En el thriller político 1962 "El mensajero del miedo," un gobierno hostil utiliza medidas encubiertas y agentes secretos en una elaborada trama para obtener su candidato elegido para presidente de los Estados Unidos. El escenario parecía extravagante, incluso en el apogeo de la Guerra Fría. Hoy en día, la idea parece extrañamente tópica.
Para que quede claro, nadie ha sugerido que el presidente electo Donald Trump y su equipo están trabajando en secreto para Moscú. Los oficiales de policía que investigaron los lazos Kremlin de la campaña el verano pasado dijeron que no habían encontrado ninguna prueba concluyente de un directo enlace entre Trump y el gobierno ruso.
Vínculos indirectos son otra historia. El ex jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, renunció en agosto pasado después de su trabajo ayudando a un multimillonario conectado Putin a comprar activos de televisión de Ucrania. De acuerdo con la revista Newsweek , "inteligencia americana y europea" investigado otro asesor de campaña, Carter Page, que al parecer fue canalizando los mensajes del Kremlin-cosa que él niega.
Rex Tillerson, el CEO de Exxon Mobil notificado a ser el favorito de Trump para la secretaria de Estado, no tiene experiencia diplomática pública. Pero él tiene una medalla "Orden de la Amistad" le otorgó por Vladimir Putin. Hace cinco años, firmó un acuerdo energético con Rusia que se espera que traiga $ 500 mil millones.
Tillerson dijo a la prensa en 2014 que él y sus colegas había presionado en Washington contra las sanciones impuestas a Rusia por sus acciones en Ucrania.Levantar esas sanciones significaría una bonanza para su compañía. También daría a Putin un color verde claro, de modo que muchos expertos creen, para el potencial de nuevas agresiones contra los vecinos de Rusia.
Propias relaciones de negocios de Trump en Rusia siguen siendo un misterio, en parte porque se ha negado a publicar sus declaraciones de impuestos. Su hijo, Donald Trump, Jr., dijo a un reportero en 2008 que había hecho seis viajes de trabajo al país en los 18 meses precedentes."Vemos una gran cantidad de dinero llegando de Rusia", afirmó, en particular en las participaciones del grupo en Dubai y Nueva York.
Después de haber comprado y renovado una mansión de 17 habitaciones en Florida por US$ 41 millones que estaba teniendo problemas para encontrar un comprador. Su salvación llegó en forma del fertilizante magnate ruso Dmitry Rybolovlev, que pagó $ 95 millones por la finca frente al mar.
Rybolovlev aparentemente no fue el último de Rusia para acudir en ayuda de Trump. De acuerdo con el Washington Post , funcionarios de la CIA han llegado a la conclusión de que la liberación del robo de correos por individuos ligados al Kremlin el pasado verano tuvieron como objetivo no sólo para socavar la fe en las elecciones estadounidenses, pero específicamente para ayudar a Trump victoria.
Mientras tanto, Trump ha sorprendido a los expertos -tanto política exterior demócratas y republicanos-con una serie de declaraciones que se hacen eco o aplauden posiciones Kremlin. Él ha dicho que Putin "está haciendo un gran trabajo " y se ha comprometido a " llevarse muy bien con él. En lugar de Putin estar detrás de los ataques cibernéticos perturbar las elecciones de Estados Unidos, Trump ha sugerido que el culpable puede ser " un chico en su casa en Nueva Jersey."
Aún así, la mayor preocupación sobre la relación de Trump con Rusia no es que está siendo influenciado en secreto por el Kremlin. Otras dos cuestiones están tomando mayor prioridad.
En primer lugar, incluso si él desea negociar duro para los intereses de Estados Unidos, Trump entra en el concurso con Putin en desventaja, después de haber entregado sus cartas más fuertes. Él ya ha otorgado primer gol a Putin de ser llevado a cabo de forma aislada, sin pedir nada a cambio, y se ha demostrado que tiene poco estómago para continuar las sanciones. En Siria, se ha retractado de exigir la destitución de Assad.
Al hacer concesiones sin contrapartida y el aumento de las expectativas de acercamiento, que ha puesto a Putin en el asiento del conductor. El líder ruso es probable que lo ven como ingenuo y tratar de explotar su falta de experiencia, la vanidad y el deseo de obtener resultados rápidos.El peligro es que Trump concederá aún más los intereses de los Estados Unidos a cambio de gestos insignificantes.
El segundo peligro surge de temperamento famoso de Trump. Putin, que últimamente ha cultivado una reputación de imprevisibilidad, puede haber encontrado su partido en este sentido, finalmente. Con dos líderes improvisar imprudentemente, el riesgo de errores de cálculo se eleva.
No sólo son los dos líderes propensas a jugar, cada uno se ha rodeado de colegas con el fin de complicidad del mundo. Ayudantes del servicio de inteligencia de Putin son conocidos por exagerar la influencia de la CIA en los acontecimientos mundiales. Nacional designado asesor de seguridad de Trump, de acuerdo con varias organizaciones de noticias, ha utilizado las redes sociales para impulsar las noticias falsas .
ENERNEWS/DIarios
Con la designación del CEO de Exxon Rex Tillerson como secretario de Estado, ya está completo el equipo de Donald Trump. El gabinete es un reflejo de él mismo. Está lleno de visiones fuertes: ideológicas y pragmáticas por turnos, con mentalidad comercial pero patriótico; internamente inconsistente y, en suma, extremadamente difícil de evaluar.
