El sábado 19 de noviembre de 2016, a las 6:42 de la tarde de Florida, Estados Unidos lanzó al espacio el GOES-R, un nuevo y revolucionario satélite meteorológico desde Cabo Cañaveral.
Cuando el GOES-R llegue a su órbita, verá huracanes y tormentas de nieve con mayor resolución que cualquier otro satélite estadounidense de su tipo. Las lecturas de datos tardarán menos tiempo y se transmitirán más rápido. Las tormentas severas serán más predecibles a través de la cartografía de relámpagos.
Los satélites meteorológicos que monitorean en silencio la atmósfera de Estados Unidos hoy día se acercan al final de su vida útil. Si fallan, el país quedará sin datos meteorológicos críticos.
Los científicos de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA) y la NASA habían advertido de ese riesgo durante años. Por eso, desde finales de los años noventa, comenzaron a diseñar instrumentos para la próxima generación de satélites.
El GOES-R, el primero de la nueva serie que será puesta en órbita, se unirá a una gran constelación de satélites estadounidenses -operados por la NOAA, la NASA y el Departamento de Defensa- que observan el clima y el medio ambiente de nuestro planeta.
Es un cambio de juego para la predicción del tiempo, pero también es parte de un panorama más amplio. El GOES-R se une a una red internacional de satélites que comparten datos libremente entre casi 200 países.
Estados Unidos proporciona datos a otras naciones para que puedan generar pronósticos precisos y permitirle a las poblaciones prepararse para eventos meteorológicos. A su vez, esos países comparten sus datos con el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos.
La noción de compartir información meteorológica data de finales de 1800, cuando el conocimiento era esencial para la actividad marítima. Más de un siglo después, una cantidad insondable de datos climáticos es compartida entre 191 gobiernos como miembros de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una agencia de las Naciones Unidas.
El papel de la organización se hizo crucial después de que Estados Unidos lanzó el primer satélite meteorológico en 1961 y otros países siguieron su ejemplo.