En lugar de aniquilar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), Donald Trump y sus asesores parecen dispuestos a lograr cambios sustanciales en las normas que gobiernan el intercambio comercial de Estados Unidos con México y Canadá. Se trata de un esfuerzo que puede ser difícil de negociar y peligroso para la economía regional.El presidente electo despotricó contra el Nafta durante la campaña y amenazó con retirar a EE.UU. del pacto, pero solamente si México rechaza hacer modificaciones sustanciales.
Trump no ha publicado un documento que exprese su nueva visión del Nafta, pero sus comentarios y los de sus asesores sugieren que quieren grandes cambios. Uno de los más probables es la imposición de aranceles especiales u otras barreras con el fin de reducir el déficit comercial estadounidense con México y de nuevos impuestos que perjudicarían a las empresas de EE.UU. que han trasladado producción al sur de la frontera. Su equipo también podría tratar de eliminar una cláusula del Nafta que permite que las compañías mexicanas y canadienses cuestionen las regulaciones estadounidenses al margen de los tribunales.
Se espera que, poco después de asumir la presidencia, Trump solicite al gobierno examinar las ramificaciones de abandonar el Nafta, según un memorándum del equipo de transición sobre el cual informó el canal de noticias CNN. El documento indicó que disputas de larga data entre los signatarios, como los rótulos de denominación de origen en el caso de la carne y exportaciones coníferas canadienses, pueden ser abordadas en un Nafta revisado.
Hay mucho en juego. EE.UU. importó y exportó un total de US$1,1 billones en mercancías desde y hacia Canadá y México el año pasado, comparado con unos US$700.000 millones con la Unión Europea y US$600.000 millones con China.
Canadá y México están entrelazados con EE.UU. en un complejo sistema de cadenas de suministro y algunos componentes cruzan la frontera más de una vez antes de que el producto final llegue a los consumidores. Un desmantelamiento del Nafta trastornaría numerosos sectores y la principal víctima sería México, que se promueve como una plataforma que ofrece a los fabricantes globales acceso exento de impuestos a EE.UU.
El gobierno mexicano ha manifestado su disposición a actualizar el tratado firmado hace 22 años, incluyendo nuevos capítulos sobre el comercio electrónico y otros aspectos que no existían a mediados de los años 90. México también firmaría un compromiso para prevenir la manipulación de la moneda puesto que tiene un tipo de cambio flotante.
Los funcionarios mexicanos, no obstante, son renuentes a renegociar los aranceles y las cuotas a las exportaciones.
"No nos podemos perder en la discusión antigua sobre la política tradicional arancelaria (...) Es un debate del siglo pasado", dijo el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, ante un grupo de empresarios hace unos días. La reapertura del Nafta crearía una larga fila de intereses especiales en los tres países tratando de obtener protección, agregó.
Jaime Serra, quien era el secretario de Comercio de México cuando se negoció el Nafta, dijo que medidas como una restricción voluntaria de las exportaciones no debieran formar parte de las negociaciones. Las cuotas a las exportaciones, manifestó, serían el comienzo del proteccionismo puro y sería un autogol para ambos países.
El Nafta, cuya negociación concluyó durante el gobierno de George Bush padre y fue puesto en marcha durante la gestión de Bill Clinton, eliminó los aranceles entre Canadá, EE.UU. y México después de un cierto lapso de tiempo y estableció las reglas del juego para la inversión, el empleo y el medio ambiente.
Trump advirtió en reiteradas ocasiones sobre la imposición de aranceles de dos dígitos sobre las exportaciones de México a EE.UU. como una forma de reducir el déficit comercial, al que el presidente electo atribuye la pérdida de empleos del sector manufacturero. Aunque el Congreso le otorga al presidente la facultad de imponer aranceles de emergencia, estos pueden ser cuestionados ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Las audaces advertencias de Trump a los socios comerciales podrían ser su postura inicial en negociaciones que podrían terminar con aranceles y otras barreras relativamente bajas al ingreso de productos mexicanos a EE.UU.