Es mucho lo que se dice de los lazos de Tillerson con Rusia. El temor tiene sentido, dado que la CIA opina que hackers rusos interfirieron en la elección presidencial, que Trump muestra admiración Vladimir Putin y dadas los lazos que otros allegados a Trump tienen con Rusia. Los halcones republicanos del Senado podrían hundir la nominación. Pero conducir un grupo petrolero internacional sin conexiones estrechas con Rusia sería imposible y debería ser juzgado por sus acciones en el cargo. Dirigió una inmensa organización con respetable capacidad, tiene gran experiencia en Medio Oriente y, a diferencia de algunos otros candidatos al puesto, no parece ser un fanático. Una importante prueba serán las sanciones contra Rusia, donde no hay argumentos para mantener una postura débil.
El resto del gabinete se puede dividir en tres categorías heterogéneas. Primero, los multimillonarios: expertos negociadores con la tradicional agenda republicana apuntada a bajar impuestos y reducir la regulación. Ahí se ubican los ex Goldman Sachs Steve Mnuchin y Gary Cohn, que serán secretario del Tesoro y presidente del Consejo Económico Nacional respectivamente, junto con el banquero de Wall Street Willbur Ross que será secretario de Comercio.
Luego están los generales. Un general retirado de la Marina, James Mattis, liderará Defensa. Otro, John Kelly, se ocupará de la seguridad nacional.
Finalmente, los ideólogos: activistas ampliamente definidos por sus opiniones fuertes sobre distintivos cuestiones conservadoras. Más preocupante es Mike Flynn, otro general que será asesor en seguridad nacional, un hombre conocido por su impetuosidad que ve al terrorismo islámico como la mayor amenaza a la seguridad norteamericana. Scott Pruitt, elegido para la Agencia de Protección Ambiental (APA), es un escéptico en cuanto al cambio climático que piensa que la APA es demasiado poderosa. Andrew Puzder, el posible secretario de Trabajo, es un fuerte opositor al salario mínimo y a la regulación empresaria. Betsy DeVos, en educación, sólo está concentrada en el sistema para elegir escuela. Sabemos lo que quiere este grupo; la pregunta acá es si ellos podrán hacerlo.
Es difícil -especialmente considerando al presidente al que ellos responderán- saber cómo se desempeñarán los miembros del gabinete. En muchos casos, uno debe inferirlo teniendo en cuenta las carreras en el sector privado que tienen los nominados. Desafortunadamente, la mayoría de los que que no saben cómo funciona el gobierno conforman la categoría de ideólogos. Un ejemplo es el ex embajador ante la ONU John Bolton -que tiene opiniones extremistas en cuanto a Rusia, Irán y China- que fue mencionado como posible segundo de Tillerson.
En política exterior, los elegidos para el gabinete podrían apoyar al aislacionista Trump, o al Trump de línea dura. La presencia de tres generales también plantea la pregunta sobre cuál será su asesor militar preferido. Los mayores interrogantes son qué tan práctico será el presidente y si mantendrá a sus asesores cuando la tensión aumente.
En cuanto a las normas contra el cambio climático, la regulación a las empresas y el impuesto a las ganancias corporativas -todo eso será fuertemente recortado- queda claro cómo gobernará la nueva administración. En cuestiones climáticas, es probable que los resultados sean horribles. El resto, especialmente política militar y externa, mayormente está en el aire. Eso no debería ser así a un mes de la asunción del próximo presidente. Eso inquieta a los aliados norteamericanos y envalentonar a sus enemigos. Sin embargo, es el estilo Trump.
Donald Trump tiene previsto nombrar secretario de Energía a Rick Perry, exgobernador de Texas que en el pasado defendió acabar con el departamento que ahora dirigirá.
Durante la campaña republicana, el presidente electo de Estados Unidos se mofó de Perry, que también aspiraba a la nominación del partido, y cuestionó su inteligencia.
Se da la paradoja de que en un debate televisivo en 2011, cuando Perry también aspiraba a ser el candidato republicano a la Casa Blanca, se quedó en blanco cuando pretendía decir que el Departamento de Energía era una de les tres agencias que prometía eliminar como presidente.
Con la designación de Perry, Trump vuelve a recurrir a viejos rivales. Ya lo hizo con la elección de Ben Carson como secretario de Vivienda de su futuro gobierno.
Perry, de 66 años, conoce bien el mundo del petróleo como gobernador de un Estado como Texas, uno de los principales productores mundiales. Pero se desconoce si tiene conocimientos más amplios del sector energético, por ejemplo de energía nuclear, uno de los pilares del departamento que dirigirá.
La designación de Perry afianza la preferencia de Trump por personas cercanas al sector petrolero. El magnate inmobiliario ha nombrado como secretario de Estado a Rex Tillerson, jefe del gigante petrolero Exxon Mobil y próximo al presidente ruso Vladímir Putin. Y como responsable de la agencia medioambiental a Scott Pruitt, fiscal general de Oklahoma y con muy buenas relaciones con la pujante industria energética de ese Estado.
Perry ha montado dos campañas presidenciales fallidas, incluyendo como un rival de Trump en las últimas primarias, antes de abandonar. Se enfrentó a la burla en 2011 después de olvidar, durante un debate, que el Departamento de Energía fue una de las tres agencias federales que prometió eliminar Si fuera elegido presidente.
