e Informática. Las tecnicaturas tendrán una duración de tres años y se otorgarán los títulos de Técnico Minero, Técnico Químico y Técnico en Informática.
Para ello se construyó un moderno edificio al lado del Hotel de Turismo, con todas las comodidades de aulas grandes y cómodas, bien iluminadas y calefaccionadas, con baños de primera para mujeres y varones, espacio para administración, entre otras dependencias. Pero además se recuperaron las viejas instalaciones abandonadas de la Estación del Ferrocarril que se adaptaron para laboratorios.
La actividad minera moderna requiere de conocimientos específicos no sólo en lo relativo a los yacimientos y su explotación, sino también en los procesos químicos y metalúrgicos para el procesamiento de los minerales y en la aplicación de herramientas informáticas en todas las etapas. De allí que la sinergia planteada entre las tres áreas de conocimiento sea importante para llevar adelante una actividad minera innovadora, con un fuerte basamento en la seguridad, higiene y cuidado del medio ambiente.
La tecnicatura en minas contará con un plan de estudios de 38 materias, con un promedio de 12 asignaturas por año, entre las que destacan los contenidos geológicos, mineralógicos, petrológicos, petrográficos, informática aplicada a la minería, física y químicas aplicadas, inglés técnico, topografía, sistemas de explotación, maquinarias, procesamiento de minerales, legislación y evaluación de impacto ambiental, entre otras.
El periodo lectivo comenzará en febrero de 2017 y en tres años egresarán los primeros técnicos profesionales. La Quiaca es una ciudad que luce orgullosa sus plazas y monumentos. Se encuentran numerosos bustos y estatuas de hombres ilustres, quiaqueños y de los héroes de la patria.
Precisamente en el cruce de dos rutas emblemáticas como son la 9 y la 40, en plena ciudad de La Quiaca, se levanta el monumento al minero que el actual intendente está remodelando como homenaje a todos los que trabajaron en esas duras faenas. Y como un símbolo para quienes comienzan sus estudios en la nueva sede universitaria quiaqueña. En este sentido visitamos al intendente para brindarle apoyo académico específico junto a los ingenieros Nilo Carrión, presidente de la Cámara Minera de Jujuy y el Ing. Jorge Bragantini.
La escuela de minas que lleva el nombre del doctor Horacio Carrillo (1887-1955), lo hace en homenaje a quién fuera un importante político jujeño, de extracción radical, gobernador de la provincia entre 1918 y 1921, abogado, docente, impulsor de las industrias azucarera y minera, embajador en Cuba, República Dominicana, Panamá y Bolivia. Su permanencia como embajador en Bolivia durante diez años le permitió trabajar arduamente en la resolución de la cuestión limítrofe con nuestro país. Por su desempeño en la Comisión Mixta Internacional de Asuntos Argentino-Bolivianos fue premiado con el título de Doctor honoris causa por la Universidad de Chuquisaca y la Gran Cruz del Cóndor de los Andes. Como escritor se destacó en obras como Jujuy y su bandera (1920), El ferrocarril al Oriente boliviano (1922), Los límites con Bolivia (1925), La quinua (1927), Páginas de Bolivia (1928), así como Tres novelas jujeñas, Los fueros de la prensa y Humahuaca. Fue además corresponsal del diario La Nación en La Paz. La nueva escuela de minas de La Quiaca está llamada a ser un polo de integración argentino-boliviano como alguna vez lo soñara el visionario prohombre jujeño Dr. Horacio Carrillo.