El futuro de la generación de energía en Colombia está en la diversificación de sus fuentes. Debe combinar eólica y solar con combustibles fósiles y centrales hidroeléctricas.
El primer almacén Alkosto de Barranquilla, que abrió sus puertas al público la semana pasada, está dotado con 1.700 paneles solares y un avanzado sistema de iluminación tipo LED para ahorro de energía. En la planta de vidrio revestido suave de Tecnoglass, ubicada en el parque industrial de la Puerta de Oro de Colombia, fueron instalados 3.762 paneles solares fotovoltaicos con los que la compañía espera responder a la demanda de producción y empezar el inevitable tránsito hacia las energías limpias. Un grupo de estudiantes de la Universidad del Norte elaboró un proyecto pedagógico para implementar el uso de energías renovables, principalmente paneles solares, en todos los colegios públicos de la Arenosa.
Estas son sólo tres de las iniciativas que demuestran que, ante la crisis y el mal servicio de Electricaribe, la sociedad civil barranquillera ha decidido buscar nuevas opciones y garantizar el funcionamiento, la estabilidad y la independencia de sus empresas por medio de la implementación de energías alternativas. El modelo ya se está empezando a replicar en Santa Marta, Cartagena, Riohacha y Valledupar. Pero ¿qué tan viable es una transición de este calibre? ¿Está preparado el país para implementarla? ¿Sería rentable? ¿Cuáles son los beneficios tributarios que ofrece la ley para las personas que emprendan este tipo de proyectos?
A primera vista, los números no son muy alentadores. Según datos de la Cámara Colombiana de la Energía, menos del 3 % del total de la generación de energía en Colombia proviene de fuentes renovables no convencionales. El resto es producido por sistemas hidráulicos (65 %) y térmicos (29 %). Es decir, casi la totalidad de la electricidad viene de las grandes represas y de los combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas.
Sin embargo, expertos coinciden en que las condiciones geográficas y climáticas del país abren una posibilidad para desarrollar grandes proyectos de generación y uso de energías renovables. Juan Esteban Hernández, magíster en energías renovables y líder del portafolio de energías renovables de la firma HMV, con operaciones en Chile, Perú y Colombia, asegura que el potencial de nuestro país y, sobre todo, de la región Caribe para producir energías limpias no tiene precedentes, pero requiere mucho más apoyo e inversión del Gobierno.
De acuerdo con el mapa de radiación solar de la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) el promedio de kWh/m² (kilovatios hora por metro cuadrado) que se puede producir con energía solar es superior al de la mayoría de países de la región. Incluso, mientras el promedio del país es de 4,5 kWh/m², el de La Guajira es de 6,0 kWh/m². Colombia recibe casi el doble de luz solar que España o Alemania, pioneros en el uso de este modelo.
El problema, para Andrés Taboada, director ejecutivo de la Cámara Colombiana de la Energía, es que, a pesar de que los costos de construcción y mantenimiento de las distintas energías renovables son iguales o menores a los de las demás fuentes de generación convencionales, el país no tiene la infraestructura necesaria para desarrollar grandes proyectos energéticos y “es necesario que las distintas entidades del Poder Ejecutivo demuestren voluntad política para apoyar las energías renovables y garanticen el retorno de la inversión”.
Pese a que la Ley 1715 de 2014, encargada de regular las energías renovables, establece que cualquiera que tenga una licencia ambiental puede generar energía y determina que las personas o las empresas que desarrollen este tipo de proyectos tendrán beneficios tributarios, como exclusión de IVA a bienes y servicios y exención arancelaria para productos importados, todavía no hay ningún proyecto de gran escala en construcción. Según Taboada, son necesarias nuevas líneas de transmisión en regiones no interconectadas para viabilizar proyectos eólicos y solares de alto impacto.
“Es necesario diversificar la matriz energética del país. Hay que disminuir el uso de carbón, petróleo y gas, mantener las centrales hidroeléctricas y fortalecer las energías renovables”, asegura Hernández al hacer referencia al futuro de la generación de energías en Colombia. Está comprobado que cuando hay sequía, las hidroeléctricas pierden fuerza, los niveles de vientos son mayores y la cantidad de sol aumenta. Por eso, todo parece indicar que la clave para hacer una transición exitosa hacia las energías limpias está en la inclusión de fuentes no convencionales y en complementar los distintos recursos que tiene el país.