El presidente Evo Morales convocó este lunes de emergencia a su gabinete de ministros, para tratar el tema del abastecimiento de agua.
Al menos dos departamentos del país están atravesando una situación de racionamiento del agua. En Cochabamba la semana pasada la situación ocasionó enfrentamientos con la Policía.
Hay que resaltar que el mandatario siempre sostiene las reuniones de Gabinete los miércoles; sin embargo, la situación crítica que vive la ciudad de La Paz y otras capitales, obligó al jefe de Estado adelantarlo para resolver ese tema.
Cambio climático, sequías interminables, contaminación de los ríos, dejadez administrativa, falta de cultura medioambiental... Bolivia sufre su peor crisis hídrica de los últimos 25 años por la conjunción de todos esos factores. La falta de agua potable afecta a cinco de las nueve regiones del país andino y desde hace días se nota con intensidad en grandes centros urbanos como La Paz y El Alto, donde el suministro se ha restringido a tres horas cada tres días. Ante la magnitud de la crisis, el Gobierno de Evo Morales ha declarado la "emergencia nacional" por la sequía y ha pedido a la población que esté "preparada para lo peor".
Pero la crisis hídrica no se ha generado de la noche a la mañana. Y en Bolivia hacía tiempo que se habían encendido varias alarmas sobre la insuficiencia de agua potable. El ministro de Desarrollo Rural, César Cocarico, ya había advertido en agosto que el país atravesaba su peor crisis por falta de agua en los últimos 25 años, "un fenómeno extraordinario que no está presente en el territorio hace dos meses, sino desde enero".
Entre los factores que han llevado al país a una situación de "emergencia nacional", el cambio climático ha sido determinante. Naciones Unidas advirtió hace tiempo que Bolivia era uno de los países más expuestos al fenómeno del calentamiento global. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó en junio de 2013 un informe en el que se alertaba ya de los problemas que sufriría Bolivia por el cambio climático, pese a que el país es uno de los que menos incide en ese fenómeno, dada su baja emisión de gases de efecto invernadero.
La vulnerabilidad medioambiental de Bolivia, según la ONU, se debe entre otras razones a la existencia en el país de ecosistemas variables, una creciente deforestación y una falta de información científica para afrontar el problema del cambio climático. El informe del PNUD concluía que la temperatura media de Bolivia está experimentando aumentos que podrían ser de hasta dos grados centígrados en 2030 y de 5 a 6 grados hasta 2100. La ONU también constató cambios significativos en los patrones de lluvia, con un descenso en zonas secas y un incremento en el área húmeda de la selva amazónica. Entre las recomendaciones del PNUD a Bolivia figuraban el freno a la deforestación y el diseño de un nuevo marco regulatorio para hacer frente al cambio climático. Dos años después de la publicación de ese informe, en 2015, el fenómeno de El Niño asolaba el país e intensificaba los periodos de sequía. Como trágico ejemplo, el lago Poopó, ubicado en la zona del altiplano de Oruro, se secaba y quedaba reducido a un pequeño humedal.
A esos problemas se añade también una falta de control de la contaminación de los ríos por parte de las compañías del sector minero, clave para la economía del país. El negocio de la minería absorbe además el agua que necesitan muchas áreas rurales y urbanas del país y su expansión afecta al medio ambiente por la creciente deforestación de bosques próximos a las cuencas mineras. El crecimiento económico experimentado por Bolivia bajo el Gobierno de Morales ha tenido efectos perversos sobre los recursos hídricos del país. Además del impacto en el medio ambiente por la expansión de los proyectos mineros y energéticos, aumentó el consumo interno en los núcleos urbanos y no hubo políticas de concienciación ciudadana sobre el ahorro del agua.
Ahora, un problema medioambiental se ha transformado para Morales en una crisis política de envergadura. Desde hace días, medio país sufre severas restricciones de agua. Pero al Gobierno le preocupa sobre todo la reacción de los núcleos urbanos, donde los cortes de suministro han generado ya la reacción popular en las calles. En el conflictivo enclave de El Alto, que rodea La Paz, fueron retenidos durante unas horas dos funcionarios gubernamentales y se teme que las protestas se intensifiquen si no se resuelve el problema. La Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) aumentó ayer el racionamiento y se pasó de un suministro en camiones cisterna de 12 horas a tan sólo tres horas cada tres días en algunos barrios de la capital y El Alto.
Tras reunir de urgencia a su Gabinete en el Palacio de Gobierno, Morales decretó hoy el "estado de emergencia nacional" por la falta de agua y pidió a los bolivianos que mejoren sus prácticas de ahorro y que "estén preparados para lo peor". "Movilizaremos recursos económicos para atender un derecho humano, que es el agua", dijo el mandatario en una alocución televisada. Morales anunció que se dedicará exclusivamente a la crisis del agua en las próximas horas. La primera medida será comprobar sobre el terreno el estado de las represas (muchas de ellas bajo mínimos) para verificar el nivel de reservas de agua con que cuenta Bolivia.
Hay que estar preparados para lo peor”. Con palabras inusuales y dramáticas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, declaró la “emergencia nacional” debido a la sequía y el “déficit hídrico” que provocan los “fenómenos climáticos adversos” y afectan a varios departamentos bolivianos. Morales puso en marcha acciones inmediatas para atender a las regiones más castigadas. Una situación de esta naturaleza no se afronta desde hace 25 años. Las alcaldías, gobernaciones y el propio Ejecutivo “tienen la obligación de movilizar recursos económicos para atender un derecho humano, que es el agua”. El ministro de Educación, Roberto Aguilar,anunció que las clases terminarán una semana antes en La Paz, Potosí y Chuquisaca.
La Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) ha tomado drásticas medidas de racionamiento en La Paz y El Alto, la populosa e influyente ciudadela que rodea desde las alturas a la capital política del país. Desde el pasado domingo, EPSAS entrega agua tres horas cada 72 horas de corte en 94 barrios. Las medidas provocaron malestar y largas colas a la espera de los camiones cisterna. A la escasez de agua en La Paz se suma la huelga de los recolectores de basura en reclamo de mejoras salariales.
En La Paz no llueve desde hace dos meses. En la tarde del lunes cayó agua solo 15 minutos. Las ilusiones depositadas en las precipitaciones se desvanecieron de inmediato. La escasez de agua potable golpea a cinco de los nueve departamentos bolivianos. En algunas de las principales represas la capacidad de almacenamiento oscila entre el 8% y 1%.
Morales echó a las autoridades de EPSAS, pero consideró que los trastornos son parte de políticas erráticas, a pesar de que desde el 2006 se han destinado 1.200 millones de dólares a proyectos de agua, riego y alcantarillado. “Si no han advertido cómo voy a planificar; no echo la culpa, somos responsables”. La ineficiencia se hizo visible en medio de los trastornos: entre el 30% y el 45% del agua se perdió por fugas en la envejecida red de tuberías.
“Hay que tener un programa consistente para combatir los efectos de la sequía y las inundaciones, vamos a tener una grave sequía”, había advertido Morales el pasado enero. En agosto llamó a la calma. “Estamos preparados”, dijo, confiado. La situación por estas horas es diferente. Bolivia tiene la más baja cobertura de agua y alcantarillado en América Latina y fue declarada por la ONU como uno de los países más vulnerables a las consecuencias del calentamiento global de la Tierra.
“Además del cambio climático y la variabilidad de temperaturas hay otros factores externos como el fenómeno de El Niño”, aseguró Óscar Campanini, un experto en recursos naturales del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB). Los especialistas detectan a su vez la ausencia de políticas de largo plazo.
La crisis hidráulica ha puesto en el centro de la discusión la política forestal y minera del Gobierno boliviano. Esta última no solo contamina muchos ríos, también consume una parte importante de los recursos. Morales negó que alguna empresa de origen chino esté desviando el agua destinada a la represa de Hampaturi, en La Paz, para sus operaciones. La supuesta noticia comenzó a propagarse por las redes sociales. “Algunos medios y algunos hermanos están exagerando y politizando ese tema”, dijo el presidente. Según la empresa pública EPSAS, las “informaciones falsas” tienen una “clara intencionalidad” de provocar la ira social. EPSAS pidió a la población “no alarmarse”.
Morales, por su parte, reconoció que el problema no tiene solución a corto plazo y pidió a la población ser más eficiente en el uso del recurso hídrico. “Esta emergencia de agua hay que convertirla en una oportunidad para mayores inversiones en el país”, afirmó.