Trump y sus asesores parecen tener una fijación con el déficit comercial estadounidense, que el año pasado ascendió a US$61.000 millones solamente con México, y las formas de disminuirlo.
Algunos demócratas y grupos sindicalistas han acogido el uso de medidas más drásticas para reducir el déficit comercial. Los demócratas de la Cámara de Representantes que encabezaron la oposición al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), defendido por el presidente Barack Obama, se han mostrado dispuestos a colaborar con Trump para alcanzar lo que consideran una política comercial más equilibrada.
El representante demócrata Brad Sherman, de California, sugiere negociar en el marco del Nafta la opción de imponer aranceles especiales de hasta 4% sobre los bienes mexicanos para reducir el déficit bilateral a US$25.000 millones, excluyendo petróleo y productos agrícolas. "Los buenos vecinos tienen relaciones comerciales equilibradas", señala.
Aparte de las barreras comerciales tradicionales, casos que llevarán a los tribunales y aranceles, Trump y sus asesores han analizado impuestos especiales sobre bienes manufacturados por empresas estadounidenses que han trasladado su producción fuera de EE.UU.
Entre varios planes tributarios, uno que cuenta con el respaldo de los republicanos de la Cámara de Representantes recaudaría dinero de los bienes importados a EE.UU., similar al impuesto al valor agregado que tienen que pagar los productos estadounidenses en el exterior. La medida podría ser desafiada ante la OMC, pero los asesores de Trump señalan que utilizarán la influencia de Washington en el organismo para cambiar la forma en que se trata el IVA y otros impuestos fronterizos.
Algunos expertos que han seguido de cerca los planes de Trump dicen que es probable que negocie la eliminación de algunas cláusulas del Nafta que se han vuelto impopulares, como el sistema de arbitraje internacional conocido como mecanismo de solución de disputas inversionista-Estado.
El arbitraje, codificado en el capítulo 11 del Nafta, permite que inversionistas de un país demanden a otro gobiernos y obtengan compensación al margen del sistema judicial tradicional cuando sienten que sus derechos han sido violados o su propiedad ha sido confiscada.
Si Trump no logra lo que pretende en las conversaciones, tiene la autoridad como presidente de sacar a EE.UU. del Nafta en cuestión de meses y podría advertir de ello en sus primeros días en la Casa Blanca, dicen abogados. Si EE.UU. abandona el Nafta, el pacto podría ser reemplazado por acuerdos bilaterales. Los asesores de Trump ya han dicho que prefieren estos acuerdos a los multilaterales.
El presidente electo de USA, Donald Trump, se reunió el lunes 21/11 con sus futuros colaboradores, la gobernadora de Oklahoma, Mary Fallin; la representante demócrata Tulsi Gabbard; y el exgobernador de Texas, Rick Perry: no anunció nuevas designaciones, pero luego anticipó iniciativas.
El republicano, quien no ha realizado una conferencia de prensa desde su elección, publicó un video en el que esbozó algunos de sus planes para su día N°1 en el cargo, entre ellos la declaración formal de que pretende retirar al país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por su sigla en inglés).
El TPP, que incluye a 12 economías, es una iniciativa comercial emblemática del presidente demócrata Barack Obama que fue firmada por USA este año, pero no ha sido ratificada por el Senado.
Trump dijo que reemplazaría el acuerdo comercial por la negociación de tratados bilaterales que "lleven de regreso a los empleos y las industrias a Estados Unidos".
"Mi agenda se basará en un principio central básico: Poner a Estados Unidos primero. Ya se trate de producir acero, construir vehículos o curar una enfermedad, quiero que la próxima generación de producción e innovación se dé aquí en nuestra gran patria, Estados Unidos, creando riqueza y empleo para los trabajadores estadounidenses", afirmó.
El TPP, que fue acordado el 04/02 después de 6 años de negociaciones, fue rubricado por 12 naciones, incluidas USA, Australia, Canadá, Chile, México y Perú.
Es un acuerdo comercial de la Cuenca del Pacífico que, entre otros objetivos, busca contrarrestar la expansión comercial de China, una de las naciones excluidas de esta iniciativa.
El TPP prevé un periodo de 2 años para su ratificación por los parlamentos de los países miembros, pero para su entrada en vigor es necesario que los firmantes representen al menos el 85 % del PIB del bloque.
La retirada de USA de esta iniciativa representa un serio tropiezo para la puesta en vigor del tratado.
El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, ya dijo que el TPP "no tendría sentido sin Estados Unidos".
Trump afirmó que cancelaría algunas restricciones a la producción de energía, especialmente las que afectan al fracking o shale y al "carbón limpio", lo que dijo que creará "muchos millones de empleos de alta remuneración".
Además, él dijo que por cada regulación nueva que se apruebe "tendrán que eliminarse 2", como parte de su promesa de reducir las regulaciones en distintos campos de la economía, incluida la industria financiera.
En el plano migratorio, Trump anunció que una de sus medidas iniciales será pedir al Departamento de Trabajo que "investigue todos los abusos de programas de visas que socavan las oportunidades de los trabajadores estadounidenses".
Trump ya ha venido anunciado su intención de deportar del país a los inmigrantes que tengan un pasado criminal, pero el anuncio de hoy está ligado a programas como el ingreso de técnicos especializados en campos como el tecnológico.
En materia de seguridad nacional, Trump anunció que pedirá al Departamento de Defensa y los jefes militares un plan para proteger a la infraestructura de Estados Unidos de ataques cibernéticos o físicos.
Todo ello, insistió Trump, "para generar riqueza y empleos".
Ford y México
En su cuenta en Twitter, Trump se atribuyó haber conseguido que Ford mantenga la producción de vehículos Lincoln en USA. Sin embargo, Ford nunca planificó trasladar esa planta a México. Todo muy raro.
"Acabo de recibir una llamada de mi amigo Bill Ford, presidente de Ford, quien me informó que mantendrá la planta de Lincoln en Kentucky, no en México", afirmó Trump en su cuenta de Twitter.
"He trabajado mucho con Bill Ford para mantener la planta de Lincoln en Kentucky. ¡Se lo debo al gran estado de Kentucky por su confianza depositada en mi!", añadió el magnate republicano.
Lincoln es la marca de vehículos de lujo del grupo Ford.
Sin embargo, tras el anuncio de Trump, Ford informó en un comunicado de prensa que la empresa no tenía planificado el traslado de la producción de Lincoln fuera de USA sino la de uno de los modelos de la marca.
"Hoy, confirmamos al Presidente electo que nuestro pequeño SUV hecho en la planta de montaje de Louisville (el Crossover MKC) permanecerá en Kentucky", explicó la compañía.
La planta de Louisville, en la que trabajan algo más de 4.700 personas, produce el Lincoln MKC y el Ford Escape. Ford también produce en la planta de Kentucky el montaje de camioneta SUV Lincoln Navigator y Ford Expedition y varias camionetas de la marca Ford.
"Nos alienta que el presidente electo Trump y el nuevo Congreso persigan políticas que mejorarán la competitividad de Estados Unidos y hagan posible mantener la producción de este vehículo en Estados Unidos", añadió Ford.
Durante la campaña presidencial, Trump acusó a Ford del cierre de plantas de montaje en USA y el despido de miles de trabajadores por el traslado de su producción a México, algo que la compañía negó repetidamente.
Ford sí tiene intención de trasladar a México la producción de sus vehículos más pequeños, como el Ford Focus o el Ford Edge, pero ha asegurado que sus plantas de montaje en USA seguirán produciendo vehículos y que no despedirá a ningún trabajador local. Es más: el CEO de Ford, Mike Fields, afirmó que la empresa mantiene sus planes de producción del Focus y del Edge en México.
Bill Ford, presidente del consejo de administración de Ford, se reunió con Trump durante la campaña para intentar aclarar al candidato repu