San Juan podría tener su “mini Vaca Muerta”. Los ensayos preliminares demostraron la buena calidad del gas del yacimiento de esquistos bituminosos Rincón Blanco, en Calingasta, lo que amplía su foco de interés como fuente de energía y combustible, posicionándolo como un yacimiento de calidad tanto como Vaca Muerta en la cuenca neuquina
“Eso no lo basamos solamente en nuestros estudios, ya en el año ´67 se enviaron muestras a Alemania por parte de Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF) y se determinó la buena calidad del gas en términos caloríferos lo que determina su potencial. Habrá que evaluar el tema de la cotización del shale gas en boca de pozo que hoy ronda de 6 a 7 dólares el metro cúbico. Si no aparecen inversores se seguirán profundizando los estudios y prevemos el envío de muestras para su análisis en un cromatógrafo gaseoso en Buenos Aires”, explicó Héctor Cáceres, ingeniero y subdirector del Instituto de Investigaciones Mineras de la UNSJ e integrante del grupo de investigadores.
Estos análisis permitirán determinar con detalle la calidad del recurso, qué tipos de gas contiene como tipo etano, metano, butano, entre otros, que se liberan cuando el mineral es procesado por calentamiento a partir de los 180º.
La calidad del gas desde el punto de vista calórico resulta determinante en cuanto a su cotización en el mercado, que se establece en dólares por cada MBtu ó millón de Btu, una unidad térmica de origen británico utilizada en el mercado del gas; cada Btu equivale a 256 calorías. Según Cáceres, el recurso sanjuanino es importante porque hay mil millones de toneladas que es el volumen del yacimiento.
“Si pensamos que sacamos 6 metros cúbicos de gas por tonelada tratada, no es para desestimar y menos aún en una zona como Calingasta o Barreal en donde el gas sale caro por el tema de fletes, así que sería un impacto positivo para la economía regional”, puntualizó Cáceres.
Si bien Rincón Blanco representa sólo el 6% del gigante Vaca Muerta, tiene ventajas comparativas como ubicación del recurso a sólo140 metros de profundidad y la posibilidad de explotación mediante método minero y no el cuestionado “fracking”. “Es más económico e implica una explotación a cielo abierto de la cual se extrae una roca con aflorantes y parte estéril. Una vez tratado el mineral el proceso pensado es la retorta Petrosix, que ya se utiliza en Brasil.
Es un horno vertical parecido a los caleros que a 440º C comienza a destilar el mineral, es decir, empieza a salir el gas. Parte de ese gas, casi dos tercios, puede utilizarse como energía en el abastecimiento de la propia planta. Un tercio restante puede industrializarse para venderse como gas, aparte de obtener otros líquidos del querógeno”, detalló la fuente. La otra ventaja comparativa es que la provincia ya cuenta con un desarrollo de proveedores de la minería que perfectamente pueden brindar servicios de perforación, voladura o transporte.
Según contó Cáceres, en 2013 cuando se hicieron las estimaciones económicas del proyecto, sólo se había contemplado el petróleo y no el gas.
Vaca Muerta
El cambio de eje llegó a partir de una Retorta Fisher que construyeron, con la que pudieron iniciar los análisis de laboratorio para recuperar ese gas. “En San Juan estamos convencido que el método de explotación es el minero, se extrae el material, se destila, se pasa por la retorta y queda un desperdicio que es en el orden del 91% del material que se retorna al terreno.
Es sustentable ambientalmente porque lo que hacemos es sacarle el contenido de los hidrocarburos que tiene y volvemos una roca limpia a los suelos”, cerró la fuente.
Rincón Blanco tiene reservas estimadas en unos 1.100 millones de toneladas y puede arrojar el equivalente a 40 millones de toneladas de petróleo. En cuanto al gas, los ensayos experimentales en la Facultad de Ingeniería permitieron determinar que con un kilo de roca de esquistos bituminosos triturados e introducidos en una caldera a 156 º C, arrojó 7 metros cúbicos de gas. Esto significa que se necesitan unas 7.6 toneladas de esquistos por mes para abastecer una casa promedio que consume 50 m3 en 30 días.
Es un gas natural que no aparece almacenado en bolsas, como el gas convencional, sino enquistado dentro de bloques de rocas sedimentarias formadas a partir de materiales orgánicos.
Usualmente se obtiene mediante el método de “fraking”. A partir de los pozos abiertos para explotar el gas convencional, se perfora en horizontal a lo largo del bloque rocoso que contiene el gas esquisto.
Las paredes de esas perforaciones se cubren con cemento para aislarlas de los acuíferos y del terreno. A través de esas conducciones horizontales se introduce una válvula que rompe el cemento y las rocas con pequeñas detonaciones eléctricas. Después, se inyectan entre 4 y 10 millones de litros de agua, mezclados con arena y aditivos que permiten mejorar la suspensión de los granos arenosos en el agua. Ese líquido se cuela hasta la última fractura abierta en la roca, cargándose con el gas confinado.
Esa mezcla vuelve a salir al exterior. Los granos de arena introducidos con el agua se quedan encajados en las grietas y las mantienen abiertas para que el gas pueda seguir escapando de las rocas.