Aunque hay una gran teoría sobre la demanda futura del metal –un Congreso estadounidense que está decidido a estimular la economía en vez de matarla de hambre ahora que asumirá un republicano y un estímulo a las exportaciones chinas gracias a la devaluación del yuan–, hay muy pocas evidencias de que en efecto esté aumentando el consumo.
Hay algo curioso respecto a la disparada de 20 por ciento de los precios del cobre ocurrida en los últimos 60 días.
Aunque hay una gran teoría sobre la demanda futura del metal –un Congreso estadounidense que está decidido a estimular la economía en vez de matarla de hambre ahora que asumirá un republicano y un estímulo a las exportaciones chinas gracias a la devaluación del yuan–, hay muy pocas evidencias de que en efecto esté aumentando el consumo.
Los índices de gerentes de compras de los fabricantes estadounidenses y chinos –indicadores del rumbo de la demanda de materias primas físicas que se analizan con mucha atención– están en terreno positivo, pero sólo modestamente.
La construcción de viviendas, otra área fundamental para la demanda de cobre, luce un poco mejor, tanto en Estados Unidos como en China. El desempeño de Estados Unidos en octubre fue el mejor desde 2007, pero volvió a desplomarse el mes pasado.
En efecto, los indicadores más fuertes provinieron del propio mercado de cobre. Últimamente, se dispararon los certificados de depósito cancelados, una medición del tonelaje marcado para entrega en los almacenes de las bolsas. Recientemente, esa medida alcanzó su nivel más elevado desde 2014 en Nueva Orleans, y en Corea del Sur tocó un récord en trece años de datos.
Como ya sostuvo este espacio, lo que está pasando se explica mucho más por una falta de oferta que por una disparada de la demanda. Por si hicieran falta más pruebas, siga lo que ocurre en la República Democrática del Congo, uno de los cinco mayores productores de cobre del mundo, que está entrando en una crisis política.
Como el presidente Joseph Kabila se rehúsa a abandonar el cargo tras 15 años, se informa que las fuerzas de seguridad y los manifestantes se están aprestando para un enfrentamiento este lunes, el día en que termina oficialmente su mandato. La familia de Kabila proviene del cinturón del cobre del sudeste del Congo y posee una red de intereses comerciales, catalogada por Michael Kavanagh, Thomas Wilson y Franz Wild de Bloomberg News, que podría correr peligro si él perdiera el poder.
El riesgo para el mercado del cobre es que las tensiones devuelvan la producción de metal del país a los niveles de comienzos de los 2000, cuando el conflicto más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial dejó la producción en menos del 10 por ciento de su nivel actual.
Hay otras áreas de riesgo político. En Indonesia, una licencia que habilita los envíos de concentrados de mineral desde la segunda mina de cobre más grande del mundo –Grasberg, de Freeport-McMoRan Inc.– vence el 11 de enero y podría no renovarse a tiempo para evitar interrupciones, según la consultora CRU Group.
En todo el mundo, unas 62.000 toneladas menos de lo esperado llegarán al mercado en 2017, y la oferta crecerá sólo 1,3 por ciento, frente a 4,2 por ciento este año, según Kenneth W. Hoffman y Zhou Zhang, analistas de Bloomberg Intelligence. Su proyección para la oferta es que esta subirá más abruptamente de 2018 a 2020.
Algunos factores alcistas para el cobre tienen más sentido en un contexto de escasez de oferta inminente. Si bien en estos últimos 30 días los precios a corto plazo subieron cerca de niveles de “backwardation” –señal tradicional de una demanda fundamental, en la que los contratos a corto plazo cuestan más que aquellos a largo plazo–, los precios de los futuros comenzarán a caer nuevamente alrededor de septiembre del año que viene.
Esto encaja mucho mejor en un escenario de debilidad de la oferta a corto plazo seguida por una recuperación dentro de un año, cuando aumente la producción de los grandes pozos andinos. Puede que al cobre le vaya bien en 2017 pero, mientras la demanda de China y Estados Unidos no dé mejores señales de vida, no cuente con que eso dure